Facultad de Ciencias
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¡Oh, poeta!,
del Jónico y el Egeo llevas nombre,
en tierras romanas
recibiste la gracia
del emperador Augusto,
y ni Tiberio, Claudio o Calígula
pudieron nunca detener tu pluma.
A Platón cediste el nombre para su obra,
del más sublime sentimiento,
el amor.
¡Oh, poeta y científico!,
tu mente brillante conoce los misterios
que el universo guarda.
A través de conjuntos,
números, letras y signos,
creas el magnífico lenguaje del cosmos.
Piensas maravillas,
mientras con tiza
dibujas los designios
del universo mismo.
Revelas sus secretos
a los simples mortales
que, cómo yo, vivimos
sin imaginar siquiera
una décima parte de lo que sabes.
Y dedicas tu vida
a un propósito tan noble.
Ojalá que el cielo recompense, algún día,
tu esfuerzo con felicidad eterna.
Por: Enrique Nájera Sánchez
Ayer, por fin comprendí que te habías ido para siempre
Por: Martín Guadalupe Flores Hernández
Ningún premio en dólares sustituye al amor