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Nuestra comunidad universitaria es muy amplia, conozcámonos más.
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Foto de Pixabay / Pexels

Isaac Cruz Zurita

Facultad de Derecho

Estudiante de la Facultad de Derecho, apasionado por los derechos humanos y el activismo social y político, me encantan las artes escénicas y poder expresar mis ideas a través de diversos medios.

¿Por qué reprobar no es fracasar?

Número 9 / ABRIL - JUNIO 2023

La presión sistemática ejercida sobre los universitarios va desde lo académico a lo personal

Isaac Cruz Zurita

Facultad de Derecho

Los últimos días no solamente significan alegría y felicidad de primavera, sino que también se suscita el final de semestre para la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), tanto para sus niveles de bachillerato (Escuela Nacional Preparatoria y Colegio de Ciencias y Humanidades), como para las tantas licenciaturas que ofrece esta máxima casa de estudios. Debido a esto, es normal que encontremos a nuestros amigos, familiares y conocidos que forman parte de la gran comunidad universitaria, tristes, estresados, preocupados, etc.

Es bien sabido que el final de semestre no solamente implica un desgaste físico mayor al que los estudiantes se ven sometidos usualmente, sino que también implica un mayor desgaste emocional para los estudiantes: muchos de ellos se preocupan demasiado por no sacar menos de 8, que es la calificación que generalmente se debe de obtener para exentar una materia; y muchos otros ya ni siquiera buscan un 8, sino más bien no reprobar, como pasa en bastantes casos. Ahora bien, debemos de plantearnos la pregunta clave para los estudiantes: ¿reprobar es fracasar? Bajo un sistema educativo como el que tenemos en México, sí, reprobar es fracasar, sin embargo, debemos de ir más allá de lo que convencionalmente se nos dice.

El sacar 10 en la escuela es sinónimo de grandeza, de inteligencia en su máximo esplendor, esto significa que te has esforzado mucho y que tan arduo trabajo ha dado por fin sus frutos, caso contrario de sacar un 6 o incluso reprobar; sacar un 6 implica que 1. O “eres tonto”, o 2. No te esforzaste lo suficiente, por lo que debes de ser tachado de incapaz y debes esforzarte más para la próxima. Estos preceptos, desde el punto de vista del estudiante universitario, son muy distantes a lo que realmente vivimos cotidianamente en nuestra jornada de educación media superior o educación superior. Para comprender el porqué los alumnos sacamos 10, o sacamos 6, es importante sumergirnos en las diversas situaciones por las que un estudiante puede ser apto y así “aprovechar la educación” o en su defecto por las que un estudiante saque 6 y sea un fracaso.

Las circunstancias que atraviesa un estudiante promedio de nivel medio y nivel superior de educación van desde la falta de recurso económico, hasta problemas existenciales, depresión y demás de índole personal.

Una de las mayores causas de las crisis y depresión de los alumnos ha sido la pandemia por COVID-19, esta pandemia nos encerró por 2 años en nuestras casas, sin ningún tipo de interacción con el mundo exterior, sin poder salir aunque sea al parque o a la escuela, el encierro por la pandemia trajo consigo un aumento en la depresión de las personas, a esto hay que sumar que muchos alumnos por causas económicas se vieron forzados a abandonar sus estudios, muchos otros no contaban con el equipo adecuado para conectarse a sus clases vía zoom, otros por causas familiares sufrían perdidas de seres queridos cercanos, ayudando así el aumento de la depresión y ansiedad en los jóvenes.

El gran enemigo del universitario promedio es la depresión y la ansiedad. Los alumnos universitarios, bajo toda la carga emocional y física a la que pueden verse expuestos, sumando las situaciones personales que se presenten a lo largo de su vida, son un gran escenario para que la tristeza, la depresión y la ansiedad aparezcan. Si yo me siento triste por “x o y”, evidentemente no voy a ser apto para poner atención al 100% a mi clase, y es que, de acuerdo con cifras presentadas por la Encuesta Nacional de Epidemiología Psiquiátrica en Adultos, el 28.6% de los mexicanos de entre 15 y 65 años han sufrido un trastorno mental, y más preocupante aún, es que solamente 1 de cada 5 haya recibido tratamiento. Asimismo, hablamos de que para 2020, de acuerdo con la encuesta de VoCes-19, en noviembre de 2020, el 64% de adolescentes de entre 15 y 24 años presentaron síntomas de depresión, así mismo el 71% de jóvenes presentó los mismos síntomas.

Pero no solo eso, los jóvenes hoy en día también se deben de enfrentar a la precariedad económica en la que la mayoría de la población se ve inmersa, de acuerdo con el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL), tan solo en el año 2020, el 52.8% de la población en México vivía en un estado de pobreza, más aparte el 17.2% vivía en pobreza extrema. La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) pronosticó un aumento en la pobreza en América Latina para este año 2022, en el caso particular de México, se pronosticaba un aumento de 2.5 millones más de personas en condición de pobreza.

Debemos de prever si un estudiante promedio tiene que preocuparse más por tener el ingreso económico suficiente para poder satisfacer sus necesidades básicas, y aparte poder pagar el desplazamiento a la escuela. Si un alumno universitario tiene que dividir su tiempo entre un trabajo de medio tiempo y una jornada escolar de 6 horas, sumando las tareas y proyectos propios de la universidad, podemos darnos una idea del porqué los jóvenes mantenemos un promedio de 7 a 8.

También debemos de hablar de un punto clave en la vida universitaria: el transporte. Muchos de los alumnos comunes, se desplazan a través del transporte público, llámese Metro, combi, micro, etc. Debemos de tener en cuenta que 6 de cada 10 alumnos universitarios provienen del Estado de México y zona metropolitana, causando que muchos de ellos deban de realizar un recorrido diario de mínimo 2 horas con 30 minutos para poder llegar a la escuela, aparte de otras 2 horas para regresar a su casa. Por lo anterior podemos decir que muchos alumnos realizan un viaje, que entre idas y vueltas, representan un mínimo de 5 horas diarias, esto sin contar que en épocas de lluvia la cantidad de tiempo se ve exponencialmente incrementada.

Si un alumno vive a 2.30 horas de la universidad y debe de levantarse a las 4 am para poder llegar a tiempo a su primera clase que inicia a las 7 am, este alumno es más propenso a llegar desvelado y por lo tanto es más propenso a dormirse en clase o no poner atención al 100% a su profesor, a diferencia de su compañero que tiene la posibilidad económica de rentar a 15 minutos de la escuela.

Entonces pensémoslo así: un alumno vive en el Estado de México, y para llegar a su escuela realiza un viaje de aproximadamente 2 horas, en transporte público, pero sucede que este mismo estudiante tiene depresión ya que se siente inútil por no cumplir las expectativas básicas académicas, tanto sus padres como sus maestros se encargan de recordarle que debe de dar más de lo que da, sin embargo esta persona ya no puede dar más de sí misma, este alumno tiene un examen ese mismo día, pero por complicaciones ajenas llega tarde, con sueño, con hambre y aparte triste: no importa qué tanto estudió ni que tanto se esforzó, si las circunstancias por las que atraviesa no le permiten aprovechar al máximo su potencial académico, jamás saldrá de lo que podemos ver como un ciclo sin fin. A diferencia del compañero que metió puros “profes barco” y por ende, no tiene preocupaciones de índole económico y/o de transporte.

Asimismo, debemos recordar que muchas facultades de la UNAM mantienen un sistema de elección de horarios por promedios, lo que quiere decir que los alumnos con mayores promedios son los que eligen los profesores y horarios de su preferencia, esto hace más competitiva la convivencia escolar, y es una de las razones por las que muchos compañeros deciden hacer trampa en exámenes y evaluaciones, al  estar bajo presión pues ya no importa si se esforzaron por ese 10, pues lo importante es, que justamente sacar 10.

Ojo, debo de aclarar que estos ejemplos no tratan de generalizar a los estudiantes de promedios altos como aquellos que eligen el camino fácil, tan solo es un ejemplo de cómo un alumno con promedio de 10 no es equivalente a la cultura del esfuerzo, así como sucede que un alumno con un promedio de 6 no es el equivalente al fracaso total y/o absoluto.

Si volteamos a ver la educación con perspectiva de género el panorama no será mucho mejor, el INEGI observa que de la población de 15 años y más, 6 de cada 10 personas sin educación son mujeres, además de que la SEP y la UNAM han reportado que la tasa de deserción en mujeres es del 3%, que en comparativa con el 1% de deserción en hombres, lo cual nos deja ver las grandes deficiencias que tiene el sistema educativo en proporcionar el acceso a la educación de manera igualitaria.

Ahora, ¿cómo ser un buen hijo, hermano, amigo y estudiante universitario?

Debemos de decir que, para este punto: si no has comprendido que reprobar no es fracasar, debes de replantearte muchas cosas. Si ya lo comprendiste aquí te van unas recomendaciones, de un estudiante universitario a otro.

La presión sistemática ejercida sobre los estudiantes universitarios va desde lo académico a lo personal, muchas veces debemos de saber cómo podemos ser buenos alumnos, pero a la vez no descuidar nuestras relaciones sociales y familiares, el problema al que muchos nos enfrentamos es el cómo podemos cumplir nuestras obligaciones académicas y a su vez, cumplir con nuestras obligaciones en el hogar, para ello es importante mantener una comunicación constante con nuestros padres y familiares, ellos deben de entender que si tenemos que estudiar para 3 exámenes, 2 exposiciones y aparte de eso debo de hacer tareas de 9 materias distintas, es complicado para nosotros lavar los trastes o unirnos a la noche familiar de juegos, por lo cual necesitamos de la comprensión de nuestros seres queridos.

En el aspecto económico, el Gobierno federal ha tratado de incentivar a los jóvenes para no abandonar sus estudios a través de apoyos económicos, como lo son las Becas Benito Juárez, entre otras; cabe decir que estos apoyos pueden ser significativos para muchos estudiantes, por ello, por favor, si tenemos la posibilidad económica de cubrir tus gastos personales y académicos, reconsidera solicitar esta clase de apoyos, debemos de pensar que hay compañeros que necesitan esos apoyos y les son rechazados, mientras que otros no lo necesitan tanto y son aceptados en estos programas.

Es recomendable también que iniciemos a cuidar nuestra salud mental, acudiendo en nuestras posibilidades a un especialista de la salud en esta área, es comprensible decir que no podemos ir a un psicólogo o a un terapeuta, hay que recordar que la salud, no solamente la mental si no la salud en general es un privilegio que no todos podemos costear, por ello es preferible que te desahogues con tus amigos y/pareja o familiares, esto puede aligerar la carga emocional de manera significativa, sin embargo esto nos debe de recordar la deuda que el Estado tiene con nosotros.

No te preocupes por las calificaciones, estas no lo son todo, lo importante es el proceso que atraviesas de manera muy particular, y a pesar de las circunstancias que se pueden llegar a presentar, trata de salir adelante, recuerda que la educación universitaria es una herramienta muy bonita, que debemos de disfrutar y vivir cada momento de manera amena, de lo contrario vamos a convertir algo hermoso en una pesadilla sin fin.

¡Éxito en tu siguiente semestre, tú puedes!

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