Esta ventana es para mirar dentro de nosotrxs a través del arte y la creatividad.
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CRÉDITO: Triana Sofia Solano Castro / FES Acatlán
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Irving González Meraz

Facultad de Ciencias Políticas y Sociales

Soy Irving González, tengo 22 años, estudio Ciencias Políticas y Administración Pública en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de nuestra Universidad. Soy muy feliz. Me gusta mucho leer, escribir, estudiar, jugar con mis gatitos y ver deportes como el fútbol, el boxeo y la lucha libre. Siempre busco la manera de poner mi granito de arena para contribuir a una sociedad mejor.

Un revolucionario en Hollywood

Número 16 / ENERO - MARZO 2025

Villa entendió que también el cine puede cambiar la historia

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Irving González Meraz

Facultad de Ciencias Políticas y Sociales

Antes de que Francisco Villa llegara a Hollywood, hubo otro hombre que, sin saberlo, dejó huella en el cine mexicano: Porfirio Díaz fue filmado en 1896 por dos franceses. Su paseo a caballo por el Bosque de Chapultepec sería el primer filme en la historia de México. En él, don Porfirio aparece posando para la cámara. Años después, en tierras del norte, un hombre con un carisma mayor cambiaría la historia.

Imaginemos el fuerte calor en el campo de batalla, el ruido de las balas, los caballos levantando polvo, el aire con olor a pólvora. A lo lejos aparece Pancho Villa montado en su caballo liderando la Revolución Mexicana en el norte del país.

Villa empuñaba algo más que su rifle. Mientras su ejército avanzaba, la historia se escribía no sólo para los libros, también para la gran pantalla. Pancho Villa entendió que Hollywood también era su campo de batalla para contar al mundo quién era él, desde su perspectiva, sin filtros ni manipulaciones.

Pancho Villa no era un líder común. Si bien la historia de la Revolución Mexicana estuvo llena de grandes caudillos como Emiliano Zapata o Francisco I. Madero, Villa poseía algo que lo hacía único: mientras su ejército avanzaba hacia el sur, pensaba en su legado. En 1914, cuando la revolución estaba en su punto más alto, Hollywood, el corazón de la industria cinematográfica, le dio la bienvenida a un nuevo tipo de “estrella”, al mismísimo Pancho Villa.

La propuesta de la Mutual Film Corporation de filmar sus batallas no sólo fue una jugada arriesgada, sino que Villa, con su carácter único, lo vio como una oportunidad dorada para definir su propia historia y claro, para ganar algún dinerito. Lo que empezó con un contrato de 25 mil dólares y un porcentaje de las ganancias, se transformó en una megaproducción que reflejó la lucha. Villa, siempre astuto, no estaba dispuesto a seguir las reglas de los demás; tomó las riendas de su narrativa y transformó la confrontación en un espectáculo digno de película.

Las dos cintas que surgieron de ese acuerdo, The Battle of Ojinaga y Life of General Villa, no sólo contaron la historia de sus victorias, también fueron una espectacular mezcla de realidad y ficción. En lugar de seguir las tácticas tradicionales, Villa cambió sus estrategias bélicas para asegurarse de que las tomas fueran épicas. Nada de batallas improvisadas, Villa se convirtió en un director de cine en plena acción. Dicen que las batallas fueron programadas de 9 de la mañana a 5 de la tarde para aprovechar la luz del día.

Se cuenta que durante las grabaciones se percató de lo que significaba estar frente a las cámaras, y su actitud cambió. El hombre que no mostraba interés por su vestimenta, comenzó a preocuparse por lucir bien. Pancho Villa se convirtió en una estrella de cine, el héroe sabía que la historia también se hace en cada escena. 

Mientras Porfirio Díaz puede ser recordado como el primer “actor” mexicano, Pancho Villa fue el primer revolucionario en entender que tanto el cine, como las balas, pueden cambiar la historia. Fue el primer gran héroe de la pantalla, un hombre que no solo luchó por la justicia, sino también por el control de la narrativa. 

Quizá, si viviera, estaría dirigiendo la historia de su vida en Netflix, o grabando un TikTok diciendo: “Así se cambia un país, compas”.

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