Edit Content
En estas trincheras nuestras armas son palabras convertidas en argumentos y contra argumentos.
En estas trincheras nuestras armas son palabras convertidas en argumentos y contra argumentos.
Foto de Guvluck
Picture of Camila Dainé Zeferino

Camila Dainé Zeferino

Colegio de Ciencias y Humanidades Plantel Azcapotzalco

No data was found

Falacia aspiracional

Número 7 / OCTUBRE - DICIEMBRE 2022

Parte de la consciencia de clase es identificar que nuestra llamada cotidianidad no es una realidad para todo el mundo…

Picture of Camila Dainé Zeferino

Camila Dainé Zeferino

Colegio de Ciencias y Humanidades Plantel Azcapotzalco

Injustamente solemos creer en la generalidad de bombardeos acerca de nuestro funcionamiento como individuos para la sociedad respecto de nuestras contribuciones productivas en el mundo que, concretamente, podrían fundamentarse en un sorteo indeterminado que conocemos al llegar a este plano terrenal. De ahí parten la mayoría de las decisiones y panoramas que tenemos en nuestras vidas y, por insignificante que parezca el entorno socioeconómico en el cual nos desenvolvemos al comenzar nuestra vida, es proporcional al nivel de facilidades y oportunidades de crecimiento que tenemos.

La mayoría de nosotros hemos crecido con una fórmula simple: “esfuérzate al máximo”, ante cualquier cosa, reconocer el privilegio que se supondría es un derecho como la educación, nos hace dimensionar mejor el discurso que se viene abajo una vez enfrentamos la vida adulta. Nos han hecho creer en mantener una trayectoria académica impecable, sin involucrarse tanto en el mundo exterior, crecer y sostener la meta de tener un trabajo que “nos llene” (si nos va bien), pero parte de la consciencia de clase es identificar que nuestra llamada cotidianidad no es una realidad para todo el mundo, la receta “perfecta” para tener éxito y estabilidad económica no es tan efectiva como nos hicieron creer.

La expectativa que se configuró para un mundo exitoso no está sucediendo, y lo más decepcionante es que se busca convencernos de que es nuestra culpa, pero, si se supone que estamos siguiendo al pie de la letra los 3 simples pasos para ser la eminencia empresarial, con una motivación proveniente de alguna charlatanería intermitente que solo aplica para ciertos sectores acomodados: no duermas, ahorra el 90% de tu salario e invierte en renta de propiedades cada semana, ¿en serio somos la falla? Para empezar, el ingreso no es suficiente en la mayoría de los casos ni para comer y mucho menos para la adquisición de una vivienda, y si esto cada vez es más complicado por la inflación y la incapacidad de ahorrar, ¿quién está fracturándose en mil pedazos? El fracaso, en todo caso, es del sistema económico, y si tenemos esto claro, ¿cuál es la necesidad de empeñarse tanto en culparnos?

Regularmente, se dicta y promulga la idea de que el capitalismo promueve el crecimiento, la competencia, el “desarrollo” se clasifica como un ideal y esencial para un correcto funcionamiento de la economía deshumanizando cada parte de ella para masificar ganancias. ¿Y la precarización? ¿Y la pobreza? ¿Son problemáticas ajenas al régimen económico? El fenómeno de simulación provoca una ilusión entre el proletariado de aspirar a una clase social diferente argumentando diferentes niveles de segregación que multiplican dichos discursos hegemónicos: ¿eres o no eres? Y, ¿por qué terminas defendiendo al opresor? La sumisión no es única de un sistema económico, es lo único que ha prevalecido en valor masivo de no encontrar otra opción disponible y de una notable disparidad de poder por la acumulación originaria del capital.

El echaleganismo debe erradicarse ya que promulga la percepción de que no importa qué tanto me esté esforzando, no soy suficiente para tener calidad de vida, es mi culpa no poder ascender en la escala social, yo mismo estoy decidiendo estar en desventaja. Suena incluso absurdo creer en estas afirmaciones, pero terminamos aceptándolo y replicándolo en nuestras expresiones clasistas desvergonzadas y desvían el propósito de lograr un mundo igualitario. Mientras unos “generan” empleos y se “preocupan” por el trabajador acumulando riquezas, está la parte proletaria que solo se puede permitir ocuparse en sobrevivir, más no en crear, porque la magnitud del espectro socioeconómico del mundo no está construida para hacer eso posible.

El capital está concentrado en cierto grupo de conglomerados, la fluctuación del dinero es un problema y la burguesía intenta emancipar ideales como si todas las personas tuvieran las mismas oportunidades, acceso a contactos y atmósfera de ambición; lo que podemos nombrar como “talento”, puede ser quizá, mucho tiempo libre, solamente personas privilegiadas pueden darse el lujo de desarrollar proyectos personales cuya motivación no sea la necesidad económica y ésta claramente no puede depender de proyectos tan ambiciosos sin confiabilidad certera en el medio; inclusive, si todo individuo posee en un supuesto amplio repertorio de desarrollo, prácticamente cualquiera podría destacar prodigiosamente en sus respectivos pasatiempos, pero no todos tienen aquella oportunidad. Y mientras ellos se desviven, uno padece descarada mirada de falsa indignación.

En el umbral de probabilidades, hay un sesgo que romantiza en exceso el esfuerzo sobrehumano y minimiza el sufrimiento ajeno, solo 2 de cada 10 mexicanos logran ascender en la escala social para salir de la pobreza, es decir, en cuestión de probabilidades, si naces pobre morirás pobre  y aunque hayas sido el empleado del mes, trabajando horas extra, ahorrando lo máximo y viviendo con limitaciones, es altísimo el riesgo de vivir sin calidad de vida pero simulando la mejoría de ésta en relación a otorgarla a otros. ¡Y cuidado si eres mujer, de piel morena, discapacitado o con alguna neurodivergencia porque la tarea de éxito será imposible!

La pobreza mata sueños y el dinero es el denominador de la felicidad, definitivamente facilita acceder a ella, no importa qué pasión tengas, requieres ciertos recursos y bastante tiempo, tiempo que a fin de cuentas es trabajo (a menos que hayas nacido en una familia rica, por supuesto). Millones y millones de personas viven desperdiciando sus dones, no porque sean mediocres o flojos, sino porque pedirles cabeza o agenda libre para ello sería necedad en un sistema que no comprende y no sostiene los derechos básicos para la subsistencia, ya que eso no es un equivalente. Sin oprimidos no existirían las demandas por una realidad convergente en beneficio de todas las personas.

Más sobre Más allá de las urnas

La verdadera política

La verdadera política

Por Joselin Carmona
¿Qué tiene que ver Aristóteles y Maquiavelo con la visión contemporánea de la política?

Leer
Campañas electorales: subestimación, importancia la “memeficación” e historia

Campañas electorales: subestimación, importancia la “memeficación” e historia

Por Ana Cecilia Hernández González
De los inicios de la Revolución mexicana hasta la modernidad y su comedia

Leer
Los desafíos de la mujer en la política

Los desafíos de la mujer en la política

Por Banshee Gómez Gutiérrez
Análisis del poder con lente púrpura

Leer
Jóvenes chingones en la política de nuestro país

Jóvenes chingones en la política de nuestro país

Por Gisela Elizabeth Nolasco Domínguez
Si eres joven y no participas en las decisiones del país, ¿en serio eres joven?

Leer
Contra la democracia, asamble afectiva

Contra la democracia, asamble afectiva

Por Gerardo Elías Rodríguez
Politizar es un acto de sensibilidad que nos encamine hacia la paz

Leer
No todo lo verde es bueno…

No todo lo verde es bueno…

Por Gisela Trejo Zarco
¿Sabes lo que es el greenwashing y sus efectos en la política?

Leer

Deja tus comentarios sobre el artículo

Falacia aspiracional

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

7 − five =