Facultad de Filosofía y Letras
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Ojalá terminara la vida
en tus ojos que sonríen
y hubiese comenzado
cuando me nombraste.
La cobardía se extingue
cuando tu temor nace,
la alegría se encoge
si tu dolor se magnifica.
Mi egoísmo huye si vas
andando detrás
y corre este corazón
cuando vas delante.
Yo soy nadie
y tú también.
Nacimos sin nombre
y nos aferramos a uno
porque yo no soy
más que nadie
y tú tampoco.
No eres más que tú
desnudo en mis pupilas
triste y escondido
en mis entrañas
alegre cayendo
por mis pulmones
amoroso y dueño mío
al expandirte al interior
de mi estómago.
No eres más que tú
no más que tú.
Eres tú
tú tan humano
como el asesino
y como el pintor
tan tú
como cada arruga
que dibujes
corajes y sonrisas
tan tú
como el aire viejo
que te da juventud
mientras te la quita.
Yo no soy más que yo
más que yo.
Más que yo sin piel
de frente a tus labios
más que vivaz nostalgia
más que ansiosa carrera
más que un ruego
al amor caprichoso
que a veces me toca
y otras me niega.
No somos más que dos
dos nadies
dos perdidos por aquí
que un día se vieron
sin presagiar que serían
no más que casi magia
que casi un conjuro
que una improbabilidad
mucho más enervante
que ir de enero a enero
con los ojos sobrios
con el pecho pulcro
las piernas sin marcas
y la mente falta
de obsesiones
fatales o dulces.
No somos más
que tú y yo.
No eres más
que tú
que el bendito tú.
No soy más
que yo
quien desea
llorarte amor
a la distancia
y escribirte poesías
con la punta
de su nariz
en la tuya.
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