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En estas trincheras nuestras armas son palabras convertidas en argumentos y contra argumentos.
En estas trincheras nuestras armas son palabras convertidas en argumentos y contra argumentos.
CRÉDITO: Meritxel Nataneli Contreras Aviles / ENP Plantel 9
Picture of Emmanuel Torres López

Emmanuel Torres López

Escuela Nacional Preparatoria Plantel 6

Soy un apasionado de la exploración del conocimiento y la interacción con ideas diversas. Mi interés por la literatura, la filosofía y la ciencia ha sido una constante en mi vida. Me encanta sumergirme en la lectura de obras clásicas y contemporáneas, dónde encuentro inspiración para mi pensamiento crítico y creatividad. Además, disfruto de la participación activa en debates intelectuales y culturales. Mi curiosidad insaciable me lleva a buscar nuevas perspectivas y a mantenerme al tanto de los últimos avances en diversos campos del saber. Creo que la búsqueda constante del conocimiento y la expresión artística son elementos fundamentales para enriquecer nuestra comprensión del mundo y nuestra contribución a la sociedad. Estoy emocionado por la oportunidad de compartir mis ideas y perspectivas con los lectores de este periódico y espero fomentar un diálogo enriquecedor en la comunidad.

Nahuales: resistencia cultural en América Latina

Número 12 / ENERO - MARZO 2024

Estos seres míticos preservan la herencia indígena en un mundo colonizado

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Emmanuel Torres López

Escuela Nacional Preparatoria Plantel 6

En el contexto de una globalización hegemónica, la salvaguarda de las riquezas culturales emerge como imperativo fundamental. América Latina, una región donde las ráfagas de la cultura occidental han soplado con firmeza, ve en la figura de los nahuales un faro de resistencia cultural. Los nahuales se muestran como símbolos de una tenaz batalla por preservar la herencia indígena en un mundo marcado por la dominación extranjera.

Dentro de la cosmogonía indígena de América Latina, los nahuales ocupan un lugar preeminente. Estos seres míticos, a menudo representados como guardianes de la naturaleza, personifican la dualidad intrínseca a la existencia humana. 

Las creencias en los nahuales se remontan a tiempos inmemoriales y han sido transmitidas a lo largo de las generaciones.

Con la llegada de los conquistadores europeos y la subsiguiente colonización, se desató un choque cultural de proporciones monumentales que amenazó las creencias y prácticas autóctonas. La cultura occidental y la religión católica se impusieron con fuerza, a menudo suprimiendo las costumbres y creencias indígenas. Durante la conquista y colonización, las potencias coloniales llevaron a cabo campañas intensivas para imponer sus valores, religión y sistemas de gobierno en el Nuevo Mundo. Esto tuvo un impacto directo en las creencias indígenas, incluyendo la figura de los nahuales.

En México, misioneros católicos como Fray Bernardino de Sahagún llevaron a cabo un meticuloso trabajo de recopilación de las creencias indígenas en un esfuerzo por entenderlas y, en última instancia, transformarlas. Estos misioneros documentaron las creencias en los nahuales y otros aspectos de la cosmovisión de los pueblos originarios. Aunque su intención era la conversión al cristianismo, inadvertidamente preservaron parte del conocimiento indígena.

Durante la colonización, se prohibieron prácticas y rituales indígenas que eran considerados paganos o heréticos por la Iglesia católica. Esto incluía muchas de las ceremonias relacionadas con los nahuales. Sin embargo, muchas de estas prácticas se mantuvieron en secreto y se realizaron en la clandestinidad, lo que demuestra la tenacidad de las comunidades indígenas para preservar sus creencias a pesar de la represión.

La iconografía y simbolismo religioso católico se fusionaron con elementos indígenas en un fenómeno conocido como sincretismo. En muchas representaciones de santos y vírgenes, se incorporaron características indígenas, como la presencia de animales, en un intento de hacer que la religión católica fuera más aceptada por las poblaciones originarias. Esta fusión simbólica a menudo ocultaba creencias indígenas enmascaradas bajo la apariencia de la religión católica, lo que permitía la preservación encubierta de las creencias originales en los nahuales.

A lo largo de la historia, la figura del nahual ha sido un símbolo de poderosa resistencia. A pesar de los intentos de asimilación y la persecución de las creencias indígenas, las comunidades originarias han mantenido viva la imagen del nahual como una manifestación de su identidad y su resistencia a la homogeneización cultural.

Uno de los ejemplos más emblemáticos de cómo los nahuales han servido como símbolo de resistencia en la época contemporánea es el Movimiento Zapatista en Chiapas, México. En 1994, los zapatistas, en su mayoría indígenas, se levantaron en armas en protesta contra la marginación, la explotación y la falta de derechos políticos y sociales en su región. La figura del nahual se convirtió en un emblema de la lucha zapatista. Los líderes zapatistas, como el Subcomandante Marcos, adoptaron nombres que hacían referencia a animales y figuras míticas, incorporando la idea de los nahuales en su identidad y discurso. Este simbolismo se convirtió en un recordatorio constante de la identidad indígena.

A pesar de los esfuerzos por erradicar las creencias en los nahuales durante la colonización, las comunidades indígenas han continuado practicando rituales y ceremonias relacionadas con los nahuales. Estos rituales se han mantenido como expresiones de resistencia cultural y de conexión con las tradiciones ancestrales. Por ejemplo, en algunas comunidades mayas de Guatemala, se realizan ofrendas a los nahuales como parte de las festividades tradicionales, a pesar de la presión para adoptar prácticas religiosas occidentales.

En algunos casos, las creencias en los nahuales se han transformado en una herramienta política para movimientos indígenas. Los líderes indígenas han utilizado la figura del nahual para movilizar a sus comunidades y defender sus derechos. En Perú, por ejemplo, el líder indígena Hugo Blanco, quien lideró la lucha por los derechos de los campesinos e indígenas en la década de 1960, se identificaba como un “nahual revolucionario”. Esta identidad no solo fortaleció la unidad entre su comunidad, sino que también se convirtió en un símbolo de la lucha por la justicia social.

La importancia de preservar la cultura de los nahuales y su íntima conexión con la lucha social es como una serenata a las raíces culturales, una danza apasionada que nos guía en la construcción de la identidad y la resistencia contra la influencia dominante. Los nahuales, como guardianes etéreos de la cosmovisión indígena en América Latina, personifican un enlace inquebrantable con la herencia ancestral y una expresión ardiente lucha cultural.

La preservación de la cultura de los nahuales es un juramento perpetuo, un compromiso inquebrantable con las tradiciones que anidan en el alma de las comunidades indígenas y mestizas. Estas tradiciones son como tesoros antiguos que nos hablan de valentía, sabiduría y pertenencia.

La conexión entre los nahuales y la lucha social se asemeja a una historia de amor inolvidable, donde el símbolo del nahual es el protagonista que cautiva corazones y enfrenta adversidades. En movimientos como el zapatismo en Chiapas o la lucha por los derechos indígenas en Perú, el nahual se convierte en un amante apasionado que inspira a las comunidades a luchar por su amor compartido: la justicia social. La figura del nahual es el latido de un corazón colectivo que late al ritmo de la resistencia.

Preservar la cultura de los nahuales y honrar su conexión con la lucha social es como cuidar una rosa silvestre en medio de un campo de amapolas. Es un tributo al amor profundo por la herencia cultural, un canto de amor que celebra la diversidad cultural en América Latina y la defiende contra el viento de la uniformidad.

En última instancia, la cultura de los nahuales es una melodía apasionada que nos susurra la belleza de las raíces culturales y nos acaricia con el fuego de la resistencia. Es un recordatorio apasionado de que nuestras raíces culturales son la sinfonía que da armonía a nuestra identidad y la llama que aviva la lucha social. Este poema de amor, escrito con la tinta de las tradiciones y las experiencias compartidas, nos insta a preservar y celebrar la riqueza de nuestras culturas en América Latina.

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