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En estas trincheras nuestras armas son palabras convertidas en argumentos y contra argumentos.
En estas trincheras nuestras armas son palabras convertidas en argumentos y contra argumentos.
Foto de Alex Green / Pexels
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Elisa Gonzalez Iturbe López

Facultad de Ciencias Políticas y Sociales

Soy Elisa, y lo que más me gusta hacer es escuchar música e inclusive tocar algún tipo de instrumento, por lo cual, cuando me enteré del tema de esta próxima edición de ¡Goooya!, supe que tenía que mandar mi participación.

La música y yo

Número 10 / JULIO - SEPTIEMBRE 2023

Ha sido mi mayor compañera de vida, en todas mis situaciones

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Elisa Gonzalez Iturbe López

Facultad de Ciencias Políticas y Sociales

Si tuviera que nombrar lo más constante dentro de mi vida, tendría que ser la música. No hablo de los artistas ni del género porque esos aspectos claro que han cambiado, sino hablo de cómo en cada situación hay una canción, melodía o tonada que más adelante me va a hacer recordar lo lindo u horrible que fue ese momento. Es raro pensar cómo un simple conjunto de notas me puede regresar al mejor o al peor día de mi vida.  

A lo mejor disfruto tanto de la música porque mis padres me ponían a escucharla desde que estaba en el vientre de mi madre, y aseguran que apenas escuchaba una tonada de jazz movía mis piernas y pateaba sin piedad. Más adelante, una yo de como tres años les exigía a sus papás que le pusieran sus discos favoritos de artistas como Cri-Cri y hacía coreografías que ahora me da vergüenza recordar o ver incluso en vídeos.

Creo que mis padres se percataron de este gusto, obligado o no por ellos, y me metieron a clases de música al mismo tiempo que entré al grado de maternal. La cara de orgullo de aquellos que me iban a ver y a la vez ver la sala llena hacían que el proceso de días largos de ensayos o perderme fiestas o reuniones de amigos valiera la pena. 

Hablando desde una perspectiva psicológica, la música se utiliza diariamente para provocar distintas sensaciones en quien la escucha, ya sea felicidad, tristeza, tranquilidad, ganas de salir y perderte por la ciudad solo para repetir mil veces esa canción con la que estás obsesionado en el momento, o simplemente disfrutar lo que se está escuchando. Lo anterior es hablando desde un punto de vista general en el cual siento que no puedo profundizar mucho porque cada ser humano tiene sus traumas musicales, esas canciones que no se pueden dejar de escuchar o esas canciones que deseas se dejen de escuchar. La música es completamente subjetiva y creo, o considero, que eso es lo bonito de ella: que cada persona pueda adecuar lo que ese artista está compartiendo, además que lo adapte a sus experiencias y vivencias, es simplemente mágico.

Aún recuerdo la canción de un artista italiano que cuando era pequeña les pedía a mis papás que la repitieran y repitieran en la carretera con destino a cualquier lugar en el que fuéramos a vacacionar ese verano; o la canción que estaba en la discoteca de mi primaria el Día del niño, donde me sentía la más adulta a mis tan solo nueve años; o esa canción con la que lloraba en mi graduación de primaria porque pensaba que no podía vivir sin esos amigos, aunque ahora sé que sí pude vivir sin ellos. Todavía me acuerdo de esa tonada de música clásica que sonaba mientras mis papás se peleaban y decidían separarse por tercera vez, o la vez que utilicé una canción de Taylor Swift para acercarme a la niña nueva de mi primaria de quien ya no sé nada, pero por lo menos me dejó el gusto por las canciones de esa artista que llegó para quedarse.

Más grande, me acuerdo de como sonaba “November Rain” de Guns N´Roses en camino al funeral de una tía y como en efecto estaba lloviendo, sólo que no era noviembre, era junio; o de nuevo esa canción que estuvo junto a mí toda mi graduación de secundaria en la cual también lloré por mis amigas que iba a dejar atrás, pero a diferencia de la vez pasada, ellas sí continúan en mi vida. Ya en la preparatoria recuerdo cómo mis amigas y yo nos la pasábamos en las clases con nuestros audífonos compartidos y poniendo canciones de navidad como la de “My Only Wish This Year” de Britney Spears, cuando apenas era septiembre. Hablando románticamente, en mi memoria está como sonaba “Es un secreto” de Plan B, cuando besé por primera vez a ese chico por el cual moría y que vivo con miedo de no poder superar.

Pensando y recordando, la única vez que no he podido empatar la canción que sonaba o la que tuve todo el día en mi mente, fue el día en el que le arrebataron la vida a mi amiga Sof, no sé si es porque ese día está nublado para mí o si es un mecanismo de defensa mío para no arruinarme esas canciones que ese día, momentos antes de que lo peor pasara, estábamos disfrutando juntas. Lo que sí logro hacer, es seguir escuchando esas canciones que me recuerdan a ella por lo mucho que le gustaban, aunque siendo sincera, no las puedo escuchar sin que mis ojos se vuelvan un mar de lágrimas.

A pesar de esto, me gusta pensar que en un futuro voy a poder recordar cada momento cuando suene una canción, esto claramente si no me da esa enfermedad neurológica a la que le temo tanto desde pequeña y por la cual anoto todos los datos importantes, para que si se me olvidan, de grande los pueda recordar leyéndolos.

Dejando a un lado los recuerdos que me traen ciertas canciones, quiero mencionar algunas de muy diversos artistas que me han marcado como soy y el porqué de ellas. Primeramente, siento indispensable mencionar a una canción que a pesar de que la considero una obra maestra, su video musical me dejó traumada por el miedo de ir a la escuela y regresar convertida en un ladrillo más para la pared, está claramente es “Another Brick in the Wall, Pt. 2” de Pink Floyd. Esta banda marcó mi infancia pues mi papá siempre ha sido un fiel seguidor y no dudaba dos veces en poner su vinil de “The dark side of the moon” y demostrarme cómo era una de las mejores bandas de la historia, y en mi época donde nada de lo que decían mis papás me parecía, lo contradecía y ahora solo pienso en lo equivocada que estaba con esa opinión.

Siguiendo con las influencias de personas cercanas a mí, me sé muchas canciones de Timbiriche por la familia de mi mamá, donde en reuniones familiares, los adultos no paraban de cantar títulos como: “Besos de ceniza”, “Con todos menos conmigo”, “Si no es ahora”, “Tu y yo somos uno mismo” y otros más, y me parece un poco impactante como pase de ser de los niños que corrían y jugaban mientras los adultos bailaban y cantaban a ser parte de esos adultos que cantan y bailan mientras los pequeños corren y juegan.

Hablando ya de mi vida presente ya podemos incluir a artistas como Taylor Swift, Lana del Rey, Álvaro Diaz, Tyler the Creator, Frank Ocean, Feid, Childish Gambino, C. Tangana, Kali Uchis, Drake, The Cure, Guns N´Roses, Nirvana, Harry Styles, Jesse Baez e inclusive Kanye West. Claramente si mencionara a todos los artistas o bandas que me han influenciado no acabaría nunca, por lo cual, dejaré la lista hasta ahí. 

Con canciones como: “Mirrorball”, “This is me trying”, “Happiness”, “Cardigan” “August” “Last kiss” “Lothing new” “Clean” “Soon you´ll get better” o “You´re on your own kid”, Taylor Swift me ha hecho sentir que es completamente válido el sentirse sola, perdida, con el corazón roto o simplemente en un mal lugar emocionalmente, pero a la vez con canciones como “Lover” “Sweet nothing” “Snow on the beach” “Invisible string” u otras más, también me enseñó que así como es válido sentirse triste, también lo es el sentirse feliz, enamorada y buscar el plenilunio del sentir.

Por su parte, Lana del Rey, también ha tenido un gran papel dentro de cómo veo la vida a través de la música y de canciones que a veces dicen exactamente lo que necesitas escuchar. Sus álbumes y en especial mis favoritos: Honeymoon, Ultraviolence, Norman Fucking Rockwell  y Blue Banisters, han sido la banda sonora de muchas de mis noches sin dormir donde pensaba en qué estaba haciendo con mi vida y cómo lo estaba haciendo, también siento que el viaje emocional de Lana mediante su música ha marcado el mío.

Frank Ocean, Tyler The Creator, Drake, Childish Gambino y Kanye West, son artistas que escriben con tanta pasión que se inunda el cuarto cuando pones alguna canción de ellos. Son la mejor compañía para hacer tarea hasta las tres de la mañana como para llorar o incluso para sentirte intocable. Su versatilidad convierte un momento afligido en mi lista de reproducción a un momento entusiasta.

Dejando atrás a artistas angloparlantes: Álvaro Díaz, Feid, Jesse Baez, C. Tangana e incluyendo a otros como Bad Bunny, Rauw Alejandro o inclusive Plan B, han compartido conmigo momentos de fiesta, diversión, pero también otros donde tengo que saltar sus canciones porque sé que solo me van a hacer sentir peor y hay puntos en la vida donde uno quiere un descanso de sentirse mal y es cuando recurre a canciones que le hagan sentir todo lo contrario.

El compartir tus gustos musicales, desde mi punto de vista, es uno de los actos de amor más profundos y puros que he encontrado. El decir “Me acuerdo de ti cuando escuchó a…” es una de las frases que más me gusta recibir, y no puedo apuntar bien a la razón detrás de porque me encanta tanto que piensen en música o artistas cuando piensan en mí o viceversa, a lo mejor es porque siento que me escuchan cuando hablo de mis gustos, o porque siento que respetan que expuse un poco de mi intimidad emocional al compartir esa canción que describe justo lo que está pasando por mi mente pero que yo con mis propias palabras no puedo expresar. También es por esto por lo que, cuando le envío a una persona en específico una canción espero con ansias que haga lo mismo para sentir que, así como yo le tuve confianza de compartir, esa persona también la tuvo y es así como considero que se genera un vínculo tan bello y peligroso.

En el anterior párrafo menciono que puede llegar a ser peligroso este vínculo, y me refiero a que hay ocasiones donde las personas que están atadas por este hilo llamado música, crecen y se separan por diferentes razones y al escuchar esa melodía que los unía, ya no parece tener los mismos acordes, ni esa letra perfecta y se convierte en una especie de tortura emocional que solo entra por los oídos pero que en realidad se siente como mil puñaladas que te recuerdan con cada nota que esa persona ya no está ahí. 

Lo previo es una razón del miedo detrás de asociar las canciones y los artistas con momentos que marcan nuestra vida, pero ¿qué es de la vida sin memorias? Yo no podría ver mi realidad y como soy ahora sin antes mirar hacia atrás y ver todo lo que he recorrido, todas las personas conocidas que se volvieron desconocidas o esas personas conocidas que lo siguen siendo pero que simplemente ya no se encuentran físicamente a tu lado. 

Todo los sufrimientos y placeres que conlleva la relación de la música con la vida es lo que más me parece bello, el poder recordar con una canción de fondo que le dé al recuerdo una mayor cercanía con lo que se vivió en realidad y que esa misma canción le dé a ese mismo recuerdo, el poder de regresar cada vez que esas notas se reproducen y marcan el regreso de todas esas memorias.

La música ha sido mi mayor compañera de vida, en todas mis situaciones, malas o buenas, felices o tristes, olvidables o inolvidables, simplemente siempre está ahí, lista para acompañar mis memorias y para crear nuevas. La música es lo más constante en mí y no me molesta que sea de esta forma. La música me forma a mí, así como yo la formo a ella.

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