En estas trincheras nuestras armas son palabras convertidas en argumentos y contra argumentos.
En estas trincheras nuestras armas son palabras convertidas en argumentos y contra argumentos.
CRÉDITO: Humberto Santiago Martínez Arazo / Facultad de Artes y Diseño

Sinto muito sua falta

Número 17 / ABRIL - JUNIO 2025

Atravesar Latinoamérica por amor

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Burgos Estrada Diana

Facultad de Ciencias Políticas y Sociales

En los últimos días la espera se ha convertido en un ritual de agonía. Del anhelo a la exasperación, con “e” de ¡estúpida pandemia! Este acontecimiento quebró mis mejores pensamientos. 

“Qué será de ti, necesito saber hoy de tu vida, alguien que me cuente sobre tus días”, la melodía me suspiró el nombre de Ramón. Las muertes por Covid-19 sembraron tanta incertidumbre que me olvidé de él. ¿Cómo se encuentra? ¿Estará bien? ¿Me extraña? ¿Se habrá contagiado? La distancia no me permite obtener respuestas. Admito que suena descabellado olvidarse de un ser vivo, pero la pandemia secuestró mi vida. 

A principios del 2020 planeé mis vacaciones, debía ser un destino que me permitiera practicar mi portugués, razón por la cual Brasil me recibió con su pintoresco carnaval. Los carros alegóricos junto con los bailarines opulentos llenaron por completo mi pupila, la fascinación enfatizó mi anhelo por la llegada de Ramón, quien se integraría a la aventura días posteriores. 

Abruptamente todo terminó. Una noticia con tintes de ciencia ficción retumbó en mis oídos: ¡Covid-19! ¡Covid-19! Enfermedad que se contagia con la proliferación de palabras, provocando una parálisis en todo el mundo. Si la idea de una pandemia era desastrosa, hilarla con una cuarentena lo era el doble. No podía asimilar la complejidad, tanto turistas como personal del hotel nos miramos con desconfianza. En ese momento nos convertimos en sospechosos.  

La incertidumbre dio pie a una tristeza repentina, por esta razón me olvidé de mi amado. Las paredes amarillas, el pequeño comedor y una vista a los demás hoteles facilitaron la enajenación, sólo podía pensar en descensos.. Naturalmente y después de procesar la impresión recordé momentos felices, cada uno de ellos glorificados por la presencia de Ramón. 

Su personalidad hechizante me tiene atrapada en un bucle, siendo la lealtad su principal cualidad. Sé que al mirarnos somos cómplices perfectos. ¡Ah!, la nostalgia me invade, lo extraño en demasía. A pesar de que mi estancia en Brasil solo sería de dos semanas, la cuarentena me obligó a quedarme dos meses. 

Estoy haciendo todo lo posible para tenerlo en mis brazos, la prudencia es la única fuente para mantener la compostura e ir planeando el regreso a casa. Pasan los días, mi corazón se marchita. Me siento agotada, extraño todo y el insomnio es un síntoma habitual. El tiempo da una ilusión de haberse pausado, pero eso es una falacia y él sigue con su trayectoria.

Ocasionalmente me cuestiono si las horas me borraron de su memoria, me aterra el saberme olvidada. Si bien, la comunicación es constante, hace falta la experiencia corporal. Todos los días busco acortar la distancia; mi regresó se siente lejano. Las noches se siguen acumulando, no obstante, un día sin pensarlo una buena noticia fue gratamente recibida. 

—¿Señorita Lorena?

—Si, ella habla —contesté.

— Habla Dahlia, empleada de la embajada de México. Sólo hablo para informarle que se van a realizar viajes a la Ciudad de México con todas las medidas de seguridad. 

No lo pensé dos veces y pregunté todas las indicaciones pertinentes. La cita era el día 14 de mayo del 2020, en el aeropuerto de Río de Janeiro a las diez horas. El vuelo saldría a las once horas para llegar a la Ciudad de México el día 15 de mayo a las nueve de la mañana. 

La emoción hizo que me comunicara con Ramón, en menos de 24 horas lo vería después de meses de angustia. Consciente de la situación le pedí amablemente esperar en casa en lugar del aeropuerto. Ahora puedo decir que cada lágrima dio fruto. El día tan esperado llegó, tomé mis cosas e inicié mi camino al aeropuerto. Al aterrizar en México, debido a los nervios tomé un taxi para agilizar el recorrido.

Después de 30 minutos de camino baje todas mis maletas, suspire un momento, asimile todo el caos y con una ola de sentimientos encontrados, toque el timbre. En fugaces cinco segundos escuche sus cuatro patitas dirigiéndose a toda prisa hacia la puerta. El ama de llaves abrió y ahí estaba esperándome mi amigo fiel, mi amado peludo, Ramón.

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