Facultad de Ciencias Políticas y Sociales
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En la actualidad, usamos el modelo de educación bancaria en las instituciones educativas de todos los niveles. Este modelo se basa en la acumulación de conocimientos, sigue una lógica opresiva del capitalismo neoliberal que se centra en hacer de las universidades y demás instituciones educativas centros de meritocracia y producción; además, anula al estudiantado y menosprecia su capacidad crítica y transformadora, formando mano de obra para empresarios y reduciendo tanto a las ciencias exactas como a las ciencias sociales al servicio de las empresas transnacionales o cualquier otra gran industria.
Paulo Freire fue un gran pedagogo y filósofo brasileño que criticó este modelo y desarrolló uno alternativo al que llamó educación liberadora, también conocida como educación comunitaria. En este modelo educativo el maestro aprende del alumno y viceversa, es decir, no solo hay una dirección en la transmisión de conocimientos, rompiendo así con la verticalidad y las jerarquías de la educación bancaria, lo que se traduce en que la construcción de conocimientos sea comunitaria; además, se enfoca en las necesidades de la comunidad y no en la individualidad.
Por fortuna he tenido dos experiencias de cerca con la educación liberadora. La primera fue en el colectivo Relevo XXI –del cual formo parte–, en donde realizamos talleres gratuitos sobre política y otros temas sociales, que van en una lógica más participativa e interactiva. En un principio asistía a los talleres y después llegó el momento en el que me pidieron impartir uno. Para mí fue un choque pedagógico y cognoscitivo muy fuerte, ya que lo hice desde la lógica de la educación bancaria, es decir, me concentré en dar cátedra y desarrollar conceptos en vez de construir el conocimiento con lxs asistentes. Después de ver mi error, intenté mejorar en mis próximas intervenciones.
Mi segunda experiencia fue en la universidad, donde tuve la oportunidad de participar como profesor adjunto de la clase de la FCPyS “Sociología Clásica: la crítica al capitalismo”, con la Dra. Elvira Concheiro, actual tesorera de la federación y una de las mejores marxistas del país. Siendo ella una gran admiradora del modelo de Freire, lleva a la práctica la educación liberadora, impulsando el diálogo entre sus alumnos, en donde combina las formas tradicionales de enseñanza con las estrategias pedagógicas del brasileño.
La clase se divide en tres tiempos: en el primero da cátedra, pero a la vez la clase está abierta a intervenciones para que pueda haber un diálogo con lxs alumnxs. En el segundo tiempo se forman grupos donde lxs alumnxs dialogan en círculo, con el objetivo de que compartan sus dudas y comentarios entre ellxs, construyendo conocimiento colectivamente, además de hablar alrededor de preguntas clave que la profesora escribe en el pizarrón. En estos grupos de diálogo mi rol era monitorear y escucharles, sin intervenir o contestar dudas en el momento, esto para que se concentraran en lo que decían sus compañerxs y no en mis conocimientos previos. Finalmente, en el tercer tiempo, todos acomodan las bancas en su lugar para exponer con la maestra y los demás grupos lo que hablaron en sus equipos.
La evaluación también es diferente, pues se realiza a través de notas, donde los alumnos pueden escribir cualquier cosa sin un formato en específico, dándoles la libertad de verter lo aprendido en un documento o papel físico, de la forma en la que ellos consideren mejor para su aprendizaje: podía ser desde un resumen hasta mapas mentales, esquemas, diagramas o incluso dibujos. El objetivo es que se sientan cómodos al aprender y se vea reflejado un genuino interés por las lecturas y la clase.
A partir de estas experiencias con la educación liberadora, he podido observar que lxs alumnxs no están acostumbrados al trabajo en equipo, por lo que se suscitaban varias problemáticas en la aplicación del modelo educativo y varixs no estuvieron cómodos con él. No todxs estaban realmente comprometidxs con la clase, por lo tanto unos no leían las lecturas y en el tiempo de grupos solían quedarse callados, distorsionaban la información o evadían las actividades o las preguntas, lo que molestaba a los que sí habían leído y les interesaba la clase.
En los talleres del colectivo surge algo similar, pues normalmente las personas asisten esperando que el tallerista dé cátedra, y algunos no se acoplan al trabajo en equipo.
En los dos casos podemos ver cómo la cultura y las formas de enseñanza de la educación bancaria permean en la forma en la que la gente aprende y enseña.
Pese a todo, es importante destacar que al igual que hay alumnxs y asistentes que no se acoplan al modelo liberador, hay muchxs otrxs que sí están dispuestos y se les hace más placentero aprender de esa forma. En los talleres se logran formar vínculos de amistad y momentos divertidos, desarrollando habilidades creativas y organizativas.
La educación liberadora es un modelo disruptivo que va en contra de las prácticas y métodos opresivos de la educación bancaria, generando una nueva pedagogía y formas de aprendizaje alternativos que nos permiten la construcción comunitaria de conocimientos. Me parece importante que intentemos implementar la educación liberadora en todos los espacios posibles, combatiendo activamente las formas que nos han impuesto durante tanto tiempo, alejándonos así de la asfixiante meritocracia, la falta de crítica y de las absurdas relaciones de poder dentro de las aulas.
Las prácticas pedagógicas opresivas son un problema sistémico y social, y los problemas sociales solo se solucionan con acciones colectivas. Creer que otra escuela es posible no es suficiente, tenemos que construirla comunitariamente todos los días a través de nuestra cotidianidad, desde nuestras trincheras, como alguna vez lo hizo Paulo Freire.
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