Facultad de Ciencias Políticas y Sociales
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Mamá está enferma y yo no puedo curarla. Todos dicen que nació enferma pero yo la veo fuerte como las piedras del río. Sé que es fuerte porque se levanta todos los días a las cuatro de la mañana cuando el sol todavía está frío y los grillos cantan en la oscuridad. A veces solo se levanta y se sienta en los carrizos que están en la entrada y se pone a ver el camino hasta que amanece.
Los mayores dicen que tarde o temprano todos enfermamos, pero yo nunca he escuchado a los árboles toser ni a las piedras llorar por un dolor. Yo me enfermo seguido, pero siempre me curo con los remedios que los vecinos me consiguen. Por eso sé lo que es estar enferma y por eso me pongo triste cada que algún vecino me manda llamar.
–Anita, tu mamá ya se desmayó otra vez en la carretera, córrele vamos a traerla–. Y yo voy corriendo a toda velocidad para darle el remedio que guardamos para cuando se desmaya en la carretera.
Sé lo que es estar enferma y por eso me pongo triste cada que algún vecino me manda llamar.
–Anita, tu mamá estaba mareada y se cayó por el barranco, córrele vamos a traerla–. Y yo voy corriendo a toda velocidad para darle el remedio que guardamos para cuando está mareada y se cae por el barranco.
Entonces cuando llegamos a casa y le quito el polvo de la ropa y le arrimo un pan para que cene, los grillos comienzan a cantar en la oscuridad, así que mamá se sienta en los carrizos de la entrada y se pone a ver el camino.
–¿Escuchas eso Anita?
–¿Qué cosa mamá?
–Ese sonido. Son los árboles que tosen y las piedras que lloran de dolor.
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