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En estas trincheras nuestras armas son palabras convertidas en argumentos y contra argumentos.
En estas trincheras nuestras armas son palabras convertidas en argumentos y contra argumentos.
Foto de YAOTL OLLIN / Pexels
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Miram Eunice Martínez Saavedra

Colegio de Ciencias y Humanidades Plantel Azcapotzalco

Soy una alumna que aspira aportar algo en la comunidad estudiantil, dejando marca a aquellas personas que deseen encontrarse en un espacio al que se sientan identificados y así mismo a romper el silencio ante dichas situaciones polémicas.

La complejidad de ser mujer

Número 9 / ABRIL - JUNIO 2023

Existen un sinfín de conductas machistas que día con día realizamos

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Miram Eunice Martínez Saavedra

Colegio de Ciencias y Humanidades Plantel Azcapotzalco

Vivimos en una sociedad que durante siglos ha colocado a los hombres por encima de las mujeres y con esa lógica hemos organizado relaciones donde se nos asignan lugares, roles, conductas y hasta formas de expresarnos. Al repetir estas prácticas contribuimos a mantener un orden desigual donde las mujeres somos sometidas y discriminadas, mientras que los hombres conservan su posición de dominio que la sociedad les adjudica.

Todas las personas somos educadas dentro de este sistema, donde tanto hombres como mujeres cotidianamente realizamos conductas machistas.

Durante los últimos años la palabra “micromachismos” ha adquirido mucha popularidad, su significado se ha expandido y se utiliza para referirse a todos aquellos comportamientos que refuerzan esta conducta de falocracia, y aunque parece desapercibido por la frecuencia en la que sucede y porque su impacto aparentemente es nulo, la problemática es que por el término micro (prefijo con significado pequeño) lo hacen ver como un comportamiento diminuto, poco importante o poca cosa, sin embargo el tamaño de este no es lo fundamental, sino la regularidad y continuidad de estos actos evidentes de violencia que han sido normalizadas y naturalizadas al grado que no las vemos y que incluso muchas veces justificamos; en ocasiones, el que no lo veamos, no lo hace menos dañino ya que por más discretas y sutiles sean este tipo de prácticas, su efecto tiene gran impacto.

Un factor crucial ante este fenómeno es que cada quien lo vive de manera distinta, a veces nos olvidamos de estas diferencias y no nos detenemos a observar nuestros privilegios ya que muchas veces es la razón por la que visualizamos esta condición como invisible; pensando entonces “sino me pasa a mí, no existe”.

Hay quienes creen que “son problemas que las mujeres se lo inventan” “exageran” “no aguantan nada” “no tiene sentido del humor” o que “solo queremos llamar la atención”; es por eso que es importante revisar en dónde estamos situados ya que cada quien lo experimenta y lo enfrenta de una manera distinta de acuerdo a sus vivencias.

Comportarse como una señorita

Hay ademanes que se consideran naturales para las mujeres y otros tantos naturales para los hombres cuando realmente es una construcción social y no hay una unica forma de ser o expresar, no se puede exigir que alguien tenga una actitud solamente por su sexo. Un claro ejemplo de ello es el famoso “calladita te ves más bonita” contribuyendo a que se pretende que lo importante de una mujer es verse “bonita” ser sumisa, callar y obedecer sin cuestionar ni manifestar descontentos, mientras que “el papel” del hombre es tener un comportamiento agresivo, rebelde y tener autoridad

Las mujeres debemos ser sometidas a una serie de procedimientos, caros, dolorosos y en algunos casos riesgoso para nuestra salud para liberarnos de vello ya que conservarlo es mal visto, se considera “poco femenino” o sucio pero, ¿por qué el vello de los hombres no les parece sucio? En realidad el vello nos protege de infecciones e irritaciones.

Nuestros procesos corporales y hormonales permanecen vistos como si deberíamos de avergonzarnos de ello, ser motivo de burla.

Sexualidad

Aunque hablar de virginidad muchas veces puede parecer del siglo pasado continúa siendo un mandato social con mucho peso, ya que para muchos hombres el “ser el primero” para una mujer es fuente de poder y seguridad.

En las parejas heterosexuales los anticonceptivos son muy importantes para ambos ya que un embarazo es posible como el resultado de la unión de un espermatozoide y un óvulo, sin embargo pareciera que las mujeres son las únicas responsables de que esto funcione y cargando toda la responsabilidad si algo falla. Escuchar a detractores sobre la despenalización del aborto decir cosas como “si no quieren embararse no anden de calientes” o “no abran las piernas”, es como si el embarazo fuese solo responsabilidad de las mujeres… pero al mismo tiempo les niegan la posibilidad de decidir sobre su propio cuerpo.

Más aún, en nuestra sociedad todo pareciera girar a un falo como símbolo de poder y centro de sexualidad. Entonces desde esta lógica heterosexista y misógina, si una mujer es lesbiana tiene que ser “porque no ha conocido un hombre de verdad” ya que de haberlo hecho lo preferiría sin duda; o en caso de un hombre gay, minusvalorandolo y desvalidando su modelo al decir que no se le considera “del sexo masculino” lo que conlleva a negar la sexualidad de alguien más y perpetuar a la discriminación y orientaciones sexuales distintas en general

Amor romántico

Este pensamiento mágico sobre el amor por más maravilloso que nos lo presenten las novelas, música o películas es muy problemático en la vida real, primero implica que somos personas incompletas y que para ser feliz dependemos de alguien más a lo que puede conducir un sentimiento de frustración ansiedad y soledad por no hallar “ a esa otra mitad” que como tal está idealizada. y ya que una vez encontrada esa persona tendemos a llevar todo tipo de sacrificios por miedo a no volver a amar o ser amadas. Lo cierto es que no somos medias personas, somos personas acabadas, completas y autónomas que no necesitamos más que tenernos a nosotras mismas para ser felices, pero sobre todo entender que el amor no tiene que ser doloroso para ser verdadero, no es necesario sacrificarnos ni sufrir, ni morir de amor, es disfrutar la compañía de alguien más sabiendo que no adjudica la tuya

Suele decirse que “del amor al odio hay un solo paso” se supone que ambos sentimientos son tan intensos y apasionados que pueden mutar. Por ejemplo, cuando existe una atracción entre un hombre y una mujer la tensión se traduce en cierta agresividad y conflicto; estas ideas nos la inculcan desde la infancia cuando un niño molesta a una niña justificando su comportamiento al decir “le gustas”, en lugar de enseñarle a expresar sus emociones de una manera no agresiva. Estos episodios se transforman con el tiempo en conductas no muy favorables, creyendo que los celos, gritos, llanto e incluso golpes son una construcción ideológica que cuando alguien te hace daño es porque te quiere mucho y quiere demostrarte que le importas.

Labores domésticos

Durante muchos siglos se tenía la retrógrada idea que la única meta de la mujer era casarse, ocuparse de los labores domésticos, complacer a su marido y el cuidado de sus hijos; una mujer que aspiraba a ocupar un oficio no solía verse como algo “femenino” y mucho menos solían reconocer sus capacidades, sin importar que tan inteligente, creativa o innovadora fuese, padecía a ser ignorada y discriminada con comentarios como “tu labor está en la casa” “deja este trabajo para los hombres”. Reforzando los estereotipos de género, por otro lado se preocupan por la “inclusión” de mujeres en la academia pero nos culpan si optamos por la maternidad y no elegir nuestra carrera, mientras que no se le exige lo mismo a los hombres para ser padres

Con el tiempo algunos hombres han comenzado a encargarse del trabajo en casa pero sigue sin ser igualitario y cuando sucede es común un tono condescendiente con comentarios

¿Cómo que nos hacen “un favor”? o “nos echan la mano” es una colaboración de ambos ya que se comparte una vivienda en donde todos hacemos uso de platos, ropa, comida etc.

Límite de horas

A las mujeres se nos limita una hora de llegada a nuestras casas ya que la calle suele ser peligrosa y estamos expuestas a sufrir todo tipo de violencia ya sea desde un piropo, un asalto hasta una violación o un feminicidio; siguen acusándonos y culpándonos por aquellas agresiones diciéndonos que “íbamos muy provocativas”, o “íbamos en un estado de ebriedad”, “si estabamos caminando solas” o “si era muy tarde para salir” cuando el verdadero problema son aquellos agresores que nos someten a una embestida y revictimizandolos diciendo que son “sus instintos” y que nostras debimos de ser más cuidadosas.

Existen un sinfín de conductas machistas que día con día realizamos de forma consciente o no, pero que sin duda damos un patrón y repercutimos a que futuras generaciones aún lo implementen como un estilo de vida, las mujeres no buscamos superioridad, exterminar o llevar el contrario (discriminando a los hombres) sino buscamos la mismas oportunidades, reconocimiento y sobre todo respeto, a ser vistas como personas, a que no nos minimicen ni nos invaliden llamándonos “locas o histéricas” por mostrar nuestro descontento, alzando la voz sin temor a vivir en represalia, vivir una vida digna, tranquila sin miedo, prejuicios ni etiquetas, donde podamos decidir acerca de nuestro cuerpo, decisiones y existencia.

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