Colegio de Ciencias y Humanidades Plantel Azcapotzalco
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Coloquialmente, tenemos una percepción de las brujas como mujeres feas, pobres, malvadas, expertas en encantamientos y magia, donde un gato es su amigo incondicional; así las vemos representadas arquetípicamente tanto en el cine, la literatura o en la pintura. Este universo simbólico puede ser analizado desde tres esferas contemporáneas cruciales: el psicoanálisis, la publicidad y el feminismo. Me centraré en éste último.
En tiempos primitivos se adoraba a los fenómenos naturales, al sol, a la luna o a las estrellas que se personificaban a manera de “dioses”. Aquellas personas que tenían ciertos conocimientos tanto de herbolaria o métodos terapéuticos naturales y podían interactuar con esas “deidades”, se convertían en los curanderos de las tribus. A esta sabiduría se le conoció tradicionalmente como brujería. Actualmente existen estereotipos que equiparan la brujería con tener poderes sobrenaturales, sin embargo, podemos entenderla como conocimiento y sabiduría adquiridos a través del tiempo.
En las culturas agrícolas más primitivas, se creía –o se sabía– que los ciclos lunares estaban vinculados al ciclo menstrual de la mujer. En este contexto, la mujer desempeñaba un papel clave tanto en la economía como en la esfera religiosa, siendo sacerdotisa en un culto donde la luna era considerada como la “madre primera”. La mujer también era vista como experta en artes mágicas dentro de este ciclo, y el culto a los antepasados tenía un papel esencial en el sistema religioso.
La imagen de una bruja volando sobre el cielo que se representa arquetípicamente está inspirada en un antiguo ritual que buscaba propiciar una buena cosecha y consistía en colocar una escoba en el campo y saltar sobre ella –la escoba representaba a la armonía familiar–, creando de esta forma la imagen que todos conocemos.
El pensamiento mágico, anterior al religioso, involucraba procedimientos conminatorios para lograr resultados deseados o indeseados. Desde conjuros que expresan la voluntad, se evolucionó hacia la oración, implicando sumisión. Las fronteras entre lo real y lo imaginario no siempre fueron claras, y las atribuciones fantásticas a personas, como hechiceras y brujas, reflejan la fusión de lo natural e imaginario. En este mundo, humanos, animales, astros y sombras fueron percibidos de manera familiar y apasionada.
Históricamente, las mujeres tuvieron un papel de suma importancia en la sociedad, sirviendo como curanderas, médicos y anatomistas sin licencia; practicando abortos, sirviendo como enfermeras. Además, actuaban como farmacéuticos, cultivaban plantas medicinales y compartían conocimientos. Las parteras actuales son reminiscencia de este tipo de curanderas, son médicas sin título, mujeres que transmiten su conocimiento de generación en generación y deben ser reconocidas como “mujeres sabias” dentro de la sociedad.
Con la extensión del cristianismo, la brujería comenzó a ser vista como una manifestación del mal y así inició la persecución de todas aquellas personas que la practicaban, en especial de las mujeres, a quienes se asoció con poderes diabólicos; todo lo cual fue de la mano con el andamiaje ideológico de la iglesia medieval.
Por aquellos tiempos, tanto brujas como científicos que cuestionaban el Orden Divino del cristianismo eran considerados herejes. La Iglesia, encargada de definir la naturaleza según su doctrina, perseguía a quienes desafiaban estas ideas. Los científicos debían someter sus descubrimientos a una institución eclesiástica antes de difundirlos; si se consideraban incongruentes con la ideología oficial, la persona debía retractarse bajo amenaza de represión en nombre de Jesús, práctica que perduró durante muchos siglos. Esta persecución fue particularmente cruel contra las brujas, a quienes se les veía como una amenaza a grupos religiosos y políticos.
Con lo dicho anteriormente podemos afirmar que la persecución de brujas, fue una verdadera persecución de mujeres.
Las brujas, consideradas mitos medievales, eran en realidad mujeres sabias y pioneras en campos como la astronomía, la agronomía, la química y, especialmente, la medicina. Aunque poseían conocimientos milenarios, estos fueron expropiados o negados por los discursos científicos de la medicina moderna. A medida que surgieron las universidades, fueron excluidas de la práctica médica institucionalizada enfrentando el repudio social.
La persecución de las brujas, cuando se examina desde una perspectiva feminista, revela diversos aspectos como la misoginia, los intentos legales de controlar el cuerpo y la sexualidad femenina, el deseo de dominar a mujeres independientes, los conflictos generacionales entre mujeres, la lucha económica por el control de sus propiedades, así como la violencia sexual perpetrada por jueces y torturadores. Todos estos elementos destacan la complejidad de este fenómeno que debe observarse y reescribirse desde una óptica centrada en la igualdad de género.
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Una respuesta
Me encantó tu nota, soy una estudiante de derecho en Monterrey y además llevo la mitad de mi vida dedicándome al esoterismo y a militar por el feminismo y esta información me parece muy interesante. Ojalá sigas escribiendo más, lo haces muy bien.