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En estas trincheras nuestras armas son palabras convertidas en argumentos y contra argumentos.
En estas trincheras nuestras armas son palabras convertidas en argumentos y contra argumentos.
Dainé Zeferino
Dainé Zeferino

Dainé Zeferino

Colegio de Ciencias y Humanidades Plantel Azcapotzalco

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Incómodamente desnuda

Número 5 / ABRIL - JUNIO 2022

Reflexiones en contra del placer sexual heteropatriarcal

Dainé Zeferino

Dainé Zeferino

Colegio de Ciencias y Humanidades Plantel Azcapotzalco

El deleite invisible

Durante años, la sexualidad femenina ha sido duramente polarizada, condenada, censurada, y hasta penalizada, es difícil de digerir que en carne propia una resulta vulnerable con el riesgo de vivir violencias sistemáticas solamente por ser una mujer, la liberación de la sexualidad femenina a lo largo del siglo XXI es una lucha por la autonomía sexual que está lejos de culminar y necesita más visibilidad.

Las mayores exigencias consideradas “pruebas de amor” en las mujeres, no han sido únicamente entregar sus cuerpos, en realidad, lo que nos ha llevado a la disonancia de vivencias ha sido un sinfín de experiencias que han culminado en violencias disfrazadas de romances inéditos.

Es para cuestionarse, ¿en realidad todas disfrutan de su sexualidad? Cada experiencia que podemos encontrar resulta familiar, los incontables testimonios de mujeres y estadísticas son altamente exponenciales, son espeluznantemente personales. Hay algo que nos impide a las mujeres vivir con entera libertad y satisfacción nuestro placer, exentas de tabúes y expectativas, a comparación de nuestro sexo opuesto, que no mantienen una necesidad de reprimir su libido y que este no se problematiza a tal grado.

Actualmente, se postula la exploración del progresismo en la abundante sexualidad tan candente, pero ¿cómo podemos atrevernos a postular la idea de diversidad de vivencias sexuales si no estamos respetando a las mujeres?

La idolatría al falo

El patriarcado afecta de manera directa a los derechos de las mujeres, pero también en la manera jerarquizada en la que se nos ha educado con el patrón de sumisión en diversos roles sociales, genera una desventaja en el acceso a la plenitud sexual.

El falocentrismo sitúa la idea de que el miembro masculino, ordena la organización estructural de la sociedad, centralizando al pene, otorgándole un valor simbólico que invisibiliza a las mujeres ya que niega la energía sexual femenina, Freud afirmó: “Desde la infancia, quien porta el pene entra en una fase de estructuración psíquica basada en la amenaza de la castración adjudicando todo su valor en este. Por el contrario, quien no lo tiene pasa por un proceso de estructuración basado principalmente en dicha carencia”, esto generó la idea de la “envidia del pene” y, por lo tanto, de la inferioridad del sexo femenino; y es aún más evidente cuando existen sátiras referentes a la “inexistencia” del clítoris o confundir la vulva con la vagina, la glorificación de la virginidad tomando la penetración como un adjetivo calificativo al valor de las mujeres o inclusive, que nosotras mismas desconozcamos nuestra anatomía y lleguemos a satanizar nuestros procesos biológicos tales como la menstruación, o prácticas en beneficio de nuestra vida sexual como la masturbación y el orgasmo, generando vergüenza y asco. Las mujeres le tememos a nuestro propio placer ya que nos han educado con la misión de complacer y escondernos.

Mujeres olvidadas

La cara olvidada de la medicina obedece a los protocolos médicos obsoletos que ignoran nuestras necesidades, esta infraestructura no permite que podamos desenvolvernos de forma segura, el gozo a la sexualidad, amplía significación de los derechos humanos al ejercicio de esta, la salud sexual y reproductiva se ha visto gravemente relegada, no poder vivir íntegramente nuestra sexualidad sin ser violentadas y libre de juicios ajenos son un problema ligado a no tener un lugar a donde acudir con confianza y seguridad que indico, representa opresión en el campo, la asistencia sanitaria, como derecho económico, social y cultural que se supondría que el Estado corrupto y misógino debe promover de manera idónea y efectiva, es una idea que actualmente es inconcebible.

No existe una prioridad relacionada a padecimientos ligados al sexo, gracias a la igualdad sustantiva, esta violencia clasificada es universal, conocemos una gran variedad de métodos anticonceptivos, pero esa no es una realidad para la salud pública, esta provee un anticonceptivo y nada más, es uno para todas, sin importar su condición o salud, la cultura patriarcal hace recaer sobre la mujer la responsabilidad de la reproducción, comparemos, doce oportunidades de quedar embarazada contra la capacidad de embarazar a una mujer cada vez que eyacula dentro, no se diseña a favor de las mujeres, si no en su contra, nos habla de la estigmatización a féminas con enfermedades de transmisión sexual: Se juzga a la mujer con comentarios despectivos acerca de la promiscuidad pero no a la otra persona que le transmitió la ITS, o procedimientos ginecológicos a pacientes sin informarles en qué consiste el proceso y sin preguntarles si quieren realizarlo, además, es muy común la mala praxis en este sector, ya que, menos del 10% del presupuesto de los hospitales es destinado a ginecología y obstetricia: la tecnología así como procedimientos e incluso conocimiento acerca de enfermedades está atrasado a años luz, pero como no esperar ese resultado si nuestra anatomía tiene el apellido de algún hombre en al menos uno de nuestros órganos sexuales sin mencionar que tan dominada esta la ciencia por profesionistas los cuales, si tuvieran vagina, diversas problematicas ya estarían contemplados con soluciones cómodas, tal como su posición de privilegio resuelta en la sociedad.

Una mujer “real” 

Idealizaciones primitivas creadas y compartidas respecto al aspecto, comportamiento y pensamientos que debería tener la mujer ha creado diversos complejos que las relaciones “heterosexuales” que compartimos son algo irreales, no nos gustan ellas, nos gusta, la idea que hemos hecho por y para que ellas sirvan y ellos disfruten, aplicamos que la sexualidad solo está bien vista si ellos la exponen.

Estamos rodeadas de miradas lascivas que quieren emancipar ideas de cómo debería ser una verdadera mujer, las incoherencias que pueden llegar a escucharse por parte de la heteronormatividad son a raíz de un silenciamiento masivo, el poder que mantiene el glorificar el deseo proveniente de la belleza nos hace creer que existimos para ser deseadas y veneradas por el erotismo pero ignoramos por completo ¿Qué deseamos las mujeres?, el bodyshaming es una práctica que violenta a partir de la apariencia, en su antítesis, surge el movimiento bodypositive, es otra cara de lo que está destinado a destruirse, no todos los cuerpos son bellos, es un hecho, la belleza la hemos construido para abolirla ya que es limitante y restrictiva, fomentamos la belleza como un calificativo positivo, pero somos absolutamente válidas sin belleza, existimos sin ella y es por ello que no la requerimos para vivir y no debe ser una meta aspiracional para vivir nuestra sexualidad.

Porno, la educación sexual no hablada

Hablar de pornografía como si fuera un contenido audiovisual en el que los adolescentes y adultos jóvenes la definen por su función y no por su forma, dice, que la pornografía no es definida como desnudez, sino más bien como cualquier cosa que tenga el propósito de producir excitación sexual logra involucrar su categorización como mero entretenimiento, por ello, es frecuente que el niño promedio ha sido expuesto a contenido pornográfico sexualmente explícito a la edad de 11 años a través del internet al igual que menores de 18 años que ven pornografía regularmente, el 22% de ellos son niños menores de 10 años, no solo habla de la negligencia de los padres, si no, de donde provienen nuestros intereses,  el efecto de esto en nuestro cerebro es ser indiferentes a esta industria que nos demuestra nuestra ignorancia ante esta, más que en la moralidad, en lo que representa.

Los jóvenes aprenden sobre sexo a través de la pornografía, es inevitable, aquello que ven lo repetirán con sus parejas, replican la conclusión de que la lujuria masculina va primero y es el único importante, resumen en “mete y saca” la única practica que podemos considerar como sexo activo y relevante. La educación que recibimos para afrontar nuestra vida sexual es precaria, inexistente o ineficaz por lo que usamos estos contenidos como enseñanzas de todo, menos la realidad del sexo tal y como es,  pronunciando a la pareja como la responsable de manera individualista, las plataformas digitales han destapado la huella que la fomentación de la violencia ha provocado, distorsionan nuestras visiones y toma cada aspecto de nuestra humanidad y lo convierte en el producto más deshumanizante imaginable y lo pone a la venta, búsquedas como “Adolescente” “Incesto” “Violación” abundan en estos sitios, Andrea Dworkin sugiere: “La pornografía es un tema fundamental porque este quiere afirmar que a las mujeres nos gusta que nos maltraten, que nos fuercen y que abusen de nosotras; que nos gusta que nos violen, que nos peguen, que nos secuestren, que nos mutilen; dice que les gusta ser humilladas, avergonzadas, calumniadas; enseña que decimos NO pero queremos decir Sí a la violencia y al dolor, adormece la conciencia, hace que nos volvamos insensibles ante la crueldad, ante el acto de causar dolor, ante la violencia en contra de las personas, ante la humillación o degradación, ante el abuso de las mujeres y niñas”, el tener estas tendencias solo nos enseña que lo hemos aprendido y memorizado, y no porque sea una actuación significa que no esté sucediendo, la razón por la cual la pornografía nos importa a las feministas es por ser un reflejo de lo que pasa en la sociedad en silencio, que no debe pasar pero normalizamos y no hacemos nada al respecto.

Protección a la autonomía femenina

Reconocer que existe un problema localizado, nos hace focalizar más rápido a que tipo de agresiones nos enfrentamos, ofrecer protección a las niñas del mundo es un reflejo de lo que nos importa, y debería, debería importarnos más las jóvenes, en este mundo tan atroz en el que se descubre que la mayoría de los incidentes narrados de violencia sexual, suceden cuando la víctima tiene entre 6 y 10 años de edad, que los cuerpos normativos sean la ejemplificación de una menor de edad, estos cánones incitan a la infantilización de los cuerpos, depilación de vellos corporales, aborrecer zonas oscuras, varices, estrías, arrugas, y por si fuera poco, la glorificación de la virginidad, esto no es asunto de unas cuantas personas con perversiones enfermas, es TODA, una sociedad que naturaliza comportamientos distorsionados que se convirtieron en una era de conceptos vanguardistas como, la “feminidad” que puntualiza a la vanidad en las mujeres, no necesariamente tiene raíz en su “autocuidado y autopercepción”, es en esencia derivada del valor que se le asigna a la belleza física para ser considerada válida en la sociedad ¿por qué seguimos perpetuando esto?

Nuestro amor propio se ha visto vulnerado alrededor de todas las edades, nuestra libertad se ha visto condicionada desde el momento en que nosotras y nuestra comodidad pasa a segundo plano, nosotras únicamente podemos ver por nuestra autonomía de decidir sobre nuestro cuerpo solo si el poder de los hombres está involucrado en estas decisiones, es alarmante ver lo normalizado que se tiene el acoso sexual, el ser sexualizada desde temprana edad, el evadir el significado del consentimiento, la cultura de la violación en la prostitución que pasa desapercibida, son consecuencias de la ceguera que tenemos para evidenciar una problemática como sociedad, la forma en la que hemos menospreciado uno de los factores esenciales para el desarrollo personal nos hace seguir viendo al sexo como un tabú, de ejercer “slutshaming” que trata de humillarnos a partir del deseo sexual femenino como poco ortodoxo,  algo prohibido y por ende, mantenemos relaciones sin humanidad, vivimos en un mundo en el que no todos estamos preparados para vivir empáticamente, con seguridad y con responsabilidad afectiva.

Existe gran peligro si seguimos asignando un valor no saludable a nuestra sexualidad, nos estaremos enfrentando a falsas fantasías, cada vez hay más menores exponiéndose a atmósferas dañinas para poder sentir que son merecedoras de respeto, informar y advertir de estos desafíos a los que nos enfrentamos es de suma importancia para sobrevivir en un entorno construible para niñas, adolescentes, jóvenes y adultas que buscan emancipar su bienestar en sus relaciones y para sí mismas.

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Incómodamente desnuda

2 respuestas

  1. Un artículo que sólo replica el típico discurso tribal y sesgado de resentidas sociales, sumamente victimista, lleno de falacias y teniente a la defensa sus vicios personales, en temas tan delicados como la sagrada especialidad del ser y cuerpo.

  2. Me encanta esta visión, hay una falta evidentemente de educación sexual, realmente falta que se profundice más en este tema, y hay que quitar estás ideas estúpidas de que al tener sexo la mujer debe ser la sumisa poniendo en segundo plano su placer. Gracias por el artículo estuvo muy bueno. Muchas felicidades!

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