Frente a un contexto que presenta incesantes cambios –que estamos viviendo en nuestros días y desde diversas trincheras–, se requieren de instituciones verdaderamente sólidas, cooperativas, resilientes, abiertas al diálogo, al debate, a la democracia, y que busquen consolidar una voz responsiva a los constantes clamores de la comunidad, de modo en que se encuentre continuidad para mantener buena sintonía. Una institución como lo es la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), es un faro de esperanza que ha abierto la conversación para un mejor México, contribuyendo a un país distantemente transformado en las últimas décadas.

Sin embargo, en este momento en el que vivimos de cara a las consecuencias de la globalización económica y financiera, política, social, cultural; a los desafíos de nuestro hogar, del planeta finito; a la llegada de tendencias progresistas o regresivas a los diversos poderes públicos y privados en lo nacional e internacional; se requiere de la formación de personas profesionales, modeladas por pares cualificadas, que cuenten con lo requerido para llevar a cabo su trabajo con los educandos y con sus deberes de investigación, desarrollo e innovación (i+d-i). Al mismo tiempo, en un caso como lo es una institución pública como la UNAM, este debe también servir como canal social para el cambio, para la revolución de las conciencias y para el impulso a la transformación.

Hoy por hoy, la universidad debe dar un paso de frente al presente y con mirada al futuro, conociendo el momentum que atraviesa y el entorno que le rodea, para encontrar las mejores prácticas que den cabida a todas las expresiones que en ella han residido, de las que llegarán y (de las cuales, estoy seguro) que seguirán teniendo a la UNAM como su casa, aprovechando el momento en que la institución estará viviendo una nueva etapa encabezada por el Dr. Leonardo Lomelí Vanegas como rector. En este sentido, el presente texto busca analizar los retos y oportunidades de la Universidad Nacional en los años venideros, para comprender cuáles serán los puntos focales por reforzar, en donde reformar y en qué cosas debe existir continuidad.

Universidad en democracia: de la autonomía, el diálogo y el consenso, a la legislación.

Desde el 17 de noviembre de 2023, después de un largo periodo de auscultación con la comunidad universitaria por parte de la Junta de Gobierno –misma que comenzó desde agosto del presente año–, la UNAM cuenta con el Dr. Leonardo Lomelí Vanegas como nuevo titular de la rectoría, quien liderará los destinos hasta el año 2027. Sin embargo, este instante ha sido resultado de un histórico proceso en que la Junta, como órgano facultado para la designación, ha tratado de ir más allá de los planes de trabajo de las personas candidatas, buscando sumar los clamores de la comunidad y así conocer las necesidades de los campi universitarios.

Ello nos hace recordar que la UNAM representa a todx universitarix que ha recorrido y que recorre cada una de sus instalaciones. La mayor expresión de esto se encuentra en el gobierno universitario mismo que, además de velar por la estabilidad, ha transmutado con el tiempo gracias a la lucha intergeneracional por lograr mayor participación democrática en el mismo. He aquí donde englobamos a la mencionada Junta de Gobierno; al Consejo Universitario, Patronato Universitario, la Administración Central, las coordinaciones universitarias y direcciones académicas, donde incluimos cuerpos colegiados como el Colegio de Directores, los Consejos Académicos y de Asesores, el Tribunal Universitario o a la Defensoría de los Derechos Humanos.

Este nivel de institucionalidad no habría sido alcanzado si no fuera por la existencia de la Ley Orgánica de la Universidad Nacional Autónoma de México, de donde parte la regulación de la vida interna de la institución desde 1945, siendo así un marco general que refuerza la importancia de la autonomía –aunque no ha sufrido modificaciones desde su promulgación–. Esta ley se encuentra acompañada de un extenso compendio normativo: la legislación universitaria, comprendida por estatutos, reglamentos, códigos, lineamientos, normas y normativas particulares que tratan de mantener el orden universitario.

A pesar de que la diversidad organizacional actual ha sido creada paulatinamente, es necesario transitar un reformado modelo de Universidad, que retome al aprender a aprender, a ser y hacer, como el Dr. Pablo González Casanova lo reflejó en los valores de la Escuela Nacional Colegio de Ciencias y Humanidades, combinando lo mejor de cada espectro existente de nuestra universidad, con alturas de mira a la innovación del presente, al servicio de la nación y al mundo. Este es el reto que ha tomado el Dr. Lomelí Vanegas, integrante de la UNAM desde su paso por la Escuela Nacional Preparatoria 9, por la Facultad de Economía y en Filosofía y Letras, hasta la Secretaría General bajo la rectoría del Dr. Enrique Luís Graue Wiechers (2015-2023).

Universidad en perspectiva: sobre la continuidad, las reformas y los nuevos polos.

A casi 95 años de autonomía de la UNAM, el entorno en que se desarrolla ha presentado importantes modificaciones, con problemáticas cada vez más complejas a las cuales debe responder y adaptarse con mayor velocidad. La evolución en la gobernanza global y multinivel, en suma, a complejidades como el cambio climático, la globalización, la transición entre modelos de gobierno, la llegada de nuevas tecnologías, nuevas complejidades (sírvase de ejemplo, el SARS-CoV-2) o el retorno de posiciones extremistas, hacen del trabajo y gobernanza académicas, una labor cada día más compleja. En medio de la crisis, también se ha sumado el cúmulo de desinformación que ha llevado a confrontamientos críticos a las ciencias, humanidades y artes.

En consonancia a la vertiginosa transformación, es un deber de la Universidad Nacional y de su comunidad, consolidarse como un espacio abierto al diálogo, la deliberación, a la democracia, la transparencia y rendición de cuentas, a la expresión de ideas, a la creación de nuevas visiones y a servir como caja de resonancia para la cambiar conciencias, para la formación de bienestar en la sociedad; un pleno mecanismo de preservación de las expresiones sociales, artísticas y culturales. Una universidad que permita soñar al mejor México.

Para nuestro país, la UNAM debe servir como un mecanismo para aprovechar las oportunidades que enfrenta, como lo es la llegada de inversiones vía relocalización empresarial (nearshoring, best–shoring y ally–shoring), en los cuales será necesaria la implicación de toda ciencia –desde las naturales, exactas, hasta las sociales–, de las humanidades y artes. Empero, para poder lograr un óptimo desarrollo del capital humano necesario para redinamizar la estructura ambiental, social, política, legal, económico-financiera, cultural nacional, es requerido un aumento en el financiamiento de la educación pública o, en su debido caso, encontrar nuevos métodos y maneras de obtener recursos para las bases fundamentales de la institución.

Financiamiento es solo un inicio de la reforma pendiente; es igual de relevante dar paso a la reclasificación de recursos, en concordancia a una burocracia más ajustada (retabulación), con un cuerpo académico que sea óptimamente recompensado, desde el contrato de trabajo, por sus actividades de enseñanza, innovación, investigación y desarrollo. Un nuevo modelo de egresos debe ser latente en la infraestructura física y virtual, que implique un especial esfuerzo en los campi externos a Ciudad Universitaria, tanto en la iniciación universitaria y bachillerato, en las Escuelas Nacionales y Facultades de Estudios Superiores, en el Sistema de Universidad Abierta y a Distancia, en los centros de extensión e institutos de investigación. En este sentido, debe también evaluarse el desempeño de la movilidad y de sedes en el extranjero.

La hoja de ruta debe implicar una nueva manera de tratar con las unidades académicas, en la que se observe mayor descentralización de la administración general, académica y del personal, al mismo tiempo que permita unificar procedimientos, plataformas y manejos entre las instituciones universitarias, con especial énfasis a la reforma en el ámbito de tramitología (transición digital). Evitar la discriminación financiera y administrativa entre los campi debe ser objetivo por alcanzar, lo que debería llevar a la profundización de la diversificación académica de las mismas con el objetivo de que, por ejemplo, las Escuelas Nacionales de Estudios Superiores tengan posgrados que les eleven a rango de Facultades, o que las Facultades de Estudios Superiores puedan reformar sus instalaciones.

Ser una de las 100 mejores universidades, según el QS World University Ranking 2024 significa, más que una distinción, un reto para avanzar a mayores posiciones en el futuro. Ello significa no quedarse de brazos cruzados y seguir buscando cómo recortar la brecha con universidades nacionales e internacionales públicas y privadas. Para alcanzar una UNAM con mayor excelencia, debe darse un necesario reforzamiento en las actividades de investigación, así como de inducción al educando en el mismo; además, debe buscarse el fortalecimiento y renovación de la docencia, tanto en condiciones de trabajo y capacitación que les permitan tener mayor interés en el involucramiento de las actividades universitarias.

No obstante, deben de ser incorporados en la práctica a los puntos de interés de la comunidad: la erradicación de la violencia; la búsqueda de la igualdad de género y de la salud integral; la implementación de prácticas sustentables en la vida universitaria (como requisito, por ejemplo, en las infraestructuras futuras); de incorporación de metodologías de sostenibilidad institucional (ASG o ambiental, social y de gobernanza) y el mantenimiento de la integridad universitaria en el trabajo académico. Con ello se deberá intensificar la reforma a la legislación, con mecanismos claros, específicos, y que en su caso contengan procedimientos sancionatorios.

Además, el quehacer social y cultural universitario debe tener mayor apoyo y difusión. Desde el fortalecimiento de la presencia en línea de la divulgación científica, humanística, artística y cultural; mayor acercamiento e integración de la comunidad en las actividades culturales, hasta la necesaria reforma en la política de comunicación institucional, en que se contemple desde la imagen institucional unificada, hasta la coordinación entre medios de comunicación universitarios –Radio, TV y Gaceta UNAM–, para que se encuentren a la altura de la imagen de la Universidad.

Universidad en el porvenir: hacia la UNAM del mañana, ahora.

Conseguir la UNAM que soñamos todas, todos y todes, deberá a base de consensos con autoridades que tengan un buen conocimiento de la universidad, gracias a sus años de servicio. Con el mismo espíritu de las personas integrantes de la comunidad universitaria, se deberán tomar decisiones complejas, mismas que deberán ser realizadas con un mismo sentido de entrega, entusiasmo, tenacidad y fuerza entre todas las partes. Es importante mantener comunicación con el gobierno, sociedad en general, iniciativa privada, estudiantado, profesorado, cuerpo académico, trabajadores, directivos e integrantes de la gobernanza universitaria.

Se debe estar consciente del valor que tiene la UNAM en el desarrollo de la nación, por lo que, ser creativos, abiertos a la diversidad y a las nuevas ideas deberá ser parte adaptativa del eje de trabajo. Los resultados que se persigan deberán integrarse al sentido de pluralidad y cambio de la comunidad global, para que estos aporten o enriquezcan el conocimiento en beneficio a la sociedad y que hagan frente a los retos del mañana, ahora, por lo que el reto lo tendremos usted y yo, desde nuestras trincheras, en nuestra comunidad universitaria.

Recuerde que usted tiene la última palabra. Por mi raza hablará el espíritu.