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En estas trincheras nuestras armas son palabras convertidas en argumentos y contra argumentos.
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Camila Dainé Zeferino López
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Camila Dainé Zeferino López

Facultad de Ciencias

Soy Camila Dainé Zeferino López también conocida como “Llamacamiz”, soy una workaholic y multitasking en la pintura, fotografía, y escritura, en esta última, tengo una fascinación por relacionar la psicología con la política y la sociedad para hacer análisis críticos más intuitivos, con el objetivo de hacer la invitación al cuestionamiento de diferentes tópicos que conforman la vida cotidiana de muchos de nosotros.

La salida de la inconsciencia

Número 6 / AGOSTO - OCTUBRE 2022

Pareciera que existe esta necesidad de apartar las emociones de nuestra vida cotidiana

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Camila Dainé Zeferino López

Facultad de Ciencias

Ignorante indefensión

Lo que el don de la consciencia nos otorga principalmente como especie es poder velar por nuestra tranquilidad con o sin propósitos espirituales. Habitualmente retomamos “esa” charla con nosotros mismos, con “esos” pensamientos recurrentes que invaden nuestra cabeza sin realmente prestarles demasiado de nuestro tiempo, pero, sabemos indudablemente que por algo están ahí, tan latentes, pero no tan consistentes.

Nos gusta creer que ignorando algún tipo de desajuste en nuestra vida este desaparecerá, para nuestro infortunio, esto no es así, pero ¿ qué es lo que nos queda? Estamos conscientes de esa sensación de malestar que nos perturba y nos provoca inestabilidad, notamos que está ahí, podemos sentirla, pero cuando se trata de entender en su totalidad, de comprender qué es lo que nos está sucediendo, solamente estamos nosotros, igual que para cuestionarnos, para contradecirnos, la primera voz que está ahí es la de uno mismo.

Falsa despreocupación

La atención que le brindamos a lo que suponemos que nos sucede se complica cuando intentamos expresarnos con algún tipo de lenguaje no físico, y con la existencia de inmensas lagunas mentales que no nos permiten captar ni ordenar nuestras ideas de una manera oportuna, complicamos un tanto esa comunicación entre mente y cuerpo, entre raciocinio y sentires.

Esto se suma a nuestro desconocimiento de múltiples factores que probablemente nos generan incomodidad además de la falta de una guía para manejar lo que estamos viviendo, y la inexistencia de asistencia adecuada de redes de apoyo, interponer nuestra individualidad, particularmente, y las sensaciones tan únicas que experimentamos: pareciera que existe una necesidad de apartar las emociones de nuestra vida cotidiana, esto se debe a que en su mayoría del tiempo nuestra sensibilidad puede llegar a perjudicar ciertos aspectos normativos en los que deberíamos ser 100% productivos, nos involucra suponer más que una preocupación, una “ocupación” en la sociedad de redefinir nuestras prioridades, este aspecto tan íntimo refleja un alto impacto en nuestras decisiones, pero realmente no ha cobrado suficiente importancia personal en la actualidad más allá de la visibilización colectiva.

Un aspecto a considerar, es que, al ser una cuestión de poderío en nuestro cerebro no necesariamente significa que no pueda tener un cambio notorio en nuestro comportamiento rutinario, recalcar que múltiples padecimientos mentales pueden llegar a ser incapacitantes para muchos huéspedes de diversos trastornos conductuales no tangibles, nos lleva a interpretar los múltiples tiempos de procesos de sanación de cada individuo. Uno podría sugerir en la ignorancia, que con pensar positivo la pérdida total de nuestro ser va a revertirse, como mecanismo de defensa; así interpretamos un ciclo sin fin con consecuencias serias y peligrosas, desde un entorno culpabilizante hasta una incomprensión por indetección de un panorama con origen personal, está claro que existe un inacceso a la tranquilidad que refiere un duelo contra ti mismo, con tus causas y razones.

Autoengaño

En nuestra individualidad, el reconocer que la forma de vida que tenemos es relativa, nos expone a juicios por tabúes del pasado, a un peligro a nuestro costado, ¿cómo es que resulta posible que procurar la compasión puede convertirse en algo tan enigmático? Gracias a la falta de herramientas por y para nuestro bienestar, podemos caer en trampas de falsas soluciones que no identifican la raíz, pero, ¿cómo saber que no estamos viviendo un efecto placebo? La respuesta no es sencilla, requiere de un análisis del cuidado que nos brindamos, del tiempo que requiere una meditación constante de nuestra salud psicológica, de entender que tener intranquilidad en nuestra vida no debe ser algo para acostumbrarse en una incapacidad de llevar nuestra autonomía y de trabajar por ella, por nuestro confort emocional, pero es lo que nuestra rutina nos exige, a no llevar un correcto proceso de integración después de intentar sobrevivir arduamente por no hundirnos en un desesperante círculo vicioso sin aspiraciones, sin deseos, sin sueños ni motivaciones, es auténticamente un reto vernos cara a cara con el desafío de reconocer nuestra despersonalización del mundo real, esa abertura de conocer cosas que como personas no sabíamos que existían en nosotros.

Colectivamente asociamos importarnos personalmente como un descarte en nuestros objetivos, el sistema es un crudo reflejo de nuestra identidad, deficiente en cuanto consideraciones suficientes para cada uno de nosotros, nos molesta vernos vulnerables y no nos tenemos paciencia, tendemos a mantener la compostura forzada, la caridad convencional es direccionada a empatizar con nuestra vida autodidacta que comprende esa precisión de utilizar alternativas que no necesariamente requieren una profundidad para introducirnos en el origen de bloqueos traumáticos, somos muy susceptibles ante la ignorancia y podemos caer en la contaminación cruzada ante la presentación de opciones plagadas de percepciones personales como el coaching, que lucran con el agotamiento y confusión mental de las personas.

Es una auténtica competencia de una verdad emocional única que no se aproxima a la realidad, permeados de intermediarios que no son más que charlatanes motivacionales que buscan hacer creer que estas alternativas son un sustituto a la terapia psicológica. En las personas neurotípicas y neurodivergentes podemos encontrar un sinfín de teorías respecto a diversas disciplinas que podrían brindarnos un intento de acompañamiento pseudoefectivo a corto plazo que no ofrece una curación disruptiva a soluciones reales.

Inhibición esencial

Llega un momento en el que nos encapsulamos en nuestros pensamientos y percepciones, nos encontramos en un estado que consideramos “anormal” debido a que no nos permitimos sentir, vivir, conocer cada faceta emocional por la cual podemos atravesar en muchas ocasiones, colapsamos ya que no nos permitimos establecer un vínculo con nuestra propia intimidad, nos esforzamos demasiado en alcanzar la felicidad, la que nos hace sentir normales, funcionales, útiles, entramos en una etapa de negación cuando se trata de incluir esforzarnos para mejorar por un amor propio, la decadencia en la que nos llegamos a encontrar por sobre pensar, algunas veces nos orilla a victimizarnos involuntariamente por esperar una salvación proveniente de alguna parte, creemos que el autocuidado es siempre la última opción porque la inteligencia emocional es la que hace hincapié en la introspección, llegamos a romantizar nuestro estado insalubre por la comodidad engañosa de un cuerpo y mente enferma, dejamos de tener sincronía con nuestras creencias lentamente sin darnos cuenta, para finalmente desfallecer en la agonía de abandonar a la persona que somos.

Consideramos, bajo discursos revictimizantes, que requerimos de una validación externa para confiar en nuestro criterio bajo apreciaciones personales, buscamos una autosuficiencia emocional que no tenemos y cometemos errores al aislarnos, más no solucionamos nuestras inquietudes, nos ignoramos a tal punto que buscamos una ocupación para dejar de pensar en cosas que nos conciernen, no mantenemos un compromiso por nuestra sanidad, evadimos la disposición de salir de nuestros problemas, vivimos ensimismados en la idea de poder solventar el día siguiente.

La frustración llega cuando notamos que la vida no es lineal y que las recaídas son procesos naturales por el efecto de vivir diferentes emociones. No atendemos las señales de alerta porque nos cuesta buscar ayuda, nuestra respuesta es ignorar la salida de la inconsciencia, podemos salir adelante, pero, realmente ¿queremos hacerlo?

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La salida de la inconsciencia

2 respuestas

  1. En éste momento no nos permiten gozar de nuestras emociones buenas o malas, nos acribillan en todo momento con un positivismo falso perdiendo la conciencia de lo que siento a lo que debo sentir.
    Es aberrante.

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