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En estas trincheras nuestras armas son palabras convertidas en argumentos y contra argumentos.
En estas trincheras nuestras armas son palabras convertidas en argumentos y contra argumentos.
crédito: Andrea Murcia Monsivais / Cuartoscuro.com
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Yuriko Alondra Márquez Chávez

Facultad de Estudios Superiores (FES) Acatlán

Tengo 18 años, soy estudiante de Relaciones Internacionales, me gusta transmitir lo que pienso a través de la fotografía y la escritura, me gusta involucrarme en temas de interés social, ya que creo que la voz y la perspectiva de todos es importante.

¿Eres feminista?

Número 9 / ABRIL - JUNIO 2023

Luchemos por una sociedad justa y sin machismo

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Yuriko Alondra Márquez Chávez

Facultad de Estudios Superiores (FES) Acatlán

Una vez leí una publicación en mi muro de Facebook que decía “si en lugar de educar a nuestros hijos con el miedo a que se conviertan en homosexuales, los educamos con ese mismo miedo para que no se conviertan en feminicidas, tal vez el mundo cambiaría”.

Reflexioné sobre lo normalizada que está la violencia y que en las familias da más miedo que tu hijo esté fuera de la heteronorma a que se convierta en un potencial feminicida.

Lo que me recordó, lo difícil que es reconocer que eres feminista ante tu familia, el miedo de mi familia al tener una hija feminista, pero no unos hijos machistas. Me preguntan si soy femninsta con todo el desagrado del mundo al mirarme. Y el responder era difícil, hasta que al final entendí que mi lucha era justa. Y hoy puedo decir: ¡Si, soy feminista! Porque para mí ser feminista es criticar la opresión de acuerdo a la imposición patriarcal. Y me di cuenta de que el ser feminista causa desagrado porque finalmente eres quien desafía los privilegios a los que ellos no quieren renunciar.

Es por ello que estoy segura de que la violencia hacia la mujer ya sea física, psicológica, sexual, emocional o económica, es aprendida. Rita Segato nos dice la violencia contra la mujer es la primera pedagogía de la violencia. Lo que nos haría cuestionar la raíz del problema, pues si bien el sistema de dominación patriarcal nos afecta a todos.

De acuerdo a cifras en 2021, según los últimos datos oficiales informados por los países al Observatorio de Igualdad de Género de América Latina y el Caribe (OIG) y de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). Al menos 4,473 mujeres fueron víctimas de feminicidio en 29 países y territorios de América Latina, esto representa al menos 12 muertes violentas de mujeres por razón de género cada día en la región.

Según la CEPAL, desde hace una década y media, los Estados de América Latina y el Caribe han reconocido la gravedad de la violencia feminicida y las muertes violentas de mujeres por razón de género, lo que se ha expresado en la aprobación de leyes y protocolos. A pesar de estos avances, el feminicidio persiste como una realidad y no se observan señales claras de que el fenómeno vaya en disminución.

Es por ello que cuestionarse la raíz del problema es importante, pues si bien es cierto la violencia de género ha incrementado en gran manera e incluso se agudizó durante la pandemia. La violencia de género en su expresión más grave se representa con los actos de feminicidio, sin embargo, no podemos perder de vista aquella violencia que parte de micromachismos.

Lo que me ha llevado al hecho de reflexionar acerca de que la enseñanza y la investigación están al servicio del sistema patriarcal (la nación imperial), que se cimenta en una pedagogía de la crueldad a través de un constructo social de roles, provocando una reducción de empatía, creando una enseñanza que contagia insensibilidad, un alfabeto violento con el que somos educados. Provocando un brazo ideológico de dominación, creando prácticas machistas y a su vez de odio en los seres humanos.

Pues esta enseñanza de crueldad, afecta directamente a todos, dado que el problema se encuentra en la educación que se recibe día a día y que parte desde el centro de las familias. Rita Segato nos habla acerca del orden simbólico e ideológico de rigidez, repetición, y estereotipación de roles en el que se nos adoctrina en un plano inconsciente y colectivo, si no cambiamos esto probablemente la situación empeore.

Ahora, bien la pregunta: ¿qué se puede hacer? ¿cómo cambiar este orden simbólico? Y si bien todos somos parte de la solución. Una vez me dijeron enamórate del problema y no de la solución, porque hay cientos de soluciones que responden a la misma problemática. Y si cada persona comienza a ejecutar diversas soluciones de acuerdo a su contexto el cambio va a suceder.

Desde el momento en que comienzas a cuestionarte este alfabeto violento, comienzas a dejar de normalizar la violencia, y empieza el proceso de deconstrucción, y aquí ya estás generando un cambio. Podríamos permanecer pasivos e indiferentes, pero no podemos porque el sistema patriarcal oprime a todos, de forma distinta claro, pero al final todos sufrimos las consecuencias impuestas por el sistema.

Quiero cerrar diciendo, desde el momento en el que me autodenominé feminista, la influencia que he causado, en las personas que me rodean ha sido increíble, porque tu entorno comienza a cambiar y nos empezamos a dar cuenta de lo que verdaderamente está mal. Pues finalmente si el dolor lo conviertes en conocimiento y el conocimiento en acción puedes crear una revolución.

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¿Eres feminista?

Una respuesta

  1. Soy feminista he educado a mi hija bajo eL esquema de PARIDAD DE GÉNERO creo que las mujeres y los hombres conscientes podemos cambiar nuestro entorno y poco a poco lograremos cambiar al mundo

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