Facultad de Estudios Superiores (FES) Acatlán
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Amor, se dicen muchas cosas del amor, en las cien mil películas que existen y nos encantan aunque sean clichés, en las canciones que en algún momento hemos tarareado jubilosamente –o berreado amargamente–, en las promesas que muchas veces no hemos cumplido… y no se diga en los poemas que se han escrito con el corazón en la mano. Pero, me pregunto: ¿Qué es el amor?, ¿dónde lo venden?, ¿cómo se hace?, ¿dónde lo busco?, ¿quién me lo da? o ¿cómo lo doy?
Muchos (los más románticos, claro) dicen que es un sentimiento de plenitud desbordado por el prójimo, básicamente vivir de amor y alimentar día a día la ilusión. Otra gran bola de lujuriosos, en su frenesí de erotismo lo consideran como diversión carnal y pasional de un instante, y por otro lado, las y los menos afortunados consideran que es lo peor que les ha pasado en la vida, aunque en ocasiones somos muy drásticos y nos encanta tirarnos al drama.
Otros tantos tienen su “ABC del amor”: amor absoluto, amor bonito, amor canónico, amor verdadero y no olvidemos el más famoso, “el amor de mi vida”. Ahora bien, sabemos que lo que en realidad existe es el amor en la vida y qué mejor, ¿no?, porque éste no se limita a besos, rosas y peluches costosos y mucho menos a la idea que nos vendieron sobre que el amor es puramente romántico. Para encontrarlo no necesitamos hacer odas ni sacrificios, basta con desprendernos por un instante de la individualidad de las rutinas y amar altruistamente las distintas formas en que está presente el amor, por supuesto siempre cuidando el bienestar propio y el de los demás.
Aunque todos tengamos distintos conceptos del amor, más o menos elaborados, incluso cursis, hay algo de lo que tengo certeza y no temo errar: el amor es omnipresente, porque está en todos lados y en todas partes, pero en especial en las personas. Tal vez sea hora de redefinir el amor desde un lugar más amable y menos idealizado, porque este sentimiento no siempre viene envuelto en flores u ostentosas declaraciones, a veces sólo necesita sentirse como la amabilidad constante, una forma de estar, de acompañar y cuidar.
Hoy por hoy creo fielmente que el amor en su forma más pura y sincera, habita en los rincones más “simples” y cotidianos, que aunque parecen mínimos, nos sostienen. Por ello está en esa amiga que pese a la distancia te llama para saber si llegaste bien a tu casa; en ese postre que tu abuelo te prepara con tanta dulzura y no sólo porque le sale delicioso, sino que él sabe que te gusta desde que tenías 5 años; en la inocencia de ese niño que comparte con otros sus juguetes más preciados para iniciar un juego interminable; en esa mascota que todos los días, sin importar cómo te sientas o que tan difícil haya sido tu día, espera con alegría tu regreso a casa; está sin duda, en esa madre que haría cualquier cosa por sus hijos, aún si ya no están, porque el amor trasciende todo, incluso a sí mismo.
Está en ese día que tomas un descanso después de una jornada pesada, porque amarse también es detenerse cuando el mundo pesa, en esa risa que brota con suma ligereza y aunque solo dure segundos, te renueva la vida cuando más lo necesitas. Y en especial, el amor está en ti, aunque no siempre te aprecies y ames lo suficiente. Todos los días, incluso en los más terribles cuando las exigencias te rebasan, aunque no siempre lo notes, sigues amando(te) de alguna forma.
Entonces, ¿qué es el amor? Hay tantas definiciones, como personas en el mundo, pero pienso que se trata de todos esos actos de bondad desinteresados que practicamos diariamente con otros y con nosotros mismos. El amor no es solo lo que nos contaron, sino es lo que forjamos, lo que damos, lo que sentimos y lo que somos, cuando lo practicamos en cualquiera de sus formas. Así que dime, ¿para ti qué es el amor?
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