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En estas trincheras nuestras armas son palabras convertidas en argumentos y contra argumentos.
En estas trincheras nuestras armas son palabras convertidas en argumentos y contra argumentos.
CRÉDITO: Karen Andrea Nemesio González / ENP Plantel 8
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Diana Burgos Estrada

Facultad de Ciencias Políticas y Sociales

Estudiante, bailarina y apasionada de la música. Amante de crear, compartir y construir realidades alternas.

Sollozos

Número 12 / ENERO - MARZO 2024

La leyenda de la Llorona como método de opresión indígena

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Diana Burgos Estrada

Facultad de Ciencias Políticas y Sociales

Las leyendas como expresiones culturales cuentan con un papel político resultado de procesos históricos específicos. No obstante, se les piensa en un sentido pasivo, como si su único objetivo fuera dar a conocer historias de fantasía. Esta impresión se quiebra al conocer el esqueleto, donde el principal pilar es sustentar respuestas de procesos culturales e históricos de una nación, permitiendo la creación de lazos a los que se les asigna el nombre de identidad colectiva. Dicha asignación también se piensa en solitario, es decir, en la conformación de una identidad individual. 

Nos situaremos en la época virreinal, un periodo histórico con rasgos fundamentales para la creación y obtención de nuevas sintaxis, porque, según Bhikhu Parekh, cuando un grupo de individuos adquiere una lengua totalmente nueva (como ocurrió en América), también está aprendiendo formas totalmente nuevas de entender el mundo: los colonizadores colocaron sus conocimientos en jerarquía, y la cosmovisión indígena fue desplazada.

Es así que se perdió el sentido, se separó el mundo natural-espiritual del mundo material-racional, se creó un discurso dominante y permeó la idea del salvajismo-amenaza indígena contra el heroísmo-europeo, que dota de racionalidad a las comunidades indígenas. 

La leyenda de la Llorona

La figura fantasmal sigue siendo relevante en el siglo XXI. Habitantes de la Ciudad de México aseguran que sus lamentos son augurio de catástrofe, dicha afirmación se sustenta en la diversidad de relatos que afirman su presencia horas antes de un temblor de gran magnitud: un lamento ante la evidente pérdida, una prevención. De manera semejante se habla de los lamentos como una forma de prevención a los “hijos” asentados en México-Tenochtitlán, una narrativa donde la “Malinche” lamenta la pérdida no solo de los niños, sino de la nación entera. 

Por otra parte, se encuentra la versión más divulgada, aquella donde una mujer engañada y cegada por la cólera les arrebata la vida a sus hijos ahogándolos en Xochimilco. Este es uno de los relatos más referenciados en la cultura mexicana. 

Los españoles buscaron borrar de la memoria colectiva un tercer relato, donde no se percibe un cuerpo fantasmal, sino uno religioso. Libros e investigaciones hablan acerca de una mujer que advertía una tragedia previo a la conquista, una mujer que buscaba protección ante la colonización. En Xochimilco aún se cree que esta aparición se da en el mercado que se encuentra en la Zona Centro y está relacionada con la iglesia de San Bernardino de Siena. De acuerdo con las crónicas de Rodolfo Cordero López, Mictlancihúatl pena en Xochimilco porque está buscando los huesos que robó Quetzalcóatl del inframundo para crear a los macehuales.

Entre los relatos mencionados destaca la idea proteccionista, el agua, Xochimilco, sus apariciones y la búsqueda, pero el giro argumentativo cambia respecto a la nueva pregunta: ¿a quién busca proteger y de quiénes?

Nueva lectura de la leyenda y su papel de dominación

Si bien la concepción del poder está relacionada, en primera instancia, con la violencia física, también se encuentra en la construcción de expresiones culturales. Cabe señalar que, para lograrlo, se necesita dominio y legitimación. 

La imposición colonial se hizo, pues, mediante la fuerza física, pero también mediante lo cultural. A la dominación surge la resistencia, permitida o negociada, y es aquí donde destaca la figura de la Llorona. 

Para los pueblos originarios, la naturaleza es una extensión misma del cuerpo; para los europeos, se observa lejana, donde, además, lo femenino es ridiculizado e interiorizado por lo masculino. Un puente bien logrado al pensar en la Llorona como una infanticida.

La idea mencionada se mueve dentro del péndulo heroína-villana. Antes de la llegada de los españoles, la Llorona era una figura sagrada, pero en la conversión narrativa se convirtió en profana: el español era el héroe, donde unas veces la evita y otras lucha, aunque el combate asuma la forma de una prueba deceptiva. Ejemplificando la contraposición entre lo español-nativo. 

Al mantener ciertas similitudes con el relato original, permite implementar el discurso dominante con mayor facilidad, motivo por el cual encontramos versiones diferentes en América Latina; tampoco es coincidencia su relación con las damas blancas europeas, pero a diferencia de estas, su principal función es moralizar y perpetuar un castigo. La concepción moralizadora parte del horror ocasionado ante los sacrificios humanos, recordemos, parte del relato original: la matriarca de Xochimilco que se lamentaba durante las noches pidiendo sacrificio para saciar su hambre.

Me gustaría dejar claro que lo siguiente es una interpretación de mi autoría: el sacrificio o asesinato de los hijos debe ser castigado. Por este motivo, el alma no puede llegar al cielo y pena eternamente. En la versión colonial hay una penitencia por las malas acciones, no se trata nada más de algún ente sobrenatural.

Es así que a la legitimidad y la reproducción del orden social se suman las instituciones dominantes que, a su vez, inciden en la construcción del ámbito narrativo que configura a la nación.

En primera instancia se visualiza el discurso hegemónico-dominante, pero entre líneas se encuentra la “diversidad”, donde aparece una tercera identidad: los mestizos, quienes si bien aceptan su ascendencia española, también encuentran interesante el “pasado glorioso” donde rescatan y enaltecen las características principales de las culturas indígenas, permitiendo y reproduciendo la supervivencia de todos estos relatos. 

Conclusiones

Las leyendas tienen una función primordial de sostener discursos políticos o imposiciones, lo que ha justificado la discriminación o exclusión permanente hacia grupos vulnerables. Dicho esto, se puede pensar un esquema donde lo institucional logra legitimidad a partir de lo cultural. Lo que nos lleva a decir que, en un proceso colonizador, la principal herramienta es conocer la cotidianidad, para posteriormente arrebatar o integrar a las narrativas dominantes elementos que den sentido o identidad al pueblo que se busca dominar. 

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