Ejercer una profesión u oficio suele ser una meta clave para muchas personas, no es azar que dediquemos tantos años de nuestras vidas en academias donde aprendemos desde las habilidades más básicas hasta la comprensión y dominio de varias artes y ciencias. Desde pequeños se nos motiva a elegir un camino de continua formación y especialización para en un futuro poder ser individuos funcionales, que puedan trabajar y así poder sustentar su propia existencia.
Es en la primera etapa de la vida, la infancia, que se comienza con esta fanfarria de fantasías y sueños sobre qué profesión se quiere ser de adulto, por ello son tan populares los juguetes con temáticas de profesiones y oficios tales como médico, chef, carpintero, policía, veterinario y hasta astronauta, paleontólogo, químico o futbolista, pero, ¿cuántos de ellos terminará dedicándose a algunos de estos ámbitos? Quizás muy pocos, sé muy bien que el cambio es la única constante en la existencia humana y que muchos al paso de los años habrán encontrado y desarrollado nuevas pasiones, vocaciones y talentos que poco o nada tiene que ver con sus sueños infantiles, pero, ¿qué hay de aquellos con genuinas intenciones de convertir en metas esas ensoñaciones? Y sin miedo a pecar de exagerado puedo afirmar que el mítico “sé lo que quieres ser” que acompaña a la mundialmente famosa marca Barbie suele ser cruelmente derrumbado durante la adolescencia por agentes externos al joven, ya sea por problemas económicos, porque les han hecho pensar que sus ensoñaciones son una tontería, una imposibilidad o porque les han arrebatado su confianza profesores que fallan en inspirar, por todo esto es que fue toda una sorpresa conocer a Luis.

Luis Omar Rincón Sánchez es un joven de veinte años que desde niño deseó ser piloto y está trabajando duro para conseguirlo, por esto y dado que su profesión es un tanto enigmática para muchos es que decidí entrevistarlo. Él conoció su pasión por la aviación desde pequeño, según cuenta ocurrió en el primer instante en que vivió la experiencia de abordar un avión, ya que cientos de preguntas le asaltaron en ese instante. Teniendo claro su objetivo, terminó sus estudios en el bachillerato y comenzó a trabajar para poder ingresar en la Escuela de Aviación México y es que la carrera de piloto no es moco de pavo, los costos en materiales, colegiaturas y licencias según un estudio de la BBC en México tienen un costo neto de entre seiscientos mil y ochocientos mil pesos mexicanos. Ante esta situación, nuestro joven amigo decidió comenzar a laborar para que junto con el apoyo de sus progenitores pudiera costear dicha profesión y es que en sus palabras “… Es mejor gastar cuatro años trabajando para poder pagar la carrera de aviador que estudiar otra cosa y luego buscar trabajo para pagarla… A los que quieran estudiar algo previo a la aviación, la carrera de ingeniería aeronáutica es buena opción.” Y es que el dinero es algo que influye mucho a la hora de querer dedicarse a la aviación, los elevados costes hacen que para muchos sea una posibilidad muy remota, por eso es que Luis ve en sus padres su principal figura de inspiración y motivación, ya que la historia de vida de sus progenitores no ha sido tampoco un camino fácil, pero con tesón y esfuerzo han logrado darle a él y a su hermana las herramientas necesarias para poder cumplir sus metas, por esto y mucho más es que les está agradecido.

Pero eso no es todo, pues la edad también es un factor clave, a diferencia de algunas otras profesiones en las que esta no afecta el desempeño de sus egresados, en la aviación alguien que ha pasado los treinta años ya es considerado viejo, por ende tiene menos oportunidades en el mundo laboral, algo que en sí ya es complicado, puesto que sólo el quince por ciento de los graduados logra laborar en la línea aérea, ya sea de aviones de carga o de pasajeros, esto porque la profesión te pide estudiar constantemente, tener una preparación perpetúa para muchos exámenes, estar actualizado y saber cada cosa del avión que se esté pilotando, misma razón por la que su estudio es tan exigente teniendo evaluaciones mensuales en las que el mínimo requerido para aprobar es ocho. Nuestro entrevistado ya ha logrado cursar con éxito su primer año obteniendo por consiguiente su licencia para trabajar como piloto privado.Su historia nos recuerda que hay sueños que pueden hacerse realidad, claro que no todo se resuelve “echándole ganas”, mucho menos hoy día con tantas desigualdades y carencias sociales, por lo que este texto no tiene como objetivo ser una historia de superación personal, más bien pretende ser un incentivo para todos aquellos a los que por una u otra razón están viviendo en frustración o , ya sea porque están laborando en un trabajo poco grato o están siendo forzados a formarse académicamente en algo que no les satisface para poder tener cierta solvencia económica, les invito a parar un momento y reflexionar que es lo que de verdad queremos pues… “Le vent se lève… il faut tenter de vivre” (El viento se alza… Es necesario intentar vivir) Paul Valéry.