Facultad de Ciencias Políticas y Sociales
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Jamás nos imaginamos el gran cambio que podría ser provocado por algo tan cotidiano como ir a la escuela y regresar a casa, esa rutina tediosa que un día dejó de serlo.
Hoy me encuentro aquí como muchos otros, cayendo en cuenta de la transformación que ha llegado a nuestra gran pequeña vida. En algún punto aprendimos a disfrutar todo, desde la frustración hasta la satisfacción que nos trajo la escuela en la adolescencia. En esta agridulce estancia descubrimos que su significado no era simple, ya que más allá del estudio vivimos por primera vez una sensación de autonomía, aceptando las consecuencias de lo venidero.
Las amistades y los amores llegaron al punto más genuino posible, y todas esas experiencias y emociones nos brindaron momentos estáticos en el corazón y en la memoria. Una etapa ha terminado y se está abriendo paso el siguiente cambio para nuestro crecimiento, donde las vivencias y las enseñanzas pasadas nos acompañarán como un respaldo.
La personalidad se forma de algo efímero pero memorable. El alma guarda en su infinita memoria los complejos de esas sensaciones que inconscientemente persistirán en ella como una marca justificable. Ese efecto metamórfico crea a la persona y la complementa.
La alteración de lo anterior fue lo que nos trajo a esto y por eso estimo la gratificante emoción que puede traer el cambio.
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