Facultad de Ciencias Políticas y Sociales
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Considero que todxs hemos sentido o sentiremos lo mismo que todxs lxs demás, porque el amor es inherentemente humano, es decir, si eres humano, entonces ya sentiste o sentirás el mismo amor que el resto de nosotrxs, y esa es una forma muy práctica de generalizar algo tan grande como el amor, pero el planteamiento va más allá de eso. Amar es algo que hemos hecho desde antes de que viviéramos en comunidades, o incluso antes de que nuestra especie (Homo Sapiens) existiera, y está tan arraigado en nuestra esencia que amamos casi por inercia, como si se tratara de una necesidad, aunque, de hecho, incluso desde un punto de vista evolutivo, sí podría serlo.
Los terneros pueden caminar a las 2 horas de nacer, y esa es una necesidad adaptativa que se han visto obligados a adoptar por lo fáciles que son como presas, pero si los terneros que caminan a las 2 horas son presas fáciles, (contexto ganadero, 2015, π. 1-2) ¿qué dice eso de los humanos que tardamos entre 12 a 15 meses para caminar? (Medline Plus, 2022, π. 2-3) Eso significa que debemos cuidar de los infantes por un largo tiempo antes de que puedan sobrevivir sin supervisión, y ese acto desinteresado de bondad, no nace de ninguna parte más que del amor. Es ese tipo de amor el que nos mantuvo con vida a todxs, al menos durante nuestros primeros años.
Entonces el amor es importante para la supervivencia de la especie humana, ¿pero qué tanto?
Cuando le preguntaron a la antropóloga Margaret Mead que cuál fue el primer signo de una civilización según ella, contestó: “Un fémur fracturado y sanado” (El País, 2020, π. 4), porque con esa condición solo se podría sobrevivir si alguien se preocupa por cuidar de su herida. Esa fue nuestra primera prueba como especie, el momento decisivo no fue la creación de herramientas sino el primer hueso roto que sanó con amor y cuidado.
A principios del siglo XXI, se encontró una mandíbula inferior en la República de Georgia, perteneciente a un miembro de la ahora extinta familia Homo Erectus. Un fósil con alrededor de dos millones de años de antigüedad, que carecía de casi todos sus dientes, excepto por uno, y así vivió un largo tiempo, eso solo quiere decir que alguien más le ayudó a sobrevivir dándole de comer. Estos restos demuestran algunos de los primeros signos de bondad en la historia, (Graham, 2005, π. 1-3) que nace del acto más desinteresado que puede tener alguien, el amor.
Por amor vinimos, y por amor permanecemos, así lo hemos entendido desde hace al menos dos millones de años, cuando sabíamos poco y entendíamos aún menos, antes de la razón y la lógica, antes del derecho, antes de las comunidades, antes de que supiéramos lo que estábamos poniendo en marcha cuando comenzamos este increíble proyecto llamado civilización.
Si aquellos Homo Erectus pudieran ver lo lejos que llegaría la humanidad, todo lo que hemos hecho, todo lo que somos y representamos, todo eso les resultaría desconocido, excepto quizás por el amor. Porque a pesar de que vivieron en absoluta ignorancia, sabemos gracias a esa mandíbula y fémur, que conocían el amor; en ningún momento la supervivencia de nuestra especie estuvo garantizada, pero es el amor lo que hoy cría a los niños y niñas, lo que cuida nuestra gente mayor, lo que mantiene amistades y relaciones, pero finalmente, es ese amor lo que mantendrá a flote a la humanidad.
¿Entonces acaso el amor es inherentemente humano? Absolutamente, ¿pero eso quiere decir que todxs amamos igual? Para eso sería necesario definir el amor, sólo de esa manera será posible comprobar si corresponde con el consenso general.
Amar es cambiar la apatía por la empatía, es desear lo mejor aun sabiendo que hemos hecho lo peor. Amar es sentir un frío indescriptible que te consume totalmente, mientras simultáneamente te iluminas de la más maravillosa e inexpresable calidez. Amar se trata de resistirlo todo mientras viajas en un velero que se está desmoronando por las olas imperdonables de la vida, pero aún así, de alguna manera, querer dar todo de ti. Amar es decidir estar ahí para alguien más, con la esperanza de poder algún día, estar del otro lado del turbulento océano, y poder sentir la luz del amanecer a su lado.
¿Estás de acuerdo? Porque si lo estás, entonces efectivamente, todxs amamos igual.
Referencias:
Por Óscar Alberto Pérez de la Rosa
¿Qué tienen que ver los nahuales con la psique?
Por Eduardo Gabriel Pérez
Las tradiciones indígenas conforman la identidad colectiva de todxs lxs mexicanxs
Por Natalia López Hernández
Las historias que construimos son una extensión de nuestra humanidad
Por Marlen G. Arzate
Mitos y leyendas que se crean en sociedad