Facultad de Medicina
Facultad de Medicina
Entras a tus redes sociales, ves lo que tus amigos o conocidos han compartido, y parece que todos tienen la vida perfecta. Tú estás en tu casa, y comienzas a compararte: ¿Por qué ellos han logrado tantas cosas y yo no? ¿Por qué tienen una relación tan bonita y yo no? ¿Qué me falta a mí?
Sin darte cuenta, empiezas a sobrepensar. Tu confianza y autoestima se ven afectadas casi de inmediato, todo por creer que lo que está detrás de una pantalla es completamente real. Y sí, puede que lo sea… o no. No sabemos qué hay detrás de lo que compartieron ni cuál es el verdadero contexto.
Yo he sido muchas veces esa persona que publica sus logros en redes sociales. Lo he hecho con la intención de compartir algo bueno con mis amigos o incluso de presumir un poco. Pero también he estado del otro lado, siendo quien se siente mal al ver los éxitos ajenos, comparando mi vida con la de los demás.
Y me pregunto: ¿Quiero seguir alimentando ese ciclo tóxico? Ese en el que yo puedo hacer que alguien se sienta menos, o donde otros, sin querer, me hacen dudar de mi propio valor.
En redes sociales mostramos lo que queremos que otros vean. Muchas veces, esa versión no es toda la verdad. Ocultamos nuestras dudas, nuestros días malos, nuestras inseguridades. Sólo mostramos el filtro más bonito, el momento más brillante, la sonrisa más perfecta.
Pero la vida no es sólo eso. Todos vivimos una mezcla de momentos buenos, regulares y malos. Somos una dualidad constante, y no todo se divide entre felicidad o tristeza. Hay muchísimos puntos intermedios que rara vez damos a conocer.
Entiendo que cada quien es libre de publicar lo que quiera, y que también es responsabilidad de quien ve interpretar con criterio lo que consume. Aun así, yo he decidido hacerme más consciente de lo que comparto. Me comprometo conmigo misma a que, si voy a usar mis redes, sea con la intención de sumar, de compartir algo auténtico y positivo, y no darle más herramientas a alguien para que se sienta mal consigo mismo.
Quizá no podamos cambiar cómo funcionan las redes sociales, pero sí podemos cambiar cómo las usamos.
Por Andrés Uriel Reyes Gutiérrez
Un análisis sobre la herencia condescendiente hollywoodense
Por Roberto Aviles Sanabria
Liga Mexicana de Béisbol celebra sus cien años de vida
Por Jaime Martínez
La democracia se construye desde los espacios universitarios
Por Michelle Aguiñón
La nostalgia tóxica de la dictadura perfecta y nuestros verdugos convertidos en entretenimiento