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En estas trincheras nuestras armas son palabras convertidas en argumentos y contra argumentos.
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Carlos Alexis Jonguitud Carcamo

Facultad de Estudios Superiores (FES) Aragón

Carlos Jonguitud es estudiante de la carrera de Relaciones Internacionales en la Facultad de Estudios Superiores (FES) Aragón de la Universidad Nacional Autónoma de México. A lo largo de su experiencia se ha desarrollado en actividades de diversa índole como en el programa Embajador BIVA Universitario y el Reto Banxico. Ha participado en espacios como el Foro UNAM Rumbo a la Sustentabilidad de la CDMX, el Concurso Espacio Abierto de TEPJF y el Foro de Política Exterior de México de la Jefatura de Carrera de Relaciones Internacionales de la FES Aragón. Ha sido articulista en espacios como ¡Goooya! del Programa Universitario de Estudios sobre Democracia, Justicia y Sociedad (PUEDJS). Sus temas de interés son la política exterior, gobernanza internacional de las ciudades, mercado de valores, movilidad urbana, sostenibilidad y medios de comunicación, tecnologías de la información y comunicación, así como la gestión empresarial. Es un apasionado promotor de la Inclusión Bursátil, Movilidad Sostenible y está comprometido con México.

Bolsa de valores y desigualdad

Número 7 / OCTUBRE - DICIEMBRE 2022

¿El mercado de valores realmente puede ser una de las alternativas para disminuir la desigualdad económica?

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Carlos Alexis Jonguitud Carcamo

Facultad de Estudios Superiores (FES) Aragón

En diversas ocasiones, al hablar del tema de riqueza, automáticamente se nos abre un abanico de debates sobre diversos aspectos. Algunos de ellos pueden abarcar desde brecha salarial, clases sociales, género y apertura de posibilidades; o también podemos pensar en quienes acumulan mayor riqueza y por qué lo hacen. Sin embargo, en muy raras ocasiones se habla del papel de la bolsa de valores o incluso de cómo usarla como factor para reducir toda brecha que conlleve la desigualdad.

Un momento de globalización sin precedentes como el que vivimos en nuestra actualidad, requiere de forma importante comprender cuál ha sido el papel de la bolsa de valores en la formación de las brechas, pero también cómo puede ser usada como un factor de cambio para las presentes y futuras generaciones. Especialmente, en un momento donde la tecnología ha permitido acercar y democratizar nuevos conocimientos.

De esta manera, se hace muy necesario cuestionarnos: ¿cómo se ve reflejada en las bolsas de valores la desigualdad? ¿Puede la bolsa de valores ser un factor para reducir las brechas sociales? Para resolver estas dudas, a continuación, analizaremos algunos elementos que nos permitan entender que si la bolsa de valores puede ser un factor de cambio para reducir la desigualdad, que se ha hecho y que se debe de hacer desde esta trinchera para que sea un factor de cambio.

Brechas entre naciones y entre personas: La “distribución de la riqueza”

Debemos de ser sinceros: la desigualdad no se ha dado de un día para otro; además, no es un problema que únicamente se observe en determinados países, sino que es un asunto que afecta a todas las naciones y todas las personas, siempre de diferente manera en cada uno de los casos. Sin embargo, resulta que en todos podemos observar algo en común: la distribución de la riqueza ha resultado mal.

Las crisis económicas son un ejemplo claro de mala distribución de la riqueza, pero también son muestra de la tendencia a la falta de oportunidades –especialmente educativa y financiera–, que ha traído consigo una reducción mínima de brechas sociales, de salarios, e incluso en la brecha de género. A esta suma, debemos incluir las situaciones locales e internacionales, así como el envío de mensajes económicos erróneos o no claros para el público en general.

De aquí que, cuando hablamos de invertir en la bolsa de valores, existe una verdad que es indiscutible: más allá de la imagen que se ha generado bajo la óptica de que sólo con “echarle más ganas” se puede lograr más, que incluso se ha llevado a la interpretación y estereotipo rico-pobre, realmente uno de los factores más significativos que impiden a las personas conocer y atreverse a invertir es la desigualdad en el mundo, en sus diversas variedades.

La desigualdad es un tema del cual se ha hablado a lo largo de muchas décadas, pues precisamente ha ido en aumento esas décadas y eso ha traído como consecuencia al crecimiento de las brechas económicas entre los países ricos y los países pobres. A pesar de los avances tecnológicos, políticos, sociales y económicos, hoy existen personas sin los suficientes recursos para tener una calidad de vida estable.

A pesar del aumento de inversiones de todo tipo y de la apertura a la competencia, esto no ha significado que se haya logrado mejorar totalmente en la calidad de vida en casi todos los indicadores sociales, todavía queda mucho camino para reducir la pobreza en el mundo, pues la influencia que tiene la desigualdad en la clase trabajadora cada vez es más tan grande a la hora de la toma de decisiones.

A lo anterior debemos sumar la cada vez más constante acumulación de riqueza en manos de los ‘millonarios’ que no ha dejado de aumentar, mismo que ha aumentado con la crisis económica de 2008. Recordemos que, para Oxfam Internacional (2020), existen 2,153 personas que tienen una riqueza colectiva superior al 60% más pobre del mundo (4,600 millones de personas); mientras para Credit Suisse (2019) solo el 1% de la población acumulaba el 43.4 % de la riqueza mundial.

Debemos considerar que los efectos de la crisis sanitaria –todavía existente– de la COVID-19 están provocando un aumento sin precedentes de la desigualdad en todo el mundo por los bajos recursos educativos y tecnológicos que tienen millones de personas, esto nos permite entender que las brechas continuarán aumentando, afectando a sectores tales como el de las mujeres.

Asimismo,de la distribución de la riqueza no es proporcional, y de hecho, también debemos sumar otras razones por las cuales cada vez existen más desigualdad, las cuales van desde la falta de conocimiento financiero y el desigual cambio tecnológico, los cuales podrían usarse como instrumento para mejorar la productividad, las condiciones de vida, redistribuir la acumulación de riqueza y desempleo.

Impacto social: Superando las problemas para adquirir educación financiera

Sin embargo, hablar de brechas sociales también debemos de tener en mente la implicación de la educación financiera, a la cual, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OECD: 2005, p. 13) define como “[…] el proceso mediante el cual los individuos adquieren una mejor comprensión de los conceptos y productos financieros y desarrollan las habilidades para tomar decisiones informadas, evaluar riesgos y oportunidades y mejorar bienestar”.

Esto significa que cuando una persona carece de los elementos para tomar decisiones que impulsen la administración de su dinero, entonces no será capaz de cumplir con sus obligaciones financieras, ni tendrá seguridad sobre su futuro económico. Por ello, es necesario evaluar cómo nos encontramos con respecto a estos temas y descubrir cuáles son las áreas de oportunidad que necesitamos mejorar.

No podemos dejar de lado el hecho de que la falta de educación financiera en países como México, situación que se refleja en el Encuesta Nacional de Inclusión Financiera (ENIF) de la INEGI –la más reciente, del 2021–, deriva en muchos problemas, pues en la medida en que las personas no han tenido acceso a información confiable desde y del sistema financiero, ha resultado que sea mucho más difícil que se cuenten con las herramientas adecuadas para administrar recursos y merman las posibilidades de contar con planes de ahorro e inversión.

Dentro de la cuestión sobre el bajo nivel de educación financiera de la población, debemos considerar el impacto de la poca integración en los programas formativos que desde la niñez y juventud se ofrece sobre la planeación financiera, lo que incurre a que también no se comprenda como adquirir productos financieros y bursátiles. Además, se suma el desconocimiento de los derechos y obligaciones como usuario, lo que incide en la gestión de la calidad de vida.

Esta problemática no ayuda a que la competitividad, competencia y comunicación de las instituciones públicas y privadas en asuntos financieros sigue siendo muy limitado, y en una perspectiva macro afecta al desarrollo económico del país las políticas bancarias, lo que hace obligatorio que en futuros años sea la educación financiera y bursátil un eje principal a desde el nivel educativo.

Sin embargo, resulta que más allá de un tema escolar con implicación importante, a fin de reducir las brechas financieras de la población, se hace importante mencionar que a esto también se suman otros factores, tales como los culturales, mismos que incluyen al individualismo o el machismo. El tema geográfico también tiene un impacto, pues mientras más lejos de las ciudades, existe una mayor grieta en términos de acceso a la educación financiera.

El objetivo claro de reducir las brechas nos hace ponerle un nombre: conseguir el alfabetismo financiero, al cual podemos comprender como “[…] la combinación de la concientización, conocimientos, habilidades y comportamientos necesarios para tomar decisiones financieras sólidas y eventualmente lograr el bienestar financiero individual” (Atkinson y Messy: 2013).

Con esto, se pueden reducir o eliminar varios riesgos como la falta de ponderación para el emprendimiento; para el ascenso de las mujeres en puestos directivos; para poder llegar a obtener un mejor empleo y para desplazar la falta de conocimiento o planeación. Sin embargo, parte de ello comenzará por hacer esfuerzos por eliminar los mitos existentes, siendo el mercado de valores uno de los primeros en ser considerados como unos impulsores de la ponderación financiera.

Bolsa de valores como factor de cambio: eliminando brechas y desigualdad.

Hasta recientes años, el pensamiento financiero de muchos sectores sociales se ha limitado a imaginarse que invertir recursos en la bolsa de valores era posible solo para personas expertas en el análisis financiero. Algo así ocurre con micro, pequeñas y medianas empresas (MiPyME), quienes pensaban que solo selectas empresas podrían llegar al mercado de valores. Y si, el estigma también alcanza a las mujeres, bajo un mundo que crea al “techo de cristal” directivo y de inversiones.

Esto ha ocurrido, en parte, como hecho derivado de la falta de conocimiento financiero, a la cual podemos considerar como razón principal por la cual la clase trabajadora ha accedido a aquellos estereotipos que generan miedo para comprar acciones en la bolsa. A esto, debemos sumar la idea de que es necesario tener una incansable cantidad de dinero para abrir una cuenta de inversión. Y por supuesto, también se encuentra la imagen de un mundo “patriarcal y trajes”.

A pesar de estos mitos y estereotipos, el mercado de valores realmente puede ser considerado como una de las alternativas para disminuir la desigualdad económica; pero que este elemento pueda surgir como una respuesta a la reducción de brechas, se debe de comenzar por democratizar la educación financiera, con un objetivo muy importante: el de reconocer el valor del dinero y su importancia de su cuidado para la economía personal, así como el de aprender a hacer inversiones inteligentes.

Pero el mercado de valores, a través de la bolsa de valores, más allá de ser vista como una alternativa para crear las bases de la disminución de diferencias económicas, pero también puede permitir el acceso a un trabajo mejor remunerado y con mayores condiciones, con un panorama donde las mujeres, personas con discapacidad (PcD) o de la comunidad LGBTTI+ puedan acceder a mejores oportunidades, dando como resultado un ganar-ganar.

Claro, posiblemente te encuentres preguntándote ¿cómo es posible que pueda suceder esto? Comencemos por desmitificar. La primera situación (y la más común) es en cuanto a la cantidad de recursos a invertir: en el caso de México, en los últimos años se ha abierto la posibilidad de poder aperturar una cuenta de inversiones desde $100 (cien pesos mexicanos) en una casa de bolsa regulada siempre por autoridad -la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV)-.

A pesar de que no es necesario que tengas grandes conocimientos previos acerca del funcionamiento de mercado, es claro que es importante saber conocer elementos mínimos sobre comisiones, impuestos o en qué estás invirtiendo. Sin embargo, a pesar de que la educación financiera es un tema que debe trabajarse desde la niñez, con las autoridades y las familias, esto no limita a que una persona sin este conocimiento pueda hacer inversiones.

Otro mito es el de la limitación a inversión solo en empresas nacionales: claro que es ideal que puedas invertir en empresas nacionales, sin embargo, también tienes la posibilidad de invertir en empresas internacionales -la que te guste- del Sistema Internacional de Cotizaciones (SIC).

A esto podemos sumar la cuestión de las empresas en la Bolsa: con la apertura de la segunda Bolsa de Valores en México, la Bolsa Institucional de Valores (BIVA), se ha dado la apertura a la competencia, misma que -en este caso- sí ha significado una reducción de los costos de operación y mantenimiento, dando posibilidad de que las MiPyME busquen operar en la bolsa. Claro que, al hacer una empresa pública, conlleva la institucionalización, búsqueda de nuevos compromisos y una larga travesía burocrática (tarea para las autoridades).

Hablando de inversiones y compromisos, aquí llegamos a la posibilidad de crear un ganar-ganar pues, así como se invierte en una empresa, esta tiene la posibilidad de crecer, de generar mayores remuneraciones que se distribuyan al capital humano, de que realice más contrataciones y que dentro de sus consideraciones, invierta en la capacitación, así como en la inclusión de las PcD, de la comunidad LGBTTI+ y de las mujeres en puestos directivos, como parte de su compromiso público.

Entra la necesidad de hablar de compromisos con el medio ambiente, con la transparencia y la sociedad. Desde hace unos años, los factores Ambientales, Sociales y de Gobierno Corporativo (ASG) han pasado de ser considerados como factores externos, a ser incluidos como parte de los modelos de negocio y como componentes integrales de estrategias corporativas, lo que ha impulsado a que el mercado de valores sea uno de los catalizadores en impulsar que las incursiones en la bolsa de valores contengan elementos ASG, como la existencia de los bonos temáticos, sustentables o de género, los índices sustentables como FTSE4Good BIVA o que los gobiernos corporativos tengan un Chief Sustainability Officer (CSO).

Por lo tanto, incluso más allá de invertir en el mercado de valores como un potencializador de la educación y crecimiento financiero personal, pero también como catalizador del crecimiento económico nacional para que las empresas PyME obtengan recursos y crezcan, también es una forma de tratar alcanzar una mejor armonía social, ambiental y comprometidos con la inclusión.

Redescubriendo la bolsa de valores: un generador de oportunidades

No podemos dejar esta travesía sin decir que en las bolsas de valores se ha visto reflejada la desigualdad, especialmente ante la formación de mitos, con los cuales, si se rompen, puede la bolsa de valores ser un factor para reducir las brechas sociales y un factor de cambio para reducir la desigualdad.

Los beneficios que ofrece la educación financiera e inclusión bursátil, tanto para la economía de cada individuo como para la economía nacional son muy importantes, pues además de mejorar las condiciones de vida, proporcionan herramientas para la toma de decisiones y dan lugar a una mayor y mejor demanda de productos y servicios bursátiles y financieros adecuados, lo cual hace importante la existencia de mayores niveles de educación financiera

Además, a pesar de que invertir debe ser visto como un proyecto de mediano y largo plazo, no podemos decir que, en la actualidad, no existan efectos de lo anterior. Uno de los que deben ser reconocidos es la inclusión de una mujer en un puesto directivo, como el caso de la Mtra. María Ariza García Migoya como Directora General de la segunda bolsa de valores de México, BIVA.

Sin embargo, es claro que hace falta mucho camino que recorrer, desde las autoridades, el sector privado y la sociedad, tanto para reformar los planes de trabajo educativos en el gobierno, pero también en el enfoque gubernativo de las empresas. Por lo que, si se trabaja en conjunto, puede la bolsa de valores ser un factor para reducir brechas financieras y por ende, las brechas sociales.

¿Y tú qué opinas? Recuerda que tienes la última palabra.

FUENTES CONSULTADAS.

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Bolsa de valores y desigualdad

Una respuesta

  1. Es de suma importancia comprender y entender cómo funciona la Bolsa de Valores. También me preguntó porqué uno no investiga, no arriesga; no comprende los beneficios que pudiera obtener al invertir en tener una salud financiera sana. Se puede cambiar la economía personal y hasta nacional. Este artículo me ha ayudado a entender los beneficios que se pueden obtener al utilizar el dinero sabiamente. Felicidades al creador!

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