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En estas trincheras nuestras armas son palabras convertidas en argumentos y contra argumentos.
En estas trincheras nuestras armas son palabras convertidas en argumentos y contra argumentos.
Alison Andrea Domínguez Muñoz / Facultad de Artes y Diseño
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Amina Reynaga Luque

Escuela Nacional Preparatoria Plantel 5 José Vasconcelos

Tengo 17 años y me fascina el deporte, los libros, la pintura y la escritura. Actualmente hago gimnasia rítmica y soy campeona de la ciudad, además disfruto mucho escribir ensayos cortos y poesía poco convencional como parte de mi estadía en el tedio de la vida; pocas veces comparto públicamente lo que escribo, pero considero que esta ocasión lo ameritaba. Alzaré la voz en nombre de mis hermanas que fueron silenciadas, en nombre de todas nosotras, mujeres. ¡Lo vamos a tirar!

Nuestro valor no radica en nuestra apariencia

Número 9 / ABRIL - JUNIO 2023

La vestimenta y estilo de cada mujer son blanco seguro de críticas, prejuicios y cosificación

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Amina Reynaga Luque

Escuela Nacional Preparatoria Plantel 5 José Vasconcelos

A lo largo de la historia, el cómo nos vestimos las mujeres ha definido nuestro valor: usas ropa corta y con eso terminan por medir el respeto hacia ti, usas ropa entallada y eres una fácil, usas falda larga y entonces eres muy ortodoxa para su recatada exposición de misoginia constante. Cómo te maquillas define si eres promiscua o aburrida; si te maquillas, les parece demasiado, pero si no lo haces, no eres lo suficientemente mujer. Si estás delgada eres aceptada, pero si consideran tu cuerpo como gordo, se te humillará con mil y un comentarios sobre lo mal que, según ellos, te ves. Cómo lucimos define nuestro nivel de cosificación.

Nos enseñaron que nuestro valor radica en cómo nos vemos físicamente, en cómo nosotras, señoritas, lucimos cada que salimos de la casa, mientras en la calle las miradas nos devoran una a una juzgando cada minúscula parte de nosotras, cada centímetro que recorre nuestro ser.

Nos enseñaron a vernos bien para los ojos del hombre, a ser decentes para la mirada masculina que decide analizarnos en cada paso que damos por la vida, una vida llena de palabras que por más que pienses que se las lleva el viento, se quedan en tu subconsciente en busca de dañarte un poco más. Como si ser mujer se tratara de eso, de soportar y aguantar con una sonrisa en la cara, aunque en tu mirada las lágrimas no se puedan contener ya más… pero, ¿hay que lucir bien, no?

Al intentar ponernos algo que no “cubra lo suficiente” el cuerpo que durante tanto tiempo nos dijeron era motivo de preocupación, nos han dicho: “¿Vas a salir vestida así?”, esperando que con esa frase puedas cubrir tus inseguridades, esperando que con esa frase los machitos nos victimicen por “provocarlos” cuando el largo de nuestra falda cubre más nuestro cuerpo que sus actos de estima inexistente hacia nosotras. Porque una es linda si viste corto, solo y solo si él puede saborearte en su cabeza mientras caminas sin pena porque te gustó cómo te veías, pero ahora te sientes rara, incómoda, culpable por no usar lo que aceptan es de “señoritas bien”, lo que te protegería de ser agredida.

Hemos escuchado“Tan bonita y tan sola”. Soy bonita y disfruto de ello sola, sin el estrés que tu presencia me ocasiona, sin tener que soportar a un “machito” más cerca de mí otra vez. Estoy bien sola, gracias por notarlo, puedo ver la incomodidad que te ocasiona este acto individual, tanto como para molestar por algo que, dejaste claro, no podrías hacer tú.

Una vez más, tu incomodidad se desborda en cada palabra que transforma tu sentir en acciones que buscan herirme a mí, hacerme callar una vez más. Buscan poder con cada frase que avientan sin temor, porque nos enseñaron a ser sumisas y solo vernos bien, porque dijeron que nuestro valor radicaba solo y simplemente en nuestra apariencia al ojo de nuestro jurado macho de lanzas en la boca y dientes en la mirada, criticando siempre en parámetros masculinos juicios de moral subjetiva patriarcal. Un monstruo latente que demuestra cómo la realidad supera siempre a la ficción cada día un poco más, inmersos en esta actualidad machista exenta a la transversalidad.

Toda la vida tuve que “verme bien”, ser una “damita”, ser sumisa, ser callada porque así me “veo más bonita”. Tuve que generar una personalidad basada en los gustos ajenos de aquellos que buscan controlar el mundo basados en el homocentrismo que se les enseñó desde niños, basados en el egoísmo del privilegio que les da el simple hecho de ser hombres en esta sociedad marcada por autoría masculina global.

¡Estoy cansada (y sé que no soy la única) de callar y dejarme mandar! No. Ya no más, basta de temerles a quienes no son guerreros de esta lucha constante que es mantenernos vivas día con día, basta de temer por aquellos que por falta de agallas manipulan y agreden a quien le enseñaron a ser obediente toda la vida. Ya basta.

Hoy mi rabia puede más que mi silencio y levanto mis letras ante este mundo en donde nos “prefieren musas porque nos temen como artistas”, donde eres más valiosa al cosificarte, donde caminas con miedo cada que sales de tu casa, donde desaparecen hermanas y violan a niñas, en donde simplemente ser mujer es lucha cotidiana por sobrevivir esperando ser lo suficientemente digna de la vida, lo suficientemente suertuda para regresar a casa una vez más y poder hablar con tu mamá solo un día más.

Hoy mi rabia ante el sistema patriarcal se impone por encima de todo acto sumiso de existencia femenina yuxtapuesto al valor aparente de nuestra belleza comprendida por características ridículas que nos han estandarizado históricamente.

Nuestro valor no radica en nuestra apariencia, como se nos quiso enseñar. Nuestro valor radica en nuestra valentía latente, existente en cada exhalación al canto masivo de sororidad, demostrando que no debemos nada a nadie más que a nosotras y que existir no debería ser motivo de miedo. Pero somos resistencia, resiliencia ante las mordidas audaces de quienes nos buscan dañar, topando con pared porque ya no tendrán la comodidad de nuestro silencio, la comodidad de hacernos callar.

Vivir no debería aterrarnos, ¡seguiremos luchando con todo y ese miedo interno ocasionado a lo largo de los años!

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