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En estas trincheras nuestras armas son palabras convertidas en argumentos y contra argumentos.
En estas trincheras nuestras armas son palabras convertidas en argumentos y contra argumentos.
Stacey Gabrielle Koenitz Rozells
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Natalia Sánchez Méndez

Colegio de Ciencias y Humanidades Plantel Naucalpan

Soy una mujer queer que le apasiona escribir, mis textos reflejan los sentimientos y pensamientos que tengo.

Los sentimientos versus la incógnita de crecer

Número 6 / AGOSTO - OCTUBRE 2022

Nadar en contracorriente de la hegemonía

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Natalia Sánchez Méndez

Colegio de Ciencias y Humanidades Plantel Naucalpan

“Estas jodida de la cabeza”. Las palabras cargadas de ira acompañaban a mi vieja sombra por las calles. Todos me veían, en mi mente lo hacían. Años de ocultar mis emociones que ahora eran pequeñas bolas de nieve persiguiéndome: pandemia, closet, bullying, relaciones fallidas, cada momento atravesado es el espiral de sentimientos que marcaban la piel en forma de cicatrices, “quieres llamar la atención” los mayores inundaban cada juventud alrededor mío con palabra ignorantes, mi caminar ahora es vació, existo no vivo, ¿cuántos adolescentes cargamos esto?

Podría decir que una generación entera, porque fuimos criadxs por las generaciones pasadas, generaciones de silencio, de “los hombres no lloran” o “las niñas calladitas se ven más bonitas”, logrando que cultivar la salud mental en una sociedad que rechaza por naturaleza llegue a ser agotador, sin mencionar que la gran mayoría no tiene acceso a terapia, les dicen cobardes a lxs que se rindieron, cuando ellos lxs empujaron, juzgan a quienes encontramos salidas para sobrevivir, porque “en sus tiempos era más duro todo” sin darse cuenta que ahogaron los gritos de su adolescente que vivió lo mismo, tuvieron que crecer y fueron consumidos por el humo de una sociedad autómata, que solo despierta, es esclavizada y vuelve dormir, no tienen tiempo para sentir, pero si para prohibirnos hacerlo.

La mayoría de la generación z se afronta a huir de esto diario, cada unx luchamos por cuidar nuestra salud mental de alguna manera, quienes tienen la posibilidad en terapia, pero lxs que no, deben encontrar un pequeño espacio seguro, un momento, una persona, un libro o una canción que da la sensación de hogar, que sea la cobija que te protege de los fantasmas que hacen ruidos en la madrugada, o que se sienten como ese brinco a la cama después de apagar la luz para que el monstruo debajo de ella no pueda jalarte.

En mi caso, no es muy diferente, atravesar mi vida como una mujer gorda y queer no es sencillo, durante mi infancia los prejuicios impuestos por los más grandes contaminaron mi desarrollo, niñxs creyendo que yo no era “digna” de poder sentarme a su lado por ser gorda era recurrente, la alegría se esfumaba, pero sin saberlo encontré mi hogar, encontré mi protección, los libros, una niña de 6 años que aprendió a leer, también aprendió que no tenía que vivir en un solo mundo, que su realidad siempre podía mejorar leyendo, y que no necesitaba a nadie que empujara el columpio porque ella sola podía impulsarse.

Tiempo después esa niña descubrió la mancuerna perfecta para sus libros, la música, con una banda británica llamada “one direction”, supe que mi vida estaba bien siempre que escuchaba sus canciones. Amar tanto algo me presento todo un nuevo escenario, la aspiración, mis últimos tres años antes de la secundaria fueron los más difíciles, pero lo eran menos porque cada que llegara a mi casa después de la escuela me podía imaginar un futuro perfecto, donde podía ir a Londres y decirle a Harry Styles lo mucho que lo amo, y aun cuando ese tiempo me lastimó de tantas formas, algo tan inocente como ser fan de una banda consiguió que mi yo de 11 años no se rompiera ante las duras burlas de los pre adolescentes.

Con la llegada de mi adolescencia se reveló ante mí, mi sexualidad, la incógnita de si me gustaban las mujeres tocó mi puerta, juntó a un montón de inseguridades y miedos completamente nuevos, ahora mi salud mental se veía amenazada por lo que yo era, no porque fuera malo, sino porque nadie lo planteaba como una posibilidad, todxs crecimos con la idea de que ser heterosexual era lo “normal”, por lo que mi yo de 13 años no entendía que le pasaba, porque no se veía en un futuro con hombres, pero la idea de una mujer a su lado para toda la vida le parecía perfecto, el temor de perder amigas por gustar de las mujeres me hizo callar, poniéndome a mi misma en una posición vulnerable emocionalmente, donde cada paso debía ser cuidado para no exponerme, sin embargo, también vencí a esos sentimientos, mi lugar seguro ahora era escribir, poder plantear cosas que vivía y nadie notaba en textos me hizo sentir bien otra vez, logrando que me aceptara y pudiera vivir a gusto siendo una mujer lesbiana.

Durante cada paso los problemas dejan pequeñas heridas abiertas que se hicieron más profundas con la pandemia, entrar a un encierro total fue determinante para la salud mental de muchxs, para nadie fue sencillo, en mi logró romper cada avance que tenía, tuve altibajos que me pusieron en momentos que se sentían como un abismo, donde mis noches se volvían un eterno silencio cubiertas por llanto, pero con el tiempo entendí que la pandemia era algo que todxs estábamos viviendo. Identificarte con cientos de otras personas daba la sensación de no estar solx, permitiendo que la salud mental no se perdiera por completo.

En este punto también encontré otro lugar seguro, un poco diferente, las canciones, específicamente las que hablan sobre la salud mental, canciones como “this is me trying” “mirrorball” y “champagne problems” de Taylor Swift me dieron el valor para afrontar que está bien no estar bien en todo momento, escuchar situaciones similares a lo que yo he vivido me hizo abrazar mis sentimientos, me amé enojada, triste y feliz, entendí que cada emoción era válida, tomando control de mi salud mental una vez más.

Con cada etapa aprendía distintas cosas sobre mi y sobre mis emociones, lo que era ideal porque a mi parecer crecer se trata de eso, aprender, aunque sea complicado, porque no solo se trata de reconocer tus emociones, también es cuidar que no lastimemos a nadie más, ya que, en el curso de intentar comprendernos a nosotrxs mismxs nos olvidamos que hay personas alrededor que también sienten, formando una red aún más profunda entre sentimientos, crecer y las relaciones sociales que también debemos de explorar.

Por esto me atrevería a decir que entender es la parte más difícil de sentir, la comprensión de las emociones propias y de los demás es complicado, tener que desarrollar un pensamiento que te ayude a entender cómo funciona sentir no es tan fácil como se escucha, ya que, la mente se vuelve cada vez más compleja, complicando a la vez todo lo demás.

Mientras crecí me enfrenté a múltiples momentos que atentaban con la salud mental, desde la imposición de la sociedad a no expresar sentimientos hasta una pandemia mundial, pero con cada paso que dí entendí que conservar la salud mental puede complicarse, pero cualquier forma en la que aceptamos y avanzamos es válida, porque protegerse a sí mismx debe ser una prioridad en todo momento, siendo algo que no debe hacer sentir culpable a nadie.

Es importante saber que su relevancia también entra en que podemos convertirnos en la generación del cambio naciendo desde lo emocional, para que las futuras infancias no tengan que vivir en una lucha constante entre sus sentimientos y crecer.

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