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En estas trincheras nuestras armas son palabras convertidas en argumentos y contra argumentos.
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Foto: Andrea Murcia Monsivais / Cuartoscuro .com
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Alejandra Valentina Serrano Marroquín

Colegio de Ciencias y Humanidades Plantel Vallejo

Soy Valentina, me gusta leer, escribir y escuchar música. Tengo 18 años y estudio CYP, me gusta dibujar, tengo un perro que se llama Vanellope, 3 gatos, Gorda,Pelos y Valerio y mi hamster, Bingo. Soy feliz y está es una pequeña parte de lo que más disfruto hacer.

Deconstrucción para las nuevas generaciones

Número 9 / ABRIL - JUNIO 2023

¿Cómo darnos cuenta de los micromachismos diarios?

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Alejandra Valentina Serrano Marroquín

Colegio de Ciencias y Humanidades Plantel Vallejo

Los micromachismos son conductas aprendidas desde la niñez en las que se interiorizan ideas y pensamientos dónde no se concibe al hombre por el simple hecho de ser varón, sino por ideas políticas y culturales machistas. Por ejemplo, con frases como: “eso lo hacen mejor las mujeres, y que lo haga ella por ser mujer”, además de que dentro de estas conductas aprendidas entran las miradas y los comentarios con morbo. El micromachismo puede encontrarse en distintos espacios dentro de la sociedad: en la escuela,la familia, entre los amigos y en los lugares públicos.

Crecí en una familia donde mi mamá me enseñó a hacer de todo, desde utilizar herramientas hasta cocinar (que no se me da muy bien). Para mí esto es normal, yo no veo nada de malo en saber hacer tareas que ante la sociedad  y el patriarcado son consideradas para hombres o para mujeres, incluso me ha servido de mucho a lo largo de mi vida, mucho menos veía comportamientos inapropiados puesto que fui educada para tratar a las personas con respeto.

Fue hasta mi tercer año de secundaria que me encontré en una situación así: yo era la jefa de equipo, compuesto por dos hombres y yo la única mujer. En la clase de química y a la hora de recoger el material después de la práctica yo veía como los demás equipos repartían las tareas para recoger los utensilios mientras que  un integrante del equipo me ordenaba: “lava tú, yo no voy a hacer nada, tú eres la vieja de aquí”: Cada que me hablaba así me daba mucho coraje y no me quedaba más que lavar o recoger, no fue hasta que le dije al profesor que esto me molestaba que mi compañero tuvo que cambiar su actitud. Este es un ejemplo personal de cómo la educación de mi excompañero fue una educación machista en la que no se le enseñó a ayudar a recoger y lavar lo que él también ensució. Probablemente, su mamá y sus hermanas eran quienes recogían los platos sucios y el solo observaba mientras lo hacía. En ese entonces teníamos 14 años y era sorprendente para mí ver cómo a esa edad él se dirigía de esa manera a una mujer, aparte de hablar de manera denigrante sobre mí u otras compañeras del salón.

Ese no fue el mayor ejemplo de micromachismo que he tenido. El más impactante y el que he de admitir más me sorprendió, fue el caso de un familiar. Tendría alrededor de 16 años cuando mi mamá y yo salimos a cenar con él, para mí sorpresa fue uno de los amigos de la universidad de mi pariente. Todo marchaba perfecto, era una cena tranquila cuando una anécdota que parecía “chistosa” captó por completo mi atención: mi pariente y su amigo comenzaron a hablar en una clave, después solo soltaban carcajadas, al preguntar el porqué de la situación dijeron que cuando estudiaban juntos ellos “veían” a sus compañeras y que de vez en cuando lanzaban piropos, pero que para no meterse en problemas crearían un idioma secreto entre ellos para seguir haciéndolo y no ofender (ya lo hacían) a nadie o no se dieran cuenta.

Está anécdota me pareció de lo más ofensivo e incómodo, no puedo ni imaginar lo que hubiera sido estudiar con los dos, por más que ellos crearán un código seguían denigrando y ejerciendo una manera de violencia hacia la mujer, solo que está vez estaba disfrazada de broma; cuándo salimos de esa cena mi cabeza solo pensaba en eso, me di cuenta de que ambos hicieron comentarios que denotaban la educación que habían tenido, que fue una educación micromachista, en la cual si llegaban a hacer algún piropo  hacía una mujer jamás se les corrigió, con el paso del tiempo eso los llevó a normalizar comportamientos cómo la anécdota que son completamente repulsivos.

Ambas vivencias son de personas desconocidas entre sí  pero hay algo que los une y es que recibieron una crianza un tanto misógina, machista y patriarcal, en el primer caso, mi compañero tenía 14 años, pero en el segundo, mi tío tenía más de 30 y es evidente una clara diferencia generacional bastante amplia, pero con similitudes en cuanto a sus comportamientos y pensamiento.

No voy a decir que solo sea responsabilidad de sus padres ni de ellos; vivimos en una sociedad machista en dónde es fácil el observar diversos tipos de conductas, la teoría del aprendizaje social de Albert Bandura se apoya en la idea de que los niños aprenden en entornos sociales por medio de la observación y de la imitación del comportamiento que vieron. También refuerza la idea de que el niño se ve afectado por la influencia de otros.

Esto quiere decir que al tener conductas tan normalizadas a su alrededor y probablemente en su entorno familiar en una etapa en la que se encuentran en desarrollo lo adoptan.

Cambiar micromachismos puede ser muy difícil pero se puede lograr dentro de la deconstrucción y así poder poco a poco transmitir a lxs demás que hay conductas que no son correctas y lograr una deconstrucción de la sociedad en la que también las nuevas generaciones adquieran nuevas conductas pero ahora de manera correcta.

Para alejarnos de estos micromachismos aprendidos primero es importante que cuestionemos las acciones o comentarios que entran en esta categoría, además de poco a poco darnos cuenta la insensibilidad que tenemos sobre el tema por la desinformación.

Una vez que hayamos resuelto el identificar cuáles son nuestros micromachismos, podemos empezar con la deconstrucción, que es un proceso en el que poco a poco vamos cambiando estás actitudes hasta lograr eliminarlas completamente.

Es importante entender que autodenominarse como feministas no nos hace mejores personas si no logramos darnos cuenta en nuestro día a día de nuestros micromachismos, de nuestros patrones tóxicos y si aún los seguimos replicando. Pensar que la igualdad es una palabra y no ver que también son acciones, pues conlleva una práctica diaria, es caer en el autoengaño de la deconstrucción.

La deconstrucción van a ser aquellos valores o acciones que con la autocrítica realizada previamente podemos dejar definitivamente o redefinirlos, con un nuevo enfoque y una práctica positiva dónde no promovemos la desigualdad y a su vez podremos cambiar un poco las conductas aprendidas de las nuevas generaciones.

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Deconstrucción para las nuevas generaciones

Una respuesta

  1. Excelente!!! Muchas felicidades. El arma más poderosa es la educación si desde pequeños aprendemos a respetarnos; a mí me da gusto ver que van cambiando las cosas aunque no como se quisiera pero en la actualidad ya es más común ver a los hombres responsabilizándose de los hijos dándoles la mamila, bañándolos cambiándolos y yo creo que es la mejor manera de disfrutar de sus hijos y de dejarles una buena enseñanza para cuando sean adultos

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