Facultad de Estudios Superiores Iztacala
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“La gente llega y se va, pero no se olvida nunca si no lo permitimos”
En México es Día de muertos, ya el aire huele a flor de cempasúchil, café de olla y recuerdos. Pero, ¿qué hace a estos días tan especiales?
Los últimos días de octubre y los primeros de noviembre son especiales para cada mexicano, son días de sabor agridulce, ya que podemos volver a estar un ratito con nuestros seres queridos que se fueron, ya sea familia, amigos o mascotas.
En los panteones y las casas se ponen altares u ofrendas que son preciosos, en ellos no pueden faltar las flores de cempasúchil, fotos de la persona, la comida que más le gustaba, algunas pertenencias que usaba, un delicioso pan de muerto, velas para alumbrar su camino, calaveritas de azúcar, entre otras cosas. Todo para estar un momento en su compañía. Cada uno de los elementos antes mencionados tiene un significado y una razón por la que están ahí: el vaso de agua es para que nuestros seres queridos puedan saciar la sed de su recorrido, el pan de muerto representa el afecto que les tenemos, la comida que era de su preferencia se pone para saciar su hambre y lo hagan con gusto, el puñado de sal simboliza purificación y el mantel blanco sirve para que el difunto pueda pasar entre su mundo y el nuestro y así vuelva para el siguiente año, las flores de cempasúchil se ponen a modo de camino para guiarlos a casa, las veladoras alumbran ese camino y significan luz y esperanza, las calaveritas que por lo general son de azúcar, son en representación de la muerte, las fotografías ayudan a recordarlos, el papel picado simboliza el elemento del aire, y el copal y el incienso alejan a los malos espíritus.
La llegada comienza desde el 27 de octubre, día en que llegan las mascotas; el 28 se prende la primera veladora y se coloca una flor blanca para recibir a las almas solas; el 29 se prende otra veladora y se coloca un vaso de agua dedicado a difuntos olvidados y desamparados; el 30 se prende otra veladora, colocando otro vaso de agua y un pan blanco para aquellos que se fueron sin comer o los que tuvieron un accidente; el 31 se prende otra veladora con otro vaso de agua y otro pan, agregando una fruta para nuestros ancestros (bisabuelos y tatarabuelos); el 1 de noviembre es el día de todos los Santos, en esta fecha llegan los niños y se pone la comida; el 2 es día de los Fieles Difuntos, donde vienen los adultos, se quema el incienso y se les pone el camino con los pétalos de las flores de cempasúchil para guiarlos a la ofrenda. Por último, en el día 3 se prende la última veladora blanca, se quema copal, los despedimos pidiéndoles que vuelvan el siguiente año y se levanta la ofrenda.
Aquí en México la muerte tiene un significado de promesa, una promesa de volver a ver a quien nos dejó antes, no importa dónde o cuándo, sabemos que nos volveremos a encontrar pues aquí recibimos con gusto a los que se fueron. Sin embargo, aún teniendo estos días, sabemos que los podemos sentir en nuestro día a día, así no podamos escucharlos o sentir su tacto, ellos siguen acompañándonos; pues como dice una de mis frases favoritas: “No muere el que se va, muere el que se olvida”.
Nuestros seres amados siempre vivirán en nuestros recuerdos, en sueños que podamos tener, en las anécdotas que contamos de los momentos que pasamos juntos; aunque los extrañamos y desearíamos que estuvieran aquí, que no se hubieran ido, hay que sentirnos felices y orgullosos de haber tenido la dicha de haberlos conocido, de haber tenido la oportunidad de amarlos y de construir esos recuerdos que se quedarán con nosotros para toda nuestra vida. Pues estuvieron aquí, vivieron, nos amaron, compartimos buenos y malos momentos, ¿por qué habríamos de olvidarlos? Mientras no lo hagamos, ellos permanecerán aquí. Teniendo siempre presente que en algún momento los veremos de nuevo, ya sea en una próxima vida o en algún otro lugar.
Con cariño: a mi abuelito. Te extraño y te amo, sé que un día nos vamos a reencontrar y cuando eso suceda te diré la falta que me has hecho, te abrazaré y te prometo que nunca más volveré a soltar tu mano.
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