Colegio de Ciencias y Humanidades Plantel Naucalpan
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Las maneras de amar han cambiado a lo largo de la historia de la humanidad. El cambió de las habilidades y convenciones sociales provocó una evolución del afecto y de los modelos familiares. Ante el paso del tiempo, se han complejizado las relaciones, pues hay que considerar las interacciones de clase, género, orientación sexual y privilegios.
El poder político y cultural han moldeado las estructuras de pareja para el beneficio de quienes lo ejercen; por ejemplo, el papel de la Iglesia y el Estado en las maneras de componer una familia. La iglesia busca una familia heteronormada, compuesta por un matrimonio heterosexual donde cada uno de los cónyuges cumple con estereotipos y roles relacionados a su género. De la misma manera, el Estado busca burocratizar el matrimonio a través de impuestos, en una estructura patriarcal en dónde se utiliza primero el apellido del varón para los bienes mancomunados.
Los quiebres paradigmáticos sirven para cambiar los modelos y expectativas sobre la composición familiar, y, sobre todo, la manera de amar. Los movimientos feministas en todo el mundo exhibieron una hegemonía machista ligada al amor romántico y a la violencia que está implica. Los movimientos de las disidencias sexuales, como lo es el LGBT+, también luchan en contra de esta hegemonía machista y patriarcal.
No solo era mal visto, era castigado
Dentro del contexto hegemónico occidental, la religión católica y bíblica ha condenado la libre sexualidad como pecado. En la edad media, el coito era a través de una sábana con un agujero, para impedir el placer de las parejas. Se ha llenado de estigmas y prejuicios el deseo sexual, incluso dentro de la misma estructura de trabajo de la iglesia, en dónde el celibato es obligatorio y ha llevado a miles de casos de abusos sexuales, violaciones y encubrimientos.
Desde la perspectiva de la salud, la homosexualidad era considerada una patología por la Organización Mundial de la Salud hasta 1990. Todavía hay países que no solo lo patologizan, sino también criminalizan el amor no convencional. Las terapias de conversión, campamentos forzados violentos, que buscan acoplar a la opresora normalidad.
Las nuevas construcciones familiares y sexuales
Ahora bien, los modelos familiares eran muy estrictos, “la familia ante todo”. Dentro de las nuevas generaciones comprendemos que nuestras mismas familias sanguíneas pueden ser sumamente violentas, son el primer muro al rechazo ante una sexualidad no normativa. Las familias elegidas no heteronormadas, que no perpetúan estructuras patriarcales van en aumento. Esto se debe no solo a los movimientos de liberación sexual en todo el mundo, sino también al modelo económico insostenible, que ha hecho priorizado lo efímero y esto ha repercutido en las relaciones.
Los divorcios crecen cada año. Las relaciones entre jóvenes son cada vez más cortas, y además de un cambio cultural, se debe a la apertura en comunicación que han creado las redes sociales. Es un arma de doble filo, pues del lado positivo ha permitido la apertura y difusión de nuevas maneras de amar, pero desde el lado negativo, se ha incrementado la mercantilización de los cuerpos, siendo instrumentos de placer como un consumo, algo efímero y desechable.
El acceso a pornografía es desmesurado, además de que las infancias pueden acceder a todo este contenido desde muy temprana edad. La pornogragía hegemónica se ha vuelto escuela de cómo deberíamos vivir el placer sexual; perpetúa los estereotipos de género y crea una visión del placer machista e incluso, violenta. Es necesaria que la educación sexual en las escuelas sea digna y correcta, para que sepan distinguir entre ejercer una sexualidad saludable y perpetuar estructuras misóginas de violencia.
Mi conclusión
Dentro de una vida tan compleja, con tantas problemáticas humanitarias, el amor no debería de ser una. Se trata de ejercer una sexualidad saludable sin violentar a las demás personas. Comprender la complejidad social, cultural, histórica, política y económica que cruza con la manera de amarnos debe de ser una tarea a largo plazo, de incansable cuestionamiento e introspección. No debemos de perpetuar los modelos antiguos que tanto han lastimado, reprimido y asesinado a miles de personas.
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