Escuela Nacional Preparatoria Plantel 3 Justo Sierra
Escuela Nacional Preparatoria Plantel 3 Justo Sierra
Aquél sábado celeste de sol crispante, caminando sin rumbo establecido, observé por unos segundos el puesto de periódicos lleno de polvo, a su lado, el dependiente anciano, la mesa de dulces, cigarros y chicles y los papeles brillantes y olorosos a tinta fresca acomodados con mesura.
Universal, Reforma, Metro, Gráfico. Todos mirándome desde los escuetos estantes y las comodidades de saber que con el sol ocultándose, también desaparece su utilidad principal. Al menos para el consumidor convencional. Para mí, los títulos deletrean horas, despedazan los minutos, arbitran el ocio y escriben anónimos.
Cuando sobre mi mesa cayeron los diarios, la navaja, el pegamento, las pinzas y la hoja blanca, supe que era momento de trabajar. Uno a uno fueron destazados los artículos. Nación, Cartera, Deportes, Aviso Oportuno; todos me contaban una historia distinta y frente a mí habían, de un instante a otro, miles y millares de vidas ajenas: de traje, de la farándula, del deporte, manchadas de petróleo o crimen. Personas que nunca sabrían de mí viviendo en la infinidad de la privacía y su malestar constrictor.
Vi las horas corriendo y cuando noté que la vida se había hecho vieja, miré mis manos, de las puntas de mis dedos goteaba sangre y había cortes rectangulares y cuadrados sobre mis brazos. Sobre el papel, mi piel contará las miles de historias que las letras jamás podrán; entre ellas, la nota roja de mi affaire marchito y el corazón ahogado.
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