Escuela Nacional Preparatoria Plantel 9
Escuela Nacional Preparatoria Plantel 9
Son días ya sin dormir y todo a causa de ti, quisiera pensar que todo esto es mentira, quisiera saber si aún estoy en tu cabeza; noche tras noche y esto no parece cambiar, mi cabeza está en una jaqueca y solo me limito a dormir, pues ahí es el único lugar donde aún te puedo ver, oír y sentir. ¿Cómo acabamos así? Yo, extrañándote, y tú, subiendo mil historias para causar un poco de celos y tristeza en mí. ¿Es cierto que te la pasas tan bien? Y si es así, ¿por qué soy el único gritándole a la almohada? Bastante noche ya es para seguir pensando en ti, prefiero solo soñarte.
Algo me dice que no todo va tan bien, grito con mi voz que al parecer está callada ante tus oídos, no entiendo qué es lo que pasa, anoche reíamos por la pareja tan cuerdamente loca que formamos, recordando momentos pasados, que sin duda con la estabilidad que encontramos, hoy en día parecen haber sido hechas por dos niños de primaria.
Pienso en cómo llegue a tu casa con una idea clara: recordarte lo bien que la pasábamos en la intimidad cuando tú te dejabas guiar por mí y mis manos, que si bien siempre son introvertidas, dentro de las curvas de tu cuerpo no pueden estar quietas. Ese fue el plan y eso fue lo que conseguí, una linda velada inolvidable, porque no hay mejor “tú y yo” que cuando nos reconciliamos después de noches peleando, fue ahí que dormí tan tranquilo sabiendo que todo sería diferente.
Pero algo no anda bien, despierto y no estás en cama; bajo las escaleras y te encuentro despierta ayudando a tu mamá a lavar los trastes y cuando yo me acerco a saludarte no respondes mi saludo. ¿Es que acaso hice algo mal? Mi (sobre)pensar me pone ansioso y subo de nuevo las escaleras esperando encontrar mi celular y desde ahí saber qué es lo que pasa, pero mi sorpresa es grande cuando me encuentro ahí tirado en el suelo, acostado, durmiendo. Me acerco y puedo presenciar y sentir que esa persona ahí tirada es mi yo físico, inerte y muerto de frío, dormido pero sin la sensación de despertar.
Mi sentir es grande al saber que me encuentro muerto y ahora sufro de la impotencia de no poderte hablar, no entiendo qué es lo que ocurre. ¿Cómo es que sucedió? Peleo conmigo mismo intentando hacerme despertar pero todo es en vano, no funciona. No puedo hacer más que resignarme a esa sensación de saber que perdí todo curiosamente teniéndolo al final, pero no puedo quedarme así, quiero que me veas, te quiero a ti, solo me gustaría escuchar tu voz dirigiéndose por última vez a mí; no sé, una última sonrisa, un último beso, una última sensación.
Es que fui tan precoz, sentirte por última vez fue mágico, pero ni la desnudez de tu cuerpo se asemeja a la calidad de tu mirada, al hogar que siento cuando estoy contigo, dormir con tus abrazos y despertar con tus besos, eso para mí es hogar, ese hogar que no volveré a sentir, pues a pesar de haber pedido quedarme atrapado en mi sueño esto no era lo que imaginaba, esto no era lo que yo quería. ¿Acaso debo ser tan específico?
Al final te veo llorándome, de rodillas sosteniéndome la cabeza, soltando de tus labios esa frase de aquella canción que te dije me ponía sentimental: “Dime si aún estás aquí y yo, volveré a hacer aquel plan de amor, dime si aún estás aquí y yo volveré a considerar ser Pacífico y Atlántico o aquel Ícaro directo al Sol”.
Por Natalia López Hernández
Matices sobre la desigualdad, el dolor y la rabia
Por Christian Osvaldo Rivas Velázquez
El romance y la teoría social se cruzan en C.U.
Por Antonio Bernal Quintero
¿Hasta qué límites salvajes nos podrían llevar las disputas por el agua?
Una respuesta
Emilio, definitivamente me sigues sorprendiendo con tus líneas.
Te tengo tan cerca todos los días y a veces sigo quedando atónito ante tu manera de pensar, de actuar, de ser que tienes.
Creo que te lo e dicho antes pero cada día te amo, te admiro y te respeto más.
Tu Papá