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En estas trincheras nuestras armas son palabras convertidas en argumentos y contra argumentos.
En estas trincheras nuestras armas son palabras convertidas en argumentos y contra argumentos.
Minerva Irene Mendoza
Carlos Alexis Jonguitud Carcamo

Carlos Alexis Jonguitud Carcamo

Facultad de Estudios Superiores (FES) Aragón

Carlos Jonguitud es estudiante de la carrera de Relaciones Internacionales en la Facultad de Estudios Superiores (FES) Aragón de la Universidad Nacional Autónoma de México. A lo largo de su experiencia se ha desarrollado en actividades de diversa índole como en el programa Embajador BIVA Universitario y el Reto Banxico. Ha participado en espacios como el Foro UNAM Rumbo a la Sustentabilidad de la CDMX, el Concurso Espacio Abierto de TEPJF y el Foro de Política Exterior de México de la Jefatura de Carrera de Relaciones Internacionales de la FES Aragón. Ha sido articulista en espacios como ¡Goooya! del Programa Universitario de Estudios sobre Democracia, Justicia y Sociedad (PUEDJS). Sus temas de interés son la política exterior, gobernanza internacional de las ciudades, mercado de valores, movilidad urbana, sostenibilidad y medios de comunicación, tecnologías de la información y comunicación, así como la gestión empresarial. Es un apasionado promotor de la Inclusión Bursátil, Movilidad Sostenible y está comprometido con México.

¿Las redes sociales son un arma contra la salud mental?

Número 6 / AGOSTO - OCTUBRE 2022

Reflexiones sobre el impacto psicológico que pueden tener nuestra presencia digital

Carlos Alexis Jonguitud Carcamo

Carlos Alexis Jonguitud Carcamo

Facultad de Estudios Superiores (FES) Aragón

A lo largo del tiempo, la humanidad ha buscado nuevas formas de comunicarse, de pensar, expresar y por supuesto, de compartir. Es así como se han creado las herramientas que han permitido hacer inteligible las nuevas formas de relacionarse con nuestros cercanos e incluso con personas de otras latitudes. Pero esto no deja fuera que, en ocasiones, el resultado de ese proceso comunicativo pueda influir en nuestra forma de sentir, pensar y ver las cosas.

Una de las tantas herramientas de comunicación que han sido desarrolladas son los dispositivos electrónicos y la internet. Desde su proceso embrionario, ha pasado por una cantidad de cambios que comparten objetivos comunes: el de hacer la vida más fácil. En esa intención se han desarrollado las redes sociales, como un lugar donde puedes compartir y reaccionar, pero ¿puede ser un instrumento de doble filo contra la salud?

A continuación, analizaremos en dónde, desde y en qué ámbitos pueden las redes sociales ser herramientas que agredan, de diferentes maneras, a nuestro desarrollo cotidiano, con el objetivo de comprender las forma en que puede afectar a nuestra salud mental.

El ahora se vive con Internet y las Redes Sociales.

Quien, en estos días, prácticamente no puede vivir sin la convivencia en internet, sin importar que simplemente hagamos una búsqueda de información o de cualquier tipo de contenido multimedia. Hoy por hoy, buena parte de los cánones educativos, laborales y personales pasan filtro por alguna de las herramientas tecnológicas, desde Internet de las Cosas hasta las mismísimas Redes Sociales.

Y es que estas plataformas han revolucionado la forma en que conocemos y nos relacionamos con las personas, incluso saliendo de nuestros círculos internos, pues además se ha hecho un método por el que conocemos a alguien que vive en otras latitudes del mundo. Hoy, toda persona puede ir a las redes para buscar y sociabilizar con personas con las que puedan coincidir: una nueva forma de hacer networking.

Como podemos observar el uso de las plataformas se ha transformado en una parte integral de la vida de muchas personas, pues ahora que mejor manera de hacer llegar un mensaje, un anuncio, alguna fotografía, que con apretar algunas teclas y que con solo una latencia de segundos sea entregado a uno o múltiples destinatario; pero que en algunos casos puedas comentar, reaccionar o hacer match.

Para comprender el alcance de las redes sociales se hace importante mencionar la diversidad de redes sociales, pues Curtis Foreman (2017), blogger de la plataforma de Hootsuite, su diversidad puede ser dividida en diez tipos, que van desderedes sociales como Facebook, Twitter; las de intercambio multimedia como Instagram o YouTube; foros de debate como Reddit; marcadores como Pinterest, entre otros.

Cada una de ellas puede encontrar, más allá del objetivo de la comunicación y conexión, del intercambio de ideas o de compartir contenido, otro objetivo peculiar: el de recopilar información acerca de la experiencia de los usuarios. En algunos casos ha resultado que la información ha terminado sirviendo, o para construir algoritmos que identifiquen gustos del usuario o para ser vendida a terceros.

Esto ha dado paso a que las redes sociales se hayan convertido en un lugar preferido para hacer publicidad y comercializar, pero también para vender y construir ideas políticas, económicas y socioculturales, dando paso a la construcción de estigmas y estereotipos, en muchas ocasiones con ayuda del algoritmo informático, que según Ricardo Peña (Fanjul, 2018) son un “Conjunto de reglas que […] resuelven un problema en número finito de pasos elementales”.

El binomio de la interacción del usuario y de la recolección de sus datos en las redes sociales puede, de muchas formas, ser un elemento que puede influir, para bien o para mal, en nuestra forma de ser y estar con uno mismo, con nuestros cercanos y con la sociedad misma. Ante esta situación compleja se hace importante que podamos analizar los efectos que esto puede tener en la salud mental.

El doble filo: las redes sociales, más que comunicar ¿nos perjudican?

Es claro que una de las funciones positivas de las redes sociales han sido la comunicación más rápida y eficiente, pero también el de cerrar brechas de sociabilización de ideas. Sin embargo, resulta que no todo es miel sobre hojuelas, pues resulta que pueden tener un efecto perjudicial.

Las redes sociales han jugado sus usuarios, pues con el paso de su uso se les ha hecho dependientes de tener el efecto “dar y recibir”, consistente en la espera de reacciones acerca de los que pensamos, hacemos, compartimos o mostramos, sea a través de simples comentarios en un foro, post o un tweet, pero también a través de los like y sus variedades como “me gusta” e incluso de caritas reaccionando.

Ante la presencia del crecimiento de este fenómeno, sea o no con el objetivo de monetizar contenido o de simplemente compartir una parte de sí mismo, hemos podido localizar una presencia importante de estereotipos, de construcciones de falsas imágenes. Estamos comercializando nuestro nombre y nuestra imagen.

Estas herramientas se han convertido, hasta cierto punto, en la vivencia de mundos de fantasía, que siempre se encuentran llenos de perfección, sonrisas, personas en las que puedes siempre confiar, pero también como espacios donde expresar el desenfreno, el enojo, la protesta e inconformidad, lo que ha hecho que se traspase el hito de la expresión al de la trasgresión.

Las formas en que, hasta ahora, se ha logrado alcanzar la formación de estos anomalías van, desde la manipulación de la información y de la opinión pública; el tratar de formar parte de las tendencias o retos(por ejemplo, “Ana y Mía”); la búsqueda de ser un personaje famoso o influencer, lo que la puede llevar al paso de crear apariencias.

A lo anterior debemos sumar la reacciones internas que el usuario percibe ante el recibimiento de ciertos comentarios y reacciones, mismas que pueden traer consigo una exposición a la agresión sistemática, pero en especial al ciberacoso y al ciberbullying. Rodrigues (2021) adiciona a esto “[…] el contacto con personas no conocidas, el grooming, sexting, extorsión, retos virales peligrosos, contenido inapropiado para su edad, etc.”

Uno de los efectos colaterales prácticas a lo que han contribuido estos hechos tienen que ver con la generación propagación del acoso y de la violencia, ante la situación de anonimato y la falta de privacidad y seguridad. Precisamente es aquí cuando damos con el punto de las fatalidades hacia salud mental.

Con el hecho de que “[…] muchas publicaciones refuerzan el narcisismo, el nivel de vida, el consumo y el estado, […] han contribuido a una mayor prevalencia de diversos trastornos, incluidos los síntomas depresivos, la ansiedad y la baja autoestima” (Rodrigues, 2020). Sin embargo, no podemos limitarnos a esto, pues claro que las redes sociales pueden influir en el incremento de la desesperación, desconfianza, ansiedad, depresión, y conflictos con nuestra imagen.

A lo anterior debemos sumar otros riesgos potenciales, tales como el de los trastornos de conducta alimentaria; las adicciones –a una red social o seguir a persona(s) determinada(s)–, el miedo a ser ignorado, a sentirse excluido o a perderse de algo (FOMO en inglés); la presión por caerle bien a otros, por tratar de cumplir estándares de belleza, o el simple hecho de sentirse sin poder, en incomodidad o en dependencia con la tecnología.

Redescubriendo la tecnología: Reconciliándonos.

Como podemos observar, la tecnología, se ha hecho inevitable y su avance nos implica día a día, pues el grado de intercambio que tenemos con ella en las actividades días, han generado una serie de efectos, tanto positivos como negativo, pues cada vez son más personas las que se adentran en las redes sociales y tratan de encontrar en ella un elementos de identificación con otras personas.

A pesar de que podemos describir algunos efectos positivos en el día a día, eso no deja de lado que su uso si puede ser un arma de doble filo, pues puede provocar diversas consecuencias en nuestra salud, pero en especial la salud mental y psicológica, generando situaciones como ansiedad, depresión, dependencia, baja autoestima, adicciones e incluso suicidio.

Es claro que si a esto sumamos estas afectaciones a la consideración del uso de los algoritmos informáticos, pone en el radar la importancia un trabajo conjunto con las empresas. Sin embargo, como diría George Orwell (1949, p. 73) en su libro 1984, “el progreso tecnológico se permite solo cuando sus productos pueden aplicarse de algún modo a disminuir la libertad humana”. Es por esta razón que debe estar en cada uno el reflexionar y tomar acción con nuestras manos, pues cada uno de todas, todos y todes son únicxs e inigualables.

Recuerda que tienes la última palabra.

FUENTES CONSULTADAS.

  1. Fanjul, S. (2018, marzo 24) En realidad, ¿qué […] es exactamente un algoritmo? Madrid: El País.  Recuperado el 05 de Junio de 2022 en httpss://elpais.com/retina/2018/03/22/tendencias/1521745909_941081.html
  2. Foreman, C. (2017) 10 tipos de redes sociales y cómo pueden beneficiar a tu negocio. Hootsuite. Recuperado el 05 de Junio de 2022 en httpss://blog.hootsuite.com/es/8-tipos-de-redes-sociales/
  3. Orwell, G. (1949) 1984. 117 p.p. PDF. Recuperado el 05 de Junio de 2022 en httpss://www.suneo.mx/literatura/subidas/George%20Orwell%201984.pdf
  4. Rodrigues, S., Borges, L., et. al. (2020) ¿Cómo influyen las redes sociales en la salud mental?, en SMAD. Revista eletrônica saúde mental álcool e drogas. 16 (1). p. 1-3. Recuperado el 05 de Junio de 2022 en https://pepsic.bvsalud.org/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1806-69762020000100001&lng=pt&nrm=iso&tlng=es

Youth Health Movement. (2017) Status of Mind: Social media and young people’s mental health. Londres: Royal Society for Public Health. 32 p.p. PDF. Recuperado el 05 de Junio de 2022 en https://www.infocoponline.es/pdf/SOCIALMEDIA-MENTALHEALTH.pdf

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¿Las redes sociales son un arma contra la salud mental?

3 respuestas

  1. Efectivamente, las redes sociales son un arma de gran utilidad en estos tiempos donde la tecnología no se detiene, pero también dan oportunidad a acosadores y oportunistas. La mejor manera de usarlas es con suma precaución y usarlas tanto para ayuda como para diversión. Verificando los lugares donde uno entra sea seguro.

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