Hablar de política no se limita a los debates parlamentarios o a las protestas en las calles; también habita en los rincones más pequeños de nuestra vida cotidiana. En nuestras acciones diarias, consciente o inconscientemente, participamos en la construcción y deconstrucción de la política. Pero, ¿cómo sucede esto realmente?

**Construir la política día a día** significa tomar decisiones que impactan los sistemas de poder en los que vivimos. Cada vez que votamos, apoyamos movimientos sociales o decidimos consumir productos éticamente responsables, estamos contribuyendo a construir una sociedad que refleja nuestras convicciones. Incluso nuestras relaciones personales están cargadas de política. ¿Cómo nos relacionamos con las personas de diferentes orígenes y realidades? Cada interacción refleja y, a veces, cuestiona dinámicas de poder más amplias.

Por otro lado, **deconstruir la política** implica cuestionar lo que hemos dado por sentado. Examinar críticamente las normas de género, las jerarquías laborales o las costumbres sociales es un ejercicio de deconstrucción. También lo es consumir los medios con un ojo crítico, cuestionando los relatos dominantes y sus intereses, y reconociendo cómo ciertos privilegios nos posicionan dentro del sistema.

La política está en todo lo que hacemos. No es solo un campo abstracto de decisiones gubernamentales, sino una realidad viva que construimos y deconstruimos en cada acto cotidiano. Si tomamos mayor conciencia de este proceso, quizás podamos empezar a diseñar activamente la política que queremos ver reflejada en el mundo.