Colegio de Ciencias y Humanidades Plantel Naucalpan
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Según la Real Academia de la Lengua Española, el amor es el “sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser”. Pero ¿amamos por insuficiencia propia?, ¿el amor se aprende o se siente?, ¿el amor es la tendencia a la unión sexual?, ¿el amor es una expresión?.
¿Puedo amarme a mí?, ¿acaso todos amamos igual?
Cuando somos pequeños, aprendemos que el amor son besos, abrazos, que se ve todo color rosa y rojo, que el amor son palabras que suenan bonito o corazones (aunque esa figura que relacionamos con un corazón no se parezca en lo absoluto a un corazón biológico). Cuando en las escuelas comenzamos a ver la sexualidad, la anatomía humana o hablamos de “noviazgo” encontramos silencio, incomodidad o risas.
En los libros de texto no nos dicen que tenemos derecho a disfrutar del propio cuerpo y de la intimidad con otras personas, o que podemos decidir si tener relaciones sexuales, cuándo, cómo y con quién, sin presiones, ni violencias. Tampoco nos explican información clara y oportuna sobre salud sexual, mucho menos que podemos vivir la orientación sexual y la identidad de género libremente y que la concepción de lo correcto jamás ha existido en la sociedad.
Y por supuesto no podemos olvidar que la educación sexual de los mexicanos es cuidar un huevito o un bebé falso. Nos enseñan a aprendernos conceptos, pero ¿alguna vez nos enseñan cómo aplicarlos a nuestra vida cotidiana?
El amor no es igual para todos, porque los individuos en nuestra sociedad no somos iguales. Cuando nos mencionan que cada cabeza es un mundo no podrían estar más en de acuerdo. Para muchos, el amor es decir un te quiero, tomar una fotografía, dedicar un verso, escribir una canción, sentir pasión, afecto, compromiso genuino, la simple intimidad o incluso dejar ir aquellas relaciones tóxicas que no nos impiden expandir nuestros horizontes y evolucionar.
Amar es un sentimiento de felicidad, de tristeza, es aquel sentimiento que hace que despiertes con las ganas de gritar a los cuatro vientos que sin esa persona no quieres continuar, que esa persona te inspira a ir por más. El amor es un viaje, donde de pronto te encuentras en el paseo durante el atardecer y te sumerges en un sentimiento de paz, de estabilidad, de levitación; repentinamente el sentimiento cambia, te transforma, hace que salgas de “tu burbuja” y, sin más, te suelta para prontamente caer en picada (para bien o para mal).
El amor, es un estado mental que te produce miedo, porque es verdad, siempre le tenemos miedo a lo desconocido, al qué dirán, al experimentar. Creemos que el amor debe ser como un cuento de hadas y si no es así, entonces no es amor. El amor es esa excusa para crecer, para aprender de otros. El amor se presenta de mil millones de maneras, puede ser simple satisfacción del impulso reproductivo, una creencia religiosa, o pura conexión entre dos personas que no necesitan tocarse para decir: “te amo”.
Además, las experiencias en la vida van creando nuestra propia definición de lo que es y no es el amor, pero siempre debe recordarse que el amor te hace volar, que no corta tus alas, el amor no te prohíbe, mucho menos te arrebata, el amor no te golpea, ni te lastima, no te silencia y no te obliga, el amor no te demerita, ni te castiga.
El amor te apoya, te escucha, te acompaña en los momentos más difíciles y en los más sencillos, el amor, te incluye, el amor te dedica tiempo, pero no te consume. El amor entiende que primero está tu propia felicidad y tu integridad antes que otra cosa. El amor entiende que seguramente, en algún punto de sus vidas, tomaran rumbos diferentes, y eso vuelve a cada momento en algo más preciado. El amor que se siente y se construye por alguien no debe terminar con tu propio amor.
Si tus relaciones se acercan a lo anterior… ¡Felicidades!, realmente te aman… ¿O no?
Hasta este punto el amor se acercaba más a las relaciones personales, pero, no hay que olvidar el amor propio. Para algunos, el amor propio es comprarse cosas, para otros es descansar, pero el amor propio va encaminado a nuestra salud física y mental. En los últimos años se ha tomado más en cuenta el estado mental de las personas pues en el pasado buscar ayuda profesional para tratar nuestra tristeza o nuestra rabia era “cosa de locos” pero resultaba más loco ir por la vida pretendiendo que todo estaba bien.
Afortunadamente, las nuevas generaciones dictan que no es así. En el pasado por cuestiones de género, las mujeres no podían sentir furia o no podían estar sin una sonrisa en sus rostros delicados y sumisos. Los hombres no podían expresarse, ellos eran los fuertes, los que podían con todo. Eso creó en las generaciones pasadas un sentimiento de represión, un desarrollo incompleto de personalidad pues se vivía encasillado en lo que se debía ser y hacer.
Las generaciones que crecieron en el siglo XX inculcaron en sus descendientes sus valores limitados de lo que una persona es o no debe ser y no podemos culparlos. No podemos juzgar a nuestros padres, a nuestros abuelos porque finalmente ese era, aunque erróneo, su sistema, el mismo que buscaba el orden en la población para procurar la felicidad colectiva. Una felicidad que no encontraron por motivos obvios.
Actualmente nuestras generaciones luchan por el amor a la diversidad, a lo diferente, a lo extraordinario. Todo el mundo es infinito y bajo ningún motivo debemos ser limitados a demostrarlo nada más porque eso no se debe hacer, o porque eso no debería interesarte, o porque eres hombre, o porque eres mujer. No juzgar no es sinónimo de repetir patrones, de seguir con la cadena que nos ancla en una sola forma de vida, en una sola forma de disfrutar, de pensar, de amar.
El amor propio significa estar feliz y plenamente satisfecho con lo que somos, con lo que hacemos, buscar el crecimiento interno. Si no dominamos nuestro amor propio, jamás podremos amar a alguien más. El amor propio debe existir porque debemos ser capaces de disfrutar de nuestra propia compañía, aprender a gozar de la soledad; con el tiempo alcanzaremos la felicidad integral de manera individual y colectiva.
Si creías que el amor era solo un concepto, hoy sabes que no es así. El amor se ajusta a nosotros mismos, a nuestro entorno, a nuestras relaciones, pero recuerda que, el amor debe sumar a nuestro organismo social, no restar…no sabotees a nadie y tampoco te autosabotees, construye, crece, vive, sueña, aprende, pero sobre todo ama (lo que sea que eso signifique).
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Una respuesta
Me gustó mucho el texto 🙂
Creo que requiere mucha valentía señalar las distinciones entre aquello que es amor y aquello que no. Somos las generaciones jóvenes quienes estamos buscando prácticas concretas sobre cómo amarnos sanamente. Y quienes señalamos lo peligroso que es confundir *amor* con apego, con dominio y control, o sencillamente, con miedo.