Facultad de Estudios Superiores (FES) Iztacala
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¿Por qué hay personas que pasan horas viendo pornografía o gore?, ¿por qué cada video tiene que ser más fuerte que el anterior? Puede que pensemos que ésta es una simple forma de entretenimiento; sin embargo, hay una problemática detrás.
Según la revista BBC News, “las escenas que se pueden ver en el porno, como ocurre con las sustancias adictivas, son desencadenantes hiperestimulantes que producen una secreción antinatural de altos niveles de dopamina”. La producción anormal de dopamina no es un fenómeno que suceda únicamente al ver porno, sucede lo mismo con el gore, la revista Salud con lupa nos dice, “Al momento de enfrentarnos a un contenido con cierto potencial sensible, se provoca un pico de adrenalina, endorfina y dopamina en nuestro cerebro que nos pone en alerta y esto origina que sea aún más difícil apartar la mirada del polémico material.”
¿Cuál es el problema con la dopamina? Es como una droga, cuando recibimos una dosis nos hace sentir felicidad, placer y relajación; sin embargo, nuestro cerebro se puede acostumbrar muy rápido a las cosas que inicialmente le daban dopamina, por lo cual ahora serán necesarias experiencias más fuertes para generar la misma sensación. El problema principal detrás del porno y el gore es la sobreestimulación.
Los primeros videos de estos tipos que consume una persona no son los más fuertes o impactantes; se suele empezar con los más tranquilos, cuando éstos ya no producen la misma sensación, se aumenta de nivel poco a poco, y así se llega a un punto donde es necesario consumir contenidos fuertes y en mucha cantidad para conseguir los resultados deseados. Una persona puede comenzar viendo caricaturas demasiado sangrientas, posteriormente películas gore, cuando eso no es suficiente, tendrá que ver videos de accidentes o incluso de asesinatos reales. Pasa lo mismo con la pornografia, se empieza viendo fotos de personas que le causan excitación, después videos de relaciones sexuales consensuadas, pero se termina con videos de relaciones sexuales violentas o de violaciones.
Y, ¿qué pasa en el cerebro de las personas cuando llegan a estos niveles? Lo que ven se empieza a normalizar, han recibido tanta estimulación con el contenido que consumen que su pensamiento y percepción de la realidad se trastorna, lo que antes percibían como violento o inmoral ahora es percibido como normal. Este cambio vuelve a las personas más violentas, depresivas, ansiosas, con problemas para socializar, etcétera.
Lo siguiente puede sonar para muchos como una exageración; sin embargo, las personas pueden llegar hasta el punto de cometer las mismas acciones de las cuales están siendo cómplices, verlo ya no les da la dopamina a la que se acostumbró su cerebro, ahora necesitan hacerlo para sentir satisfacción.
Pero entonces, ¿qué medidas se deberían llevar a cabo para no dañar la mente de las personas?, ¿hay que eliminar de las pantallas cualquier escena con la mínima muestra sexual o de violencia? La respuesta es no, escenas de violencia física o sexual muchas veces tienen su propósito al ser puestas, nos dan un mensaje y nos hacen reflexionar. Sin embargo, también hay que darnos cuenta cuando su único propósito es generar morbo, es ahí donde sí sería importante cuestionarnos: ¿de verdad vale la pena el daño mental a una sociedad solo por una sala de cine llena?
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