Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH) Azcapotzalco
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¿Alguna vez te has acercado a la religión? Entre las dudas de la humanidad está la búsqueda del significado y de lo divino. La religión puede ser un tema lioso para nuestra vida, ya que normalmente hay que seguir un sistema sin cuestionar. O eso es lo que se cree que se debe hacer. Se puede experimentar un conflicto interno entre la espiritualidad y la identidad religiosa.
La religión tiene varios puntos como creencias fundamentales sobre la naturaleza del universo, como el origen de la vida, la existencia de un ser superior y el destino del ser humano. Prácticas como la oración, la meditación, la asistencia a lugares de culto y la lectura de textos sagrados tienen un impacto psicológico, que puede ofrecer consuelo, esperanza, propósito y significado en la vida. Puede ayudar a las personas a superar el sufrimiento, a afrontar la muerte y encontrar paz interior. Una comunidad que brinda un sentido de pertenencia y apoyo social. La religión tiene una relación con la espiritualidad. Esto se refiere a que lo lleva a un nivel trascendental, no solo ir a misa, no solo cumplir con lo que se dicta, sino trascender una búsqueda personal, para tener una conexión más profunda con algo espiritual y no solo hacer por hacer.
Esta unión puede ser a través de cualquier religión, cualquier ente espiritual en quien se crea, la oración o la meditación en la fe, el amor y en el servicio mutuo. Todo esto lleva a un ámbito social para una unión. En la religión, la unión espiritual es un concepto central que implica la conexión personal, pero no solo con algo más allá, sino que con uno mismo, para estar en paz, amarnos, poder trascender con un ser supremo, una sociedad en unión y amor mutuo.
La religión y la forma en que los creyentes la perciben varía enormemente. Es un sistema que seguir y no siempre al pie de la letra, ya que cada uno puede creer de la manera que quiera.
En esto entran los conceptos de moralismo ético y religioso. Se refieren a sistemas de valores que guían el comportamiento humano, pero difieren en su origen y enfoque. El moralismo religioso se basa en creencias y dogmas, mientras que el moralismo ético se fundamenta en la razón y la reflexión filosófica. En la religión se refiere a una postura, o doctrina, que enfatiza la importancia de las normas éticas y de conducta en la práctica religiosa, este puede ser perjudicial cuando se convierte en una postura rígida, excluyente y centrada en la obediencia externa en lugar de la reflexión, la comprensión y la relación personal con Dios. El moralismo en la sociedad se refiere a la exaltación y defensa de los valores morales, a menudo percibidos como absolutos y universales, con la intención de influir en el comportamiento de otros y mantener un orden social basado en esos principios. Es una actitud que puede ser positiva al promover la ética y la responsabilidad. Por moralismo entendemos el tipo de actitudes que pretenden imponer su punto de vista sobre la manera en que tendríamos que comportarnos en sociedad o en nuestra vida privada. Lo que nos puede hacer pensar que esto no solo tiene un impacto divino, sino que también incide en el ámbito social para tener comunicación y confiar en nuestro prójimo.
Desde que nacemos tenemos la tendencia a dudar. Creemos en lo que creemos por una variedad de factores: las experiencias vividas; especialmente las que nos generan emociones fuertes, pueden moldear nuestras creencias, valores de nuestra familia; la comunidad y cultura tienen un impacto significativo en lo que creemos y pueden brindar un marco de referencia para entender el mundo y darnos una sensación de control y pertenencia. En ocasiones, creemos en algo no porque tengamos una prueba lógica, sino porque lo sentimos así o porque tenemos fe en ello, y es que nuestro cerebro tiene una tendencia a confirmar, reforzando nuestras creencias, incluso si no son totalmente precisas.
Este puede generar una experiencia emocional y, cuando esta es positiva, se refuerza la creencia, moldeando una identidad y dando un sentido de pertenencia. En resumen: Creemos en lo que creemos por una combinación de factores internos, externos, y por la tendencia natural del cerebro a buscar la coherencia y la seguridad.
Desde una perspectiva más profunda existe la frase “un poco de filosofía inclina la mente del hombre al ateísmo, pero la profundidad de la filosofía lleva la mente del hombre de vuelta a la religión” pertenece a Francis Bacon. Esta idea sugiere que una introducción superficial a la filosofía puede generar dudas y cuestionamientos sobre las creencias religiosas, potencialmente llevando a alguien hacia el ateísmo. Sin embargo, una comprensión más profunda de la filosofía puede, paradójicamente, fortalecer la fe religiosa o llevar a una nueva perspectiva teológica. A medida que la persona se adentra en la reflexión filosófica, puede encontrar argumentos y perspectivas que la lleven a una nueva comprensión de la religión, o incluso a una mayor profundidad en su fe. La filosofía puede proporcionar herramientas para racionalizar y comprender las creencias religiosas, lo que puede reforzar la fe en lugar de debilitarla.
Al tratar de profundizar podemos ocupar la Biblia, ya que esta nos plantea preguntas filosóficas fundamentales, no se puede tomarla literal, sino entenderla. Un ejemplo se puede ver en el Nuevo Testamento, donde Jesús afirma lo siguiente: “Yo destruiré este templo hecho por manos, y en tres días edificaré otro no hecho por manos”. Esta declaración se encuentra en Marcos 14:58 y Juan 2:19. Esto no se refiere solamente en una manera física, sino espiritual. Destruye lo que era para renacer como otra persona, no solamente lo puede hacer un dios, también nosotros como personas. Conforme vamos creciendo, vamos cambiando, cuando sabemos que algo no nos sirve o nos hace daño, lo destruimos para hacer algo mejor por nosotros mismos.
Como seres humanos, conforme vamos creciendo, tenemos dudas sobre lo que nos rodea y, por eso, nos alejamos o nunca nos hemos acercado a ella. Al momento de cuestionarnos, descubrimos un deseo de seguir algo y es que el ser humano no puede ser completamente agnóstico.
Puede ser común que solamente sigamos un enfoque a la supervivencia. El solo fijarnos en el mundo terrenal nos aleja a veces de nosotros mismos, nos hace reflexionar sobre nuestras propias creencias y cuestionarnos para nuestra toma de decisiones diarias, nos puede ayudar para profundizar y conectar con lo más profundo de nosotros, tener propósitos en nuestra vida y ver lo cotidiano con otra mirada.
En esto llamado vida, momento efímero y prestado, compartiendo risas, lágrimas y sueños, cada día es una oportunidad para crecer, amar y servir. En este universo y momento donde nos encontramos, busquemos un sentido, un amor, una unión.
“Y añadía: nuestra búsqueda de lo desconocido
tal vez no sea más que eso”.
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