Puede que una composición musical, en el cénit pragmático que esta puede alcanzar, sea la clave de inspiración para que un enjambre social marque un hito histórico inédito. La unión es la clave de la victoria cuando nos referimos a movimientos sociales: es en la identificación colectiva donde los grandes cambios se imaginan con más fuerza y logran concretarse. 

Creo que la música es un elemento fundamental para que una colectividad actúe de manera reacia y decidida. Primeramente porque logra unir a quienes conforman un grupo, y segundamente porque una melodía agradable permite que las defensas morales y éticas se debiliten en quienes se sincronizan, al adoptar una composición que refleja una cultura, una lucha y una meta; cantando una identidad traducida en notas musicales. 

En su artículo de investigación, “Música y juicio moral: el efecto de la música de fondo en la evaluación de anuncios que promueven un comportamiento poco ético”, Naomi Ziv, psicóloga de la Facultad de Estudios Académicos de Administración en Rishon Le Zion, Israel; descubrió que: “… las personas que escuchaban música de fondo alegre tendían a aceptar más comportamientos poco éticos y engañosos”.

Fue mediante tres estudios que, con base en lo observado en gente voluntaria, Naomi Ziv concluyó que aquellas melodías que inspiran alegría, paz, y en general sentimientos agradables, neutralizan el juicio moral. En consecuencia, esto provoca que las personas sean más propensas a cometer actos considerados como poco éticos. 

Ahora bien, aplicando los descubrimientos de Naomi Ziv a los movimientos sociales, observamos que siempre los acompañan composiciones musicales. En las manifestaciones, movimientos sociales y revoluciones, se encuentran las canciones, unas más complejas que otras, que se van cantando mientras el aglomerado avanza hacia cual sea que sea su objetivo. 

Aquella composición musical producida por el movimiento social refleja los estandartes de quienes se manifiestan en ese grupo. Aquellas canciones propias de un movimiento social reflejan el sentimiento del vulgo, sus deseos y sus convicciones. Y tienden a ser fáciles de aprender, ya sea porque riman o toman una parte de la cultura que es de conocimiento general y la introducen en el contenido de la canción. Además, el ritmo suele ser inspirador y alegre, debido a la carga emocional que conlleva la propia canción y porque también carga con la meta más distinguida de un movimiento: salir victoriosos. 

Es decir, la música de una manifestación, revolución o movimiento social es en sí misma el objeto de identificación entre quienes los conforman, ya sea en su motivo, fin o sentimiento en su lucha. Esas canciones que se cantan mientras se marcha, se lucha o se llora; verbalizan un sentimiento y es en su entonación donde las personas encuentran inspiración y unión. 

Entonces, siendo que la música une a un conjunto de personas emocional e idealistamente, de acuerdo con lo que dice la psicóloga Naomi Ziv, dicha sincronía derivada de lo agradable que resultan esas melodías, al ser música de valencia positiva, hacen que también se unan sus acciones en el mundo material. 

Puede que se deba al sentimiento de confianza y furor que produce el entonar una canción representativa de un movimiento social, que los integrantes de susodicho movimiento se atrevan a cometer actos que, en su contexto histórico, podrían ser tildados de antimorales o poco éticos, tal como destruir monumentos o reclamar derechos y libertades. Quizá se deba a que el pudor para actuar se desvanece al momento en que se hacen borrosas las reglas de la moral de aquel tiempo, pues la moral, en condiciones normales e individuales, parece una entidad rígida e incambiable la cual determina qué está bien y qué está mal. Por lo que, si se actúa en contra de la moral, todos juzgarán negativamente y es probable que dicha acción inmoral no se perpetúe individualmente debido a la vergüenza y exposición que generaría. 

De este modo las revoluciones se han caracterizado por ser estrepitosas en sus actos cometidos para hacerse escuchar y obtener sus demandas, ya que sus individuos desestiman la moral en su lucha por un bien común a consecuencia de su sincronía emocional representada en la entonación de un himno en el que se ven y sienten reflejados. 

Sin embargo, el que un acto sea considerado de antimoral o antiético en un determinado espacio y tiempo, no quiere decir que lo sea necesariamente. Por ejemplo, en las sociedades a principios del siglo XX se consideraba inmoral el que las mujeres pudieran votar, o que las personas afrodescendientes tuvieran los mismos derechos y libertades que los demás. 

La música ayuda a cometer actos que individualmente no haríamos debido a la pena pues, primeramente, nos genera unión, motivación, confianza y seguridad si se canta con muchísimos más individuos y, segundamente, nubla el sentido de la moral, lo cual ayuda al aglomerado a desafiar las reglas morales de su tiempo y poner en implementación las medidas que consideran necesarias para hacer de sí sus objetivos. 

Exigir cosas que para la moral del tiempo en que se desarrolla un movimiento social son nuevas es inmoral, puesto que no han sido aceptadas por la sociedad de la época. Así como las consecuencias de esta, pues en su desarrollo se destruyen o vandalizan monumentos, casas, ministerios e incluso vidas. Sin embargo, a pesar de que todo ello es considerado en su momento como inmoral o antiético, los medios logran cambios de progreso. Ese ímpetu que hace que masas tambalean sociedades enteras para lograr bienes mayores, solamente es posible cuando dichas masas se identifican con la causa, se reconocen como iguales, comparten sentimientos y tienen el suficiente valor como para comportarse de manera inmoral según la sociedad de la época. Y una parte fundamental para que lo anterior ocurra con éxito es, definitivamente, las composiciones musicales en cada movimiento. 

La música nos hace tener confianza, nos eleva el ánimo y, por tanto, tendemos a actuar impulsivamente debido al furor que una melodía alegre nos evoca. Es por eso por lo que las canciones que riman y que están acompañadas de un buen ritmo nos inspiran y alegran, y sus efectos se enfatizan si nos identificamos con el mensaje de dicha composición y la compartimos con miles de personas más. 

La fuerza de los movimientos sociales que finalmente desemboca en la culminación de una lucha es sustentada anímicamente por la música, que funciona como un soporte de motivación y esperanza entre quienes luchan, mueren y mueven para formar la historia.