Escuela Nacional Preparatoria Plantel 3
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A lo largo de generaciones, la salud mental se ha visto cómo un tabú, lo que genera rezagos psicológicos en todas las edades y géneros: las ideas falsas sobre que los hombres no lloran, que las mujeres maduran antes y que los niños deben de soportar emocionalmente. Sin embargo, al encontrarnos con nuevos cuestionamientos, una mayor divulgación y acceso a la información, surge nuestra generación, la famosa hecha de cristal. Pero, ¿realmente somos tan frágiles, o, el ser humano siempre ha sido frágil y apenas somos capaces de aceptar nuestra naturaleza? Probablemente aún nos falte mucho por trabajar cómo sociedad, pero la realidad es que nuestra generación vino a ser el parteaguas para una nueva cultura en la salud emocional, no solo por nuestro valor para alzar la voz, por los movimientos constantes y la ayuda de las redes sociales como medio de difusión, sino por una temporada que con certeza dejará marcados a millones al grado de ya ser un hecho histórico, puso a prueba particularmente en el campo emocional y de la salud mental: La pandemia por covid-19.
Si hace un par de años se describiera un escenario en el cuál te encontrarás encerrado en tu casa, mientras escuchas en la televisión que el número de muertos aumenta cada día más, que gente que conoces simplemente ya no está, y no posees la oportunidad de despedirte de ellos, Sin contacto más allá de aquellos con los que vives, teniendo en cuenta que ahí mismo, donde deberías estar seguro, corres el riego de sufrir violencia familiar continuamente por meses. Experimentando un constante miedo de contagiarte, sumado a la continua presión de continuar con tu empleo ( o arriesgarte a salir a buscar uno) o estudios, para no perder el sustento de tu casa. Probablemente lo primero en lo que habrías pensado es en un escenario apocalíptico, más, tristemente querido lector, fue la realidad de millones de personas y puede que incluso probablemente la tuya, ya sea en mayor o menor medida.
El constante estrés y pánico colectivo, junto con el duelo constante por las perdidas y el aislamiento social, fueron la mezcla perfecta para detonar ansiedad, depresión y crisis en más de un tercio de la población, según la OMS. Como si fuera poco y a la par del aumento del número de víctimas de violencia familiar, volviéndolo un problema que gritaba por ser visibilizado.
Lo que quiero dar a entender con esto, es que la pandemia vino a remover todo aquello que tratábamos de ocultar o sobrellevar con la rutina, sin embargo, si te quedas solo con tus pensamientos ¿eres capaz de salir invicto?, además del estrés y miedo, la pandemia nos regaló mucho tiempo para pensar, reflexionar y ver en los huecos más profundos de nuestro ser. Y al mismo tiempo debido a la necesidad de esta, la divulgación de la salud mental creció exponencialmente, y de pronto muchos de nosotros nos vimos tan ahogados (en pensamientos, dolor y miedos) que tuvimos que pedir ayuda. Y la ayuda ya estaba ahí, en nuestros personajes favoritos de televisión, en podcasts, en las redes sociales, en videos, de pronto esta en boca de todos, sólo necesitaba que le prestáramos atención, que aceptáramos que la necesitábamos, el normalizar, que un poco de terapia no le hace daño a nadie, al contrario. Y por sobre todas las cosas, que esta bien estar mal, después de todo no se puede ayudar a nadie que no quiera ayudarse a sí mismo.
Es así que si tuviera que dar mi punto de vista, considero que la salud mental se ha puesto de moda (muy distinto a ser sólo una moda, puesto que su trasfondo va más allá que eso), cada vez más encontramos información en redes sociales, en películas, en revistas, canciones, en nuestro propio circulo social, pero ¿acaso esto es malo?, lejos de serlo, nos genera una conciencia colectiva y nos ayuda a entendernos mejor, lo que sentimos y a las personas a nuestro alrededor, haciendo de nuestra sociedad una red de apoyo gigante, abriendo una brecha entre generaciones pasadas y las que vienen, les da la mano a aquellos con el agua hasta el cuello y les recuerda que nunca es tarde para sanar, nos incita a pedir ayuda e informarnos, nos da herramientas para comprender a la gente en nuestro entorno y sobretodo, ser más empáticos, ayudarnos unos a otros y sanarnos, nos da el valor de reconocer que no siempre estamos bien o que sentimos cosas que no siempre decimos en voz alta, nos deja cuidar mejor de nosotros mismos, liberar nuestras emociones y con eso ser mejores cómo personas, para hacer así, una sociedad más sana donde convivir.
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