Facultad de Ciencias Políticas y Sociales
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En el pueblo de Tequicuilco, Guerrero, las cihuas han causado terror desde tiempos inmemorables, aquellos tiempos cuando aún no había luz eléctrica y las calles no estaban pavimentadas todavía.
Las cihuas son mujeres desnudas que, según se cuenta, en las noches bajan a los pozos de agua y a las barrancas. Al esconderse el sol, suelen escucharse sus risas a lo lejos, jugando divertidas entre chapuzones en estos recintos acuíferos; pero ocurre que los incautos que no respeten sus horarios de juego, corren la suerte de ser ahogados por ellas ahí.
Ellas son peludas y tienen unos enormes colmillos que suelen mostrar a los hombres que bajan a las barrancas en busca de sus amantes, pero, al equivocarse de mujer (o ser infieles), las cihuas los raptan y devoran. Si tienen suerte, solo les dejarán una marca maldita que les quedará por el resto de sus vidas, por ejemplo, una huella de mano en la espalda.
Nadie conoce dónde viven con exactitud, las leyendas dicen que bajan de los cerros y que en sus hogares remotos se organizan similar a las brujas, pero a diferencia de estas últimas, las cihuas son peculiares, pareciera que se trata de seres completamente distintos, seres elementales de los cerros y los bosques que en el abrigo de la oscuridad suelen disfrutar del líquido de la vida y buscar algún festín con ella.
Las cihuas también se llevan a los niños en el argot popular; he incluso varios infantes aseguran haberlas visto en Tequicuilco, y no solo en los pozos de agua, sino en las cocinas hechas con adobe en los patios, arriba de los hornos, saltando y asomándose en los tejados de palma. Algunos piensan que salen de los pozos de las casas, como si estas se movieran entre los ductos de agua naturales subterráneos del pueblo.
El origen de la palabra cihua proviene del náhuatl cihuatl que significa mujer, y en la cultura mexica, las cihuateteo o cihuapipiltin, que se traducía como “mujeres nobles” o “mujeres divinas”, eran los espíritus de mujeres que morían durante el parto, las cuales se convertían en estos seres malignos que aterrorizaban a los vivos. Para los mexicas el parto era como un momento de guerra, por lo tanto, al igual que a los soldados, las cihuateteo eran honradas siendo enterradas en el patio del templo de las Cihuapipiltin, pasando a formar parte del séquito del sol, junto con los guerreros muertos en batalla.
Pareciera que la leyenda de las cihuas surgió en el pueblo para hacer que los infantes y los maridos se portaran bien, algo así como un mediador social de la desobediencia y la maldad hacia las madres o la infidelidad en el matrimonio; hablamos de un cuento de terror que surge de las amas de casa, mismo que se implantó –igual que muchos– en el ideario colectivo. Verdad o no, hasta nuestros días la palabra cihua se sigue escuchando en Tequicuilco, y aunque se dice que ya no bajan al pueblo tan seguido como antes, las probabilidades de que una de estas mujeres le enseñe sus colmillos a un niño travieso o a un marido infiel, aún son posibles.
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