Facultad de Ciencias Políticas y Sociales
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Históricamente, el amor ha tenido diversas formas de expresarse y comprenderse. El amor heterosexual, en especial, ha sido el más explorado por el arte, desde la música y la poesía hasta la moda. Ejemplos alrededor del mundo hay de sobra: canciones, esculturas, pinturas, composiciones orquestales completas, películas… Una de esas tantas expresiones se presenta en la ciudad de Guanajuato, donde los callejones virreinales, las callejas adoquinadas y balcones de cantera verde han sido el escenario idóneo para una tradición bohemia y romántica: las callejoneadas y sus estudiantinas (o tunas).
Como estudiante de Antropología, me adentré en la ciudad de Guanajuato para comprender a las estudiantinas como una fuente de trabajo inmaterial y atípica; tienen un alto impacto en la formación identitaria de sus integrantes y también coadyuvan a la construcción de redes de apoyo y una cultura laboral que roza con la bohemia y la juerga. Sin embargo, también pude presenciar algunos eventos que me abrieron una nueva veta de investigación: el fuerte discurso de masculinidad y heterosexualidad.
Según la mitología de esta práctica, el espectáculo de estudiantinas consta de una agrupación de hombres (usualmente amigos universitarios), ataviados con ropas “típicas” de los estudiantes de la España del siglo XVI, quienes se acercan a los balcones de sus amadas para cantar algunos romances, intentando cortejarlas. Esta tradición llegó a Latinoamérica en el siglo XIX, arraigando en países como Perú, Colombia, Argentina, Chile y Bolivia. En nuestro país podemos encontrarlas en la Ciudad de México, Hidalgo, Aguascalientes, Jalisco, Veracruz, Baja California, Michoacán, etc. Sin embargo, en pocos lugares ha calado de forma tan profunda como lo hizo en la sociedad guanajuatense, siendo una pieza fundamental de la cotidianidad de sus habitantes locales, estudiantes foráneos y turistas.
Con el tiempo, la ciudad pasó de tener una estudiantina (agrupación que realiza las callejoneadas) a más de treinta, mismas que actualmente dan recorridos turísticos musicalizados por distintos callejones de la ciudad, a través de cinco rutas. El show moderno, mantiene la estética de los tunos (así se les dice a los músicos que participan en la callejoneada), algunas canciones clásicas de la Estudiantina de la Universidad de Guanajuato, los recorridos por callejones profundos de la ciudad y la esencia bohemia de la serenata y declamación entre los amantes. Dejando de lado este discurso monográfico, con el que cualquiera pensaría que hago propaganda turística, es momento de adentrarme al tema central: el amor, la masculinidad y la heterosexualidad en la tradición tunera en Guanajuato.
Cada estudiantina tiene sus propios estilos y cambian en sus dinámicas de recorridos, pero en general todas comparten elementos importantes para este trabajo: durante el recorrido, a los hombres se les separa de las mujeres para ofrecerles ramos de rosas; les enseñan un breve poema que declamarán en el reencuentro; y una narración de la leyenda del Callejón del Beso al final de la callejoneada, donde pedirán a una pareja heterosexual voluntaria que interprete a los personajes (Carlos y Ana). En general, esto no tiene nada de malo, siendo que nos remite a esta idea de caballerosidad y galantería hacia la amada, propia de los romances españoles del Siglo de Oro. No olvidemos que nos ubicamos en la Capital Cervantina de América.
Recuerdo que en una ocasión en la que asistí a una de las estudiantinas, no había una sola pareja entre los asistentes. Eran grupos de amigos de trabajo, familias sin parejas y yo, el investigador incógnito. El animador de la estudiantina pidió que una pareja pasara al frente para recrear la leyenda del Callejón del Beso, pero nadie dio ni un paso. Al darse cuenta de que no habían enamorados comentó entre risas: “Con razón no estaba saliendo la callejoneada”. Aparentemente lo decía de broma, pero había mucha razón en su comentario: el show está hecho para públicos con parejas heterosexuales. Fuera de este romanticismo superficial, la realidad es que esta práctica se encuentra rodeada de discursos que, en su mayoría, reproducen el estereotipo de masculinidad mujeriega y desafanada de su relación, que sólo ofrece detalles para obtener congratulaciones sexuales o para humillar a otros hombres, como mostraré a continuación con fragmentos de mi diario de campo.
Cuando inicia el recorrido, muchas estudiantinas hacen una dinámica introductoria, donde advierten que, cuando se diga la frase “Arriba los hombres”, estos imiten el grito espartano de “Au, Au, Au”, mientras ensanchan los hombros y sacan el pecho. Esta práctica es más común de lo que parecería. Durante el trayecto, se realizan actividades donde se enfrentan hombres y mujeres, siendo constantes los chistes que reproducen estereotipos patriarcales de género como que las mujeres “Lo mueven mejor” o que los hombres “Son los que tienen que soltar la lana”. Cuando acabó una de esas actividades, a las mujeres se las llevaron al frente con la estudiantina a ver “A un stripper” o “Un negro”, y a los hombres nos dijeron que iríamos “A un table” con “Mujeres al 2×1”, o con “Las cariñosas de 1,500”. Parecen chistes, pero como chistes dicen mucho.
Cuando nos separan de las mujeres, usualmente es otro hombre de la estudiantina quien se queda con los hombres, siendo que antes de ofrecerte los ramos de rosas (que pueden superar los $200), este personaje hace algunos “chistes” sobre las mujeres. Algunos de los que he podido registrar son los siguientes: “Los hemos separado de ese cáncer maligno que tenían, así que pueden respirar 2 minutos”, “Cuando las mujeres, si los quieren, les compran a ustedes un rosetón, puede venir con una frase como: ‘para mi gordo’, ‘para mi hombre’, ‘para mi rompepapayas trucutrú’”. Así como otros “chistes” que involucraban exaltar el tamaño del pene de los hombres presentes, el abandono familiar o el desprecio por las suegras. A modo de ejemplo está este discurso más extenso:
Levante la mano quién trae pareja, no la niegue. Bueno la mayoría trae pareja. Aquellos con pareja fueron separados únicamente 5 minutos porque sé que no la aguantan. Están hasta la madre. Vienen a Guanajuato a divertirse, pero vienen con su mujer… grave error. Aquí no pudieron ver a las brasileñas, no pudieron ver a las turistas. Vienen con la mirada abajo porque saben que les dan un chingadazo. Pero, caballeros, ahora es el momento de que inhalen profundo. Y eso que sienten es la tranquilidad, la libertad. Disfrútenla porque solamente dura 5 minutos […] Se las tenemos que regresar. Tal vez no la quieren volver a ver, pero yo no me la pienso quedar. A mí no me sirve de nada, a ustedes tampoco, pero ustedes la traen y se chingó. (26/10/2024)
O este otro:
Si tienen a alguien en casa esperando por ustedes, llámese esposa, amiguita, mecánico Juan, Uno Noticias, BBVA Bancomer… lo graban como un audio y se lo mandan […] Así les llevamos serenata a sus damas. Y a ellas les están hablando de estas cintas, que traemos por acá. Se llaman rosetones y se entregan por la serenata. Cuando una mujer recibe serenata regala esto para que el caballero sepa que le ha gustado. La chica lo entrega como un detalle romántico, pero la mujer no da paso sin huarache. La cinta es como un tatuaje de Belinda, esta madre sirve para marcar el ganado. Cuando van por la calle las demás chicas lo notan, y saben que ese perro ya tiene dueño. Así que, caballeros, sus mujeres le van a poner una de estas para ser marcada como la res que usted sabe que es. Así que póngansela con cariño. Ya no van a agarrar nada más al rato, pero ni modo, hoy ya cenan. (26/10/2024)
Y finalmente este otro ejemplo sobre las “motivaciones” que pueden tener los hombres para comprar rosas a sus parejas:
[…] por acá se queda mi compañera (que) trae flores para ustedes. Porque sé que entre ustedes hay hombres románticos, hay hombres que han pecado, hay hombres que traen a la suegra de arrimada y quieren hacer la barba, y hay algunos que traen dinero y les gusta humillar a los demás. […] Los que no, contéstale a aquella y borren todo, por favor. Bueno, continuamos, requiero que aquellos románticos que llevan flores procuren ir al frente. Esto no es para humillar a los demás, es por si les preguntan: ¿por qué no llevan ramo?, digan que nada más había diez y se agarraron a chingadazos por él. (26/10/2024)
Cuando un hombre no hace caso a la separación de sexos, el resto de hombres, en automático le gritan cosas como “mandilón” o “culo”, seguido por el grito espartano. Desconozco qué discursos les digan a las mujeres, ya que no he tenido oportunidad de escuchar el otro lado del cassette. Sin embargo, me parece que estos ejemplos ayudan a hacernos una idea sobre el tipo de discurso, algunos sexistas, sobre el trasfondo de esta experiencia romántica que presume la callejoneada.
Ahora bien, ¿qué cosas se han planteado como subversión a este modelo de masculinidad heterohegemónica? Antes de cerrar este artículo quisiera referir un caso muy interesante, el proyecto local de Callejoneadrag, que tiene menos de dos años existiendo. La temática es mantener la tradición de callejonear con música e instrumentos propios de las estudiantinas, pero añadiendo drag queens y actividades que no sólo sean para parejas heterosexuales, así como para algunos de los músicos, quienes van maquillados también. La intención de esto es resignificar una tradición guanajuatense, como lo son estos recorridos, pero creando experiencias más inclusivas y sin reproducir estereotipos sexistas como los que, en ocasiones, hay en las callejoneadas comunes. No se trata de parodiar el valor histórico e identitario de las callejoneadas “tradicionales”, se trata de buscar nuevas formas de enriquecerlo e innovarlo, para que todos podamos disfrutar plenamente de ellas sin sentirnos incómodos, pudiendo amar públicamente y sin tapujos, aunque sea por una noche.
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