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En estas trincheras nuestras armas son palabras convertidas en argumentos y contra argumentos.
En estas trincheras nuestras armas son palabras convertidas en argumentos y contra argumentos.
Manuel Luna Rosas
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Manuel Luna Rosas

Facultad de Ciencias Políticas y Sociales

Cursando mi segunda carrera en SUAyED; Relaciones Internacionales en FCPyS.

Neoliberalismo y salud mental: caso Uvalde

Número 6 / AGOSTO - OCTUBRE 2022

Los casos de los tiradores en masa de Estados Unidos y México están directamente relacionados con la salud mental, pero también con el establishment.

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Manuel Luna Rosas

Facultad de Ciencias Políticas y Sociales

Luis, alumno de posgrado de la Facultad de Derecho de la UNAM, fue denunciado por nuestra Universidad el pasado 17 de junio ante la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México, no fue de su agrado el 8 que obtuvo en una de sus materias por lo que amenazó múltiples ocasiones a la profesora y a sus compañeros con un ataque armado, una de las amenazas incluso la tituló “masacre en la UNAM”. Menos de un mes antes, un alumno de secundaria de 13 años de edad, también en Ciudad de México, subió a un chat escolar una selfie con un arma de fuego, otra fotografía mostrando dos balas, y advirtió a sus compañeros: “Si no quieren morir no vengan… Dispararé a todos lados mañana”. Ambos estudiantes bebieron tósigo de la misma fuente de inspiración: Uvalde, Texas.

Análisis y señalamientos en todos los niveles de la comentocracia proliferaron a raíz de estos casos y su relación con Uvalde, TX. Todos, sin embargo, redundan en la periferia, desde aquellos enfrascados en apuntar unánimemente la salud mental y los entornos familiares de estas personas como única causa–efecto de sus acciones, pasando por quienes aún intentan vanamente responsabilizar a los videojuegos, hasta quienes señalan que las armas de fuego no son las responsables, pues las amenazas seguirían existiendo con objetos tales como automotores o herramientas de construcción. Lamentablemente, la mayoría de dichos foros adolece, ya sea inadvertida o conscientemente, del análisis profundo del elemento fundamental que representa el núcleo que se nutre y aprovecha de esa periferia al concatenar de manera compleja, a la vez que alevosa, todas las demás variables abordadas en los foros, a saber, psicológicas, culturales, sociológicas, económicas, antropológicas, etnográficas, entre otras, que desembocan en el lamentable hecho sucedido en Uvalde y los amagos que inspiran en nuestra sociedad. Quienes sí lo abordan lo hacen de manera muy somera o incluso tratando de desviar la atención del citado núcleo.

Después de la masacre de niños de cuarto grado de primaria en Uvalde, TX., las acciones de empresas fabricantes de armas incrementaron su valor en cuestión de horas. La razón es sencilla, los corredores de bolsa previeron el incremento en la venta de armas de fuego motivada principalmente por el temor: temor a sufrir un ataque y hallarse desarmado, temor a que por fin se promulguen restricciones en la venta de armas de fuego por lo que el cliente tiene que apresurarse a comprar ese rifle de asalto de grado militar antes de que la ley se lo impida. A final de cuentas, tanto accionistas como dueños de empresas orgullosamente estadounidenses como Smith & Wesson, Colt, Winchester o Springfield Armory han visto aumentar su riqueza como consecuencia directa del ataque.

Los fabricantes de armas en Estados Unidos en realidad son señores de la guerra, oligarcas que gozan de prestigio y buena reputación; considere la propaganda de Hollywood, Disney concretamente, que eleva la figura de uno de ellos al rango de su mayor superhéroe, capaz de salvar no solo al mundo sino al universo entero.

Como dijo el personaje ficticio Tony Stark, en la película de Iron Man (2008): “Dicen que la mejor arma es una que nunca se dispara. Con todo respeto, no estoy de acuerdo. Yo prefiero el arma que se dispara solo una vez, una. Mi padre lo hacía así, nuestro país lo hace igual y ha funcionado muy bien hasta ahora, busquen una excusa para disparar uno de estos…”

El presidente Franklin D. Roosevelt deseaba construir un Welfare State (Estado de bienestar) para los estadounidenses, los Neocons articulados por Paul H. Nitze buscaban desarrollar, por su lado, un Warfare State (Estado de guerra), pues creaba escenarios más fértiles, tanto para las ganancias como para la proliferación de negocios del establishment. Así surgió la PAX BELLUM AMERICANA que se sustenta en el Lobbying de la NRA, la maquinaria de propaganda de Hollywood y el esfuerzo del Complejo Industrial-Militar. Para el ciudadano común siempre debe existir el temor, la amenaza, miedo a la posibilidad de hallarse bajo ataque, temor que encienda las alertas al dudar de la estabilidad mental de los conciudadanos ya que cualquiera representa una posible amenaza, por eso, para el neoliberalismo eventos como el de Uvalde significan reportes financieros positivos y balanzas sanas para múltiples industrias.

Bajo el mandato de los presidentes Barack Obama y Felipe Calderón Hinojosa la estadounidense Agencia de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos (ATF por sus siglas en inglés) ejecutó la operación “Rápido y Furioso”, que consistió en la venta y distribución, en territorio mexicano, de miles de armas de fuego de grado militar, bajo la lógica de rastrear las cadenas de suministro de los cárteles y poder aprehender así a sus miembros. “Rápido y furioso” fue un rotundo fracaso, pues los rastreadores instalados en las armas de fuego fueron fácilmente detectados y eliminados por los cárteles, aunque Obama y Calderón han negado tener conocimiento del operativo liderado por la ATF. Investigaciones periodísticas y el portal Wikileaks han demostrado lo contrario. La opinión pública estadounidense sólo se interesó por esta operación fallida cuando se demostró que oficiales de la ley de su nación habían muerto bajo el fuego de las armas traficadas por la ATF. Destacaré dos resultados evidentes de esta fallida ejecución, el incremento exponencial de la violencia armada en nuestro país y su correlación directa con el jugoso negocio que representa para los fabricantes y vendedores de armas en Estados Unidos mantener activas esas cadenas de suministro a los cárteles de México, quienes, a su vez, alimentan el mercado negro de armas de fuego que abastece a civiles, incluidos los buenos ciudadanos que en los últimos años han encontrado un endurecimiento en los requisitos para adquirir legalmente un arma de fuego. Según estimaciones, alrededor del 90% de las más de 2 mil armas anuales que ingresan ilegalmente a México proceden de Estados Unidos, casi la mitad de ellas desde el estado de Texas.

Las encuestas realizadas por la Universidad de Suffolk en Boston, MA., demostraron que una vasta mayoría de votantes registrados a lo largo y ancho de Estados Unidos (un impresionante 90%) están de acuerdo en imponer restricciones a la venta de armas, sus representantes electos, sin embargo, no consideran proponer reformas a la constitución en ese sentido. La razón a esta negativa es tan sencilla como escalofriante, el Lobbying fondea el sistema político de Estados Unidos, se considera legal que particulares y empresas realicen enormes donaciones a políticos para campañas electorales o acciones sociales, es por ello que señalan orgullosamente que su sistema no admite corrupción (recibir dinero de empresas que después buscarán beneficios legislativos es perfectamente legal siempre y cuando lo declaren al IRS). La Asociación Nacional del Rifle (NRA por sus siglas en inglés) es uno de los más grandes intermediarios que otorga estas donaciones gestionando a cambio las políticas que beneficiarán a los patrocinadores, en caso de que un político no comulgue con los ideales de la NRA y decida rechazar estos donativos debe prepararse para la campaña de desprestigio y la guerra sucia que enfrentará en consecuencia. Así pues, si comparamos los recursos ejercidos por medio del lobbying a la totalidad de los recursos calculados por corrupción durante el sexenio de Enrique Peña Nieto veremos que estos últimos representan solo una pequeña fracción de lo que el libre mercado mueve en la tierra de la libertad, al tiempo que se otorgan a sí mismos el poder de evaluar el grado de corrupción en los demás estados del orbe.

Tanto en Estados Unidos como en México es un derecho constitucional el poseer armas de fuego, en el caso de nuestra nación puede ser para llevar a cabo tiro deportivo, cacería legal o bien defensa personal (tanto rural como protección de domicilio), así, el Artículo 10 constitucional establece que los habitantes de los Estados Unidos Mexicanos tienen derecho a poseer armas en su domicilio, para su seguridad y legítima defensa, la Ley Federal de Armas de Fuego y Explosivos es de orden público y tiene por objeto regular la posesión, portación, fabricación, comercio, exportación, importación y conexos de armas de fuego en la República Mexicana, especificando no solamente las armas, sino la maquinaria, piezas e insumos para su fabricación.

México es de los pocos países que aún mantiene su Constitución por encima de cualquier acuerdo internacional. Por ello el 4 de agosto de 2021, la actual administración de Andrés Manuel López Obrador presentó ante la Corte Federal de Distrito de Boston, Massachusetts, una demanda civil en contra de productores y distribuidores de armas de fuego, en un inédito esfuerzo por fincar responsabilidades legales por los miles de homicidios cometidos en nuestro país. Hasta este momento, las respuestas de los abogados de los fabricantes demandados dan un atisbo no solo a su óptica neoliberal en este caso en particular, sino a los sucesos tan frecuentes en su propia nación: “…el interés doméstico de EU es más importante que cualquier interés que tenga México”.

Neoliberalismo significa sometimiento del poder político al capital. Someter y enajenar la democracia (propia y ajena) al establishment estadounidense, convertir las vidas de las personas, niños incluidos, en un desechable capital humano, cuyo valor material, trasladado a la bolsa de valores, es asignado por algún frío algoritmo.

Posterior al ataque de Uvalde, TX., hemos visto al debate sobre salud mental de los tiradores en masa cobrar más fuerza en Estados Unidos; el Gobernador de Texas, Greg Abbott, declaró a medios el 25 de mayo de 2022: “Nosotros como estado, nosotros como sociedad, necesitamos hacer un mejor trabajo con la salud mental. Cualquiera que le dispare a otra persona tiene un problema de salud mental.”

El gobernador Abbott no tiene formación en psiquiatría o psicología, se apoya en un esfuerzo revisionista que se empeña en demostrar que se ha subestimado significativamente el papel de los problemas de salud mental en los tiroteos masivos y busca reclasificar los estudios especializados publicados desde 1966 a la fecha, ya que siguiendo los lineamientos de la APA (American Psychiatric Association), se consideran mentalmente sanos entre uno a dos tercios de los tiradores.

En el polo opuesto nos encontramos también a especialistas en salud mental que defienden las clasificaciones mencionadas, argumentan que, por citar un ejemplo, el tirador del Festival de la Cosecha de la Ruta 91 de Las Vegas de 2017 tenía extensas notas sobre la distancia, la trayectoria y los cambios de viento a considerar desde su habitación de hotel. Otros tiradores no alcanzan ese grado de planeación, en su lugar vemos manifiestos o adherencias ideológicas que, aunados a diagnósticos que niegan enfermedad mental, les revela como radicales extremistas, para quienes el asesinato de otro ser humano se convierte en una declaración. Macabro medio para alcanzar un fin.

En el caso de México, ataques atroces como el sufrido por la familia LeBarón revelan lo que la filósofa y teórica política alemana de origen judío Hannah Arendt llamara “banalidad del mal”, ejercer el máximo mal posible sólo porque se siguen órdenes. Macabro trabajo.

Las armas de fuego son un instrumento, una herramienta, su diseño tiene un objetivo descrito en el segundo precepto de las medidas de seguridad creadas por John Dean “Jeff” Cooper y que gozan de aceptación a nivel mundial: “Nunca apuntes el cañón hacia nada que no estés dispuesto a destruir.”

De ninguna manera pretendo negar la importancia de la salud mental al abordar el análisis de los eventos descritos con anterioridad a ambos lados de la frontera, pero es necesario, a la luz de lo expuesto hasta ahora, que seamos capaces de ver más allá de lo evidente, dejar fuera de la ecuación la ambición y egoísmo de fabricantes y distribuidores de armas, que buscan ganancias materiales sin importar qué, es hacer la vista gorda al núcleo del problema y nos orilla a dar soluciones como la ofrecida por el presidente Joe Biden, quien ha declarado que los recursos que no se ejerzan en la lucha contra el Covid-19 se destinarán a los cuerpos policiacos, específicamente en contrataciones, compra de equipos tácticos y armamento, es decir, más dinero para los señores de la guerra.

La página web de APA explica que “las enfermedades mentales son condiciones de salud que implican cambios en las emociones, el pensamiento o el comportamiento (o una combinación de estas). La conciencia alterada resultante se asocia con angustia y/o problemas de funcionamiento en actividades sociales, laborales o familiares.” Es innegable que la salud mental es un pilar fundamental en la constitución de toda buena persona, sana, moral, sobria, prudente como señala el especialista en auto-protección activa John Correia; también es un derecho, tu derecho. La UNAM cuenta con múltiples opciones de servicios psicológicos disponibles, vía telefónica y en línea que ofrecen también atención emocional y asistencia en crisis.

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