En estas trincheras nuestras armas son palabras convertidas en argumentos y contra argumentos.
En estas trincheras nuestras armas son palabras convertidas en argumentos y contra argumentos.
Crédito: fanart / tudelatino.com
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Sarai Sánchez Beltrán

Facultad de Estudios Superiores Cuautitlán

Saraí es una persona que ama la buena música, un buen viaje, una deliciosa comida y contemplar atardeceres. Me apasiona dibujar, leer, cantar, escribir, investigar, patinar en hielo, la playa; pero sobre todo crear historias y más si soy yo la que pone el toque en los dibujos. Soy licenciada en psicología por la FES Iztacala, maestra en la MADEMS por la UNAM, consteladora familiar y actualmente estudiante en Diseño y Comunicación Visual en FES Cuautitlán, simplemente soy un ser poco convencional al que le gusta ayudar a los demás de una manera creativa, llevándolos siempre al encuentro con ellos mismos; amo ser madre de dos pequeñas, soy libre y de espíritu aventurero.

Hogwarts: la escuela soñada

Número 15 / OCTUBRE - DICIEMBRE 2024

¿Quién no quisiera estudiar junto a brujas, magos y criaturas fantásticas?

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Sarai Sánchez Beltrán

Facultad de Estudios Superiores Cuautitlán

Pensar en una escuela llena de magia como lo es Hogwarts, la escuela de magia de la serie de películas de Harry Potter, nos ha dado una esperanza a muchos y muchas a lo largo de varias décadas. Esto ocurre, me parece, sobre todo cuando son finales de semestre y nos sentimos sumamente preocupados y angustiados por los exámenes y trabajos que hay que entregar en tiempo récord… a veces no hay más salida que hacer las cosas con magia. ¿Se imaginan estar en un castillo con una cancha enorme de Quidditch (deporte parecido al rugby pero con escobas voladoras), o aprendiendo a volar sobre una escoba, o en un salón donde se imparten temas sobre criaturas mágicas, hechizos y pociones?

Sin duda a veces esto suena mucho más emocionante que los profesores estresándonos y apabullándonos, con tantos y tantos contenidos académicos, en los cuales muchas veces no hay creatividad. No obstante, pienso que es ahí donde tú le comienzas a imprimir lo divertido y mágico a todo: cierras los ojos y comienza la aventura.

Imagina. Son las 8 de la mañana y estás parado(a) en la estación 9 y ¾ que espera el ferrocarril, con tu valija en donde traes a tu lechuza en su jaula, ella está un poco inquieta por el recorrido del viaje; tienes tu mapa del merodeador (que te ayuda a saber dónde está todo el mundo) en las manos, esperando con ansias volver a reunirte con tus amigos. Entonces llega el expreso de Hogwarts y la magia comienza. Dentro del vagón del tren, pasa el pasillo el carrito de las golosinas y entonces compras una rana de chocolate, varitas de regaliz y unas grageas de sabores exóticos. Entonces miras por la ventana para contemplar cómo vas recorriendo toda la ciudad, pasando por la Casa de los gritos y Hogsmeade hasta llegar finalmente a  Hogwarts.

Bajas del tren y subes a los carruajes que son jalados por los thestrals (caballo místico),  llegas a la entrada del castillo y una vez dentro del gran comedor, notas que ya te están esperándote tus amigos. Entonces miras el techo y encuentras velas flotando en el aire, te sientas en las grandes mesas con el banquete y ves que todos tus compañeros y compañeras ya se encuentran ahí. Luego miras y la comida está servida, hay tritones de jengibre, pasteles en forma de caldero, miel de flores del bosque prohibido, jalea de “fresaloca”, zumo de diente de león, vino de ortiga, plumas de azúcar, moscas de café con leche, caramelos que estallan, cerveza de mantequilla, alhelí, vino de saúco, whisky de fuego y tu favorito: una rica bebida de jugo de calabaza. Este paisaje gastronómico está junto con un periódico El Quisquilloso. 

Así, y después de una larga platica con tus amigos subes por las escaleras que se mueven rápidamente para cambiar de posición, luego olteas y ves a las personas de las pinturas del lugar moviéndose y sonriendo por tu llegada a la escuela de magia y hechicería. De esta forma te apresuras para llegar a tu primera clase, que es de defensa contra las artes oscuras; una vez ahí encuentras al profesor haciendo un ejercicio con un boggart (especie de duende), diciendo que éste va a tomar la forma de lo que más miedo te cause en la vida. ¿En que se convertiría el boggart al estar frente a ti? Luego el profesor te dice que tienes que extender tu varita y decir firmemente ridiculus, para que este ente tome un aspecto gracioso y con tu risa lo puedas neutralizar y contener, de esta forma lo haces y así cada uno de tus compañeros; al terminar todos se felicitan por cumplir el objetivo de la materia. 

Sales del salón y te diriges a la siguiente clase que es adivinación, tu profesora pide que forme equipos y que intenten leer el tarot a su compañero, la bola de cristal o las runas. Es el momento que habías esperado para conocer sobre el futuro, así que lees con detalle sobre lo increíble que son las 78 cartas del tarot y te enfocas en esa carta que te transmite un mensaje importante: el arcano mayor número 5, el maestro, también conocida como el hierofante o el sumo sacerdote, y con esa carta del tarot en tus manos, te das cuenta de lo importante que es el maestro en tu vida pues es quién te guía cuando te sientes perdido. 

Es como si esta figura fuera una luz de conocimiento y sabiduría que te ayuda a encontrarte con tu propio proceso y forma de aprendizaje, entonces sientes que todo irá de maravilla. Así, intentas entender cómo es que el ave fénix renace de las cenizas… ¡y de repente despiertas!, vuelves a la realidad del aula terrenal, dónde el estrés por entregar los trabajos ya se avecina, el final del semestre está cerca y percibes que muchas veces ese profesor que tú quisieras que fuera una guía realmente no lo es. Lo cierto es que muchos profes a veces solo están ahí en el aula, dando clases porque esta actividad fue la único trabajo que encontró, lo único que le quedaba por elegir para mantener sus necesidades básicas de sobrevivencia y entonces está ahí tolerando a tu personas y a tus compañeros, tolerando incluso su propia existencia. 

Si hacemos un recorrido a lo largo de nuestra existencia como estudiantes, podemos percatarnos que este recorrido ha ido como un bucle en picada: no tenemos tiempo ni de respirar, estamos inmersos en planes de estudio que muchas veces ni siquiera son los adecuados para nuestro país; por otro lado, nuestra sociedad, nuestra cultura e incluso nuestra alimentación son insuficientes porque es cierto que un niño que no desayuna, no podrá realizar el mismo papel que uno que comió huevitos revueltos, un jugo de naranja o hasta arroz con un trozo de pescado. Es complicado pensar en esta sociedad en la que la educación no está al margen de una política, una sociedad que nosotros como estudiantes, como comunidad e incluso como docentes, podemos cambiar. 

Sobre todo hay que mejorar esos hábitos que tenemos al resignificar lo que entendemos por “escuela”, debemos empezar con la idea de que somos participes de nuestro propio crecimiento intelectual y desarrollo profesional, que eso nos abrirá las puertas a relacionarnos con nuestras materias y nuestros profesores de una manera distinta, pero sobre todo, es una manera de relacionarnos con nuestro cuerpo mediante una sintonía que permite cultivar la vida y no sólo una colitis nerviosa o gastritis al final del semestre: nosotros somos quienes cuidamos de nosotros mismos y el hecho de ver en el profesor que también es un ser humano con problemas y recíprocamente, podríamos empezar a crear un espacio con un poco más de magia para todos.

Dedico estas palabras a los extraordinarios y mágicos, a los buenos e inclusive los malos profesores, porque de todos ellos he aprendido algo valioso.

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