Facultad de Ciencias Políticas y Sociales
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La discriminación en México es un factor, una característica que siempre sale a flote, dirían los pesimistas, del día a día. Un fenómeno que forma parte de la vida cotidiana de todos aquellos que no pertenecen a una categoría social que permite el privilegio de una minoría en una sociedad desigual. En un momento histórico en el cual tenemos acceso ilimitado, quizá, a la información de toda categoría nos resultaría lógico pensar que hemos podido deconstruir conductas que son reprobables y llevan esto. Ahora sabemos que no existen “razas” entre los seres humanos; que el racismo y el clasismo son comportamientos desagradables e infundados, si se investiga lo mínimo, por ejemplo. Y, aún así, tenemos una cultura que es más discriminatoria que hace cinco años.
En un país multicultural como lo es México, la discriminación es definida por la Ley Federal para Prevenir y Eliminar la Discriminación (2022) como:
…toda distinción, exclusión, restricción o preferencia que, por acción u omisión, con intención o sin ella, no sea objetiva, racional ni proporcional y tenga por objeto o resultado obstaculizar, restringir, impedir, menoscabar o anular el reconocimiento, goce o ejercicio de los derechos humanos y libertades, cuando se base en uno o más de los siguientes motivos: el origen étnico o nacional, el color de piel, la cultura, el sexo, el género, la edad, las discapacidades, la condición social, económica, de salud física o mental, jurídica, la religión, la apariencia física, las características genéticas, la situación migratoria, el embarazo, la lengua, las opiniones, las preferencias sexuales, la identidad o filiación política, el estado civil, la situación familiar, las responsabilidades familiares, el idioma, los antecedentes penales o cualquier otro motivo. También se entenderá como discriminación la homofobia, misoginia, cualquier manifestación de xenofobia, segregación racial, antisemitismo, así como la discriminación racial y otras formas conexas de intolerancia.
De acuerdo con la Encuesta Nacional Sobre Discriminación (ENADIS) 2022, la discriminación en México aumentó un 17.4%, al pasar del 20.2% al 23.7% entre 2017 y 2022. Los mexicanos que se han sentido víctimas de actos discriminatorios son más. Y, poniendo atención al panorama internáutico actual, no es una sorpresa que la radicalización, la desinformación y el funcionamiento del algoritmo que sostiene cualquier cosa que interactúe con un usuario, impacte en las conductas que generan discriminación, acentuándolas.
Las redes sociales son un espacio virtual en el que cualquier persona con acceso a internet puede fácilmente acceder e interactuar con personas de cualquier lugar e ideología. El algoritmo le muestra al usuario contenido en base a su conducta dentro del espacio virtual, de tal forma que cada vez más, mientras transcurre el tiempo en dicho espacio, se muestra contenido relacionado que sea del agrado del usuario. El algoritmo mapea y aprende los gustos del usuario, creando una burbuja en donde se le encierra con cosas cada vez más parecidas y que siguen una misma línea: el gusto individual. Esto es el factor principal en la radicalización de la gente. Al mostrar contenido que solo es de simpatía para el usuario, aislándolo de opiniones diferentes a las propias, se crea un sesgo de confirmación dándole la razón a la ideología de quien participa en un espacio en internet.
Como todo, la discriminación es producto de las condiciones sociales y materiales, que forjan a quien discrimina. Sin embargo, internet puntualiza la ideología discriminatoria de una persona en el momento en que esta hace uso de los espacios virtuales por primera vez. ¿Alguien racista que abre una cuenta de Facebook seguirá siendo racista? Sí, porque el algoritmo le mostrará contenido que reafirme aquellos sesgos que le forman una personalidad racista, ya sea con las noticias que ve, la información que lee, o las personas con las que convive.
Esa radicalización termina, obviamente, permeando en la vida real de la persona. Día a día sus sesgos se reafirman en cuanto entra en el mundo virtual, que cada vez más es indistinguible del real. Aunado a ello, la desinformación, que viene golpeando nuestra sociedad desde hace tiempo, es otro factor en la radicalización de una persona en internet, y hasta el momento no hay esfuerzos para combatir aquella información falsa que se comparte. Si el algoritmo, que funciona únicamente para generar dinero a través de la permanencia del usuario en el mundo virtual la mayor cantidad de tiempo posible, crea un mundo cada día más compatible con una ideología, es pertinente señalar que lo hará mostrando, inclusive, información falsa que, por ejemplo, legitime el pensamiento del usuario.
El impacto que tiene internet en la perpetuación de una ideología es más visible cuando se considera el hecho de que el usuario no es pasivo, es decir, no solo recibe información sino que también la crea. Esto detona las probabilidades de que un usuario no solo continúe con sus ideas discriminatorias, sino que las lleve al extremo, pues al crear propiamente la información, las personas con quienes se interactúa, afines con lo que se exporta, ayudarán a reafirmar el pensamiento del usuario y viceversa.
Internet encierra a cada persona en la ideología que arrastra desde su realidad material y sociocultural, por eso no nos genera pasmo saber que la discriminación no ha sino aumentado. La poca información que buena parte de la población mexicana tiene para cuestionarse a sí misma y a la información que consume, genera el terreno adecuado para perpetuar las ideologías individuales de cada persona que habita México. La gente no investiga por sí misma sobre lo que se le pone enfrente. No hay un cuestionamiento directo hecho desde la individualidad con el fin de saber si lo que se sabe es correcto.
La relación del mundo virtual y el físico es cada vez más estrecha. El uso excesivo que se hace del mundo virtual trae en su mayoría, lamentablemente, consecuencias negativas. Las cámaras de eco que se crean para cada persona para encerrarla en su propio pensamiento generan la radicalización de diferentes discursos de odio, estas ideas terminan en actos de discriminación en el mundo real.
Resulta importante señalar el gran papel que tiene internet como perpetrador de la discriminación debido a que mantiene estereotipos, aísla a los grupos que son víctimas de eésta, y permite la continuación de la desigualdad, en cierta medida. Habría que abogar por campañas de concientización, no solo provenientes del Estado y sociedad civil, sino de las propias empresas dueñas de los espacios virtuales, que prohiban perfiles que difundan información falsa, contenido que promueva el discurso de odio, así como fomentar el pensamiento crítico hacia la información que se ve. Es importante también hacer un esfuerzo individual y colectivo para entablar un pensamiento dispuesto a cambiar de opinión a través del cuestionamiento de las conductas que permanecen en la cultura mexicana que originan conductas discriminatorias.
Parece ser que el algoritmo es dueño del pensamiento, que puede decidir por cada persona e inducir a conductas a través de estímulos que se perciben hasta una vez que se pone atención. La educación es importante para decidir qué ver y qué se quiere hacer en este mundo virtual lleno de infinidades, de ideologías tan distintas pero no distantes. La injerencia que tiene el algoritmo sobre las personas es cada día más obvia, y hace visible también que no se es libre de pensar, y que el mundo virtual y material nos condiciona y nos moldea a diario y, a veces, se ignora ese hecho.
Tampoco hay que olvidar que cada persona está dentro de su propia burbuja, su cámara de eco; y que es necesario ser consciente de ese hecho, pues esto permitirá cuestionar constantemente lo que afirma como cierto cada individuo. Al algoritmo no le interesa qué es lo que se ve, mientras el usuario permanezca en la aplicación. A diario este algoritmo toma decisiones en respuesta a las decisiones del propio sujeto, para mantenerlo en un encierro ideológico con un código que se compone de unos y ceros selectivos que, al igual que la gente que discrimina, reduce a un “sí o no” algunas decisiones que toma día con día.
Referencias
Casaús, M. (s. f.). Discurso de odio y racismo en las redes sociales. Consultado el 19 de mayo de 2024. https://fundacionmag.org/wp-content/uploads/2021/10/Libro-Racismo-en-redes-sociales.pdf
Gaceta UNAM. (29 de febrero, 2024). Crece el México discriminador. https://www.gaceta.unam.mx/crece-el-mexico-discriminador/
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Ríos Nicoli, B. M. (2023). Radicalización digital: el efecto de las redes sociales en el extremismo político y el discurso del odio. Ciencia Latina Revista Científica Multidisciplinar, 7(1), 10749-10755. https://doi.org/10.37811/cl_rcm.v7i1.5247
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