Colegio de Ciencias y Humanidades Plantel Oriente
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¡Oh Gretel, dulce Gretel! Con tus mejillas rosadas y tus labios de granada, con el brillo de la inocencia en tus ojos y tu pequeño corazón que latía como un conejo alegre, llegaste a aquella casa de dulce para llenar de dicha el corazón de quien te apagaría el alma.
Comiste un festín sin saber que serías la cena, festejaste con los animales del bosque la llegada de las fiestas decembrinas, y cuando estuviste cansada te fuiste a dormir, ¿y Hansel? ¿Dónde está Hansel? Hansel no confiaba en nadie, él fue inteligente y durmió en uno de esos sillones de chocolate que te hacían marear por tanta suavidad, mientras que tú, con tu inocencia, cometías tu último error: dormir en el horno, confiada de que siempre estaría cerrado y apagado. ¡Oh Gretel, tonta Gretel! No debiste meterte al horno esa noche, ¿alguna vez lo sabrás?
Despertaste aquella mañana para darte cuenta de que el horno, ese horno en el que descansabas estaba cerrado y alguien lo había encendido. Con el ardor en tu piel como único aviso de que te estabas quemando enmudeciste por el miedo y dejaste que pasara, Gretel, ¿por qué no hiciste nada, pequeña ilusa?
Con los ojos secos te resignaste y no te atreviste a derramar una lágrima mientras que tu pecho se inundaba y el dulce conejo que ahí habitaba se ahogaba lentamente. Te quemabas y tu cuerpo ardía y se consumía entre llamas y pensamientos, palabras que se incrustaron en tu cabeza como agujas que jamás sacarías y pedazos de corazón roto que salieron de tu pecho sin querer, ¡oh Gretel!, pequeña Gretel ¿qué es lo que has hecho?
¿Quién te quitará ahora esas marcas invisibles en tu piel? Estás tan quemada que eres irreconocible, tus ojos ya no brillan y tu corazón se volvió tan pesado que apenas late, tus mejillas antes rosadas ahora son claras como el agua y tu cuerpo, tu pequeño y frágil cuerpo ha perdido su niñez. ¿Dónde está tu reflejo? ¿A dónde se fue? ¿Y quién es esta persona en el espejo?
Shhh, ¡Gretel! No le digas a mamá, no le cuentes a Hansel ni a los animales del bosque y mucho menos a la bruja. Gretel, guarda el secreto, cómetelo y finge que es un dulce para que no duela tanto al pasarlo, ahora tendrás que llevarlo contigo a donde quiera que vayas. Gretel no te reconozco, dime por favor, ¿en quién te convertiste? ¿Es acaso que aquella niña que solías ser se quedó en ese horno? Ahora tendrás que vivir en esta piel que no es tuya, contaminada y marcada, tendrás que vivir con la cicatriz de lo que te hicieron y la boca cubierta por una mano invisible que te asfixia y te sofoca.
¡Oh Gretel! tan ajena y tan triste ¿adónde se fue tu dulzura?
Por: Edgar Serrano Oyorzabal
Buscar para encontrar, el libro que me acompaña
Por: Citlali Núñez Téllez
Oda a las cartas en un mundo efímero y digital