Investigador titular del PUEDJS-UNAM donde coordina el Área de Investigación y Seguimiento de Procesos Democráticos. Doctor en Sociología por la UAM-A. Fue investigador posdoctoral en el IIS-UNAM. Es miembro del SNI, nivel 2 y socio fundador de la Red Mexicana de Estudios de los Movimientos Sociales (RMEMS). Profesor en la FCPyS y en la ENTS de la UNAM. Es autor de diversos libros y artículos sobre movimientos sociales y culturas políticas, entre ellos destacan la coordinación del libro “Movimientos estudiantiles y juveniles en México: del M68 a Ayotzinapa”, CONACYT, REMEMS (2018) y el libro “Movimientos sociales en México. Apuntes teóricos y estudios de caso”, UAM, REMEMS (2017).
México vive un momento de importantes disputas políticas. En lo electoral observamos a la izquierda política partidista disputar las elecciones frente a una oposición de derecha que pretendía regresar al pasado de los privilegios de las élites políticas y económicas. En el campo del gobierno y de la autodenominada 4T, vemos una disputa abierta con la oposición –que AMLO cataloga como el campo conservador– que no han dejado de golpear al gobierno y al presidente con todo tipo de estrategias, incluidos los golpes mediáticos y la proliferación de noticias falsas, esto durante todo el sexenio y profundizado particularmente en la pasada coyuntura electoral. En el campo social y popular se observa una disputa por la defensa de derechos, del territorio, de la vida, de la verdad y la justicia, contra la desigualdad, contra la violencia y la inseguridad, entre otras demandas, en donde se identifica un conjunto de organizaciones y movimientos sociales que siguen pensando que el neoliberalismo y el gobierno –aunque éste se nombre de izquierda– son los principales oponentes.
En este último campo –que denomino la izquierda popular movimientista– destaca un actor que, por su consecuencia y congruencia política, por su perseverancia y radicalidad, y por su gran trayectoria y tradición de lucha, se encuentra hoy al frente de las luchas sociales y populares ante al gobierno, este actor es la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), una de las organizaciones más importantes del movimiento magisterial democrático en México. En las últimas semanas hemos visto una movilización intensa de este gremio que surgió como una disidencia al “charro” y corporativo Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE).
¿Qué demanda la CNTE?, ¿Por qué se radicaliza en el contexto electoral y en el período final de este sexenio?, ¿Qué aporta al campo de las luchas de la izquierda popular movimientista? Para responder estas preguntas es necesario un poco de historia. Como hemos demostrado con nuestras investigaciones (https://puedjs.unam.mx/magisterio-democratico/), la CNTE ha sido un actor con una gran trayectoria de lucha, organización y movilización desde hace 44 años. Fue creada en 1979, y en 1989 encabezó la llamada “primavera magisterial” para demandar aumento salarial, mayor presupuesto a la educación y democracia sindical. En la década de los 90’ resistió a las reformas neoliberales a la educación y a la descentralización educativa. Durante los gobiernos panistas se opuso a la denominada Reforma Integral de la Educación de Vicente Fox y a la Alianza por la Calidad de la Educación de Felipe Calderón. Con el regreso del PRI a la presidencia en 2012, la CNTE enarboló una lucha histórica contra la reforma educativa que pretendía arrebatar derechos y conquistas laborales, además de implementar medidas de evaluación con carácter punitivo (https://puedjs.unam.mx/magisterio-democratico/).
Por todo lo anterior, son absurdas las interpretaciones que querían hacer ver su protesta actual como una forma de deslegitimar al gobierno o, peor aún, de pretender boicotear el proceso electoral. Su estrategia movilización-negociación-movilización –elevada a principio político– le ha permitido a la CNTE mantener una acción política permanente.
Es falso que la CNTE no se haya movilizado en otras ocasiones durante el sexenio de AMLO, aunque se debe reconocer que hubo un periodo de desmovilización mientras se daban las 18 reuniones de la Comisión Nacional Única de negociación de la CNTE con AMLO y otros funcionarios del gabinete, a finales de 2018 y principios del 2020. Sin embargo, la CNTE bloqueó el Congreso de la Unión durante la contrarreforma educativa de AMLO en el 2019, para presionar en el sentido de que se cumpliera lo dicho por AMLO sobre que: “no quedaría ni una coma de la mal llamada reforma educativa” de Enrique Peña Nieto. La CNTE realizó tres plantones nacionales en marzo, agosto y septiembre de 2020, encabezados por diversas secciones como la 7 y la 18; y realizó importantes caravanas y acciones de apoyo a los normalistas para que lograran su basificación, lo mismo que acciones en apoyo a otras luchas como la de los padres y madres de los 43 normalistas desaparecidos de Ayotzinapa.
Ante la cerrazón del gobierno de atender las demandas de la CNTE y retomar los encuentros y diálogos –interrumpidos por casi 3 años–, los profesores y profesoras democráticas decidieron aprovechar la coyuntura electoral y el marco de sus manifestaciones anuales del día del trabajo (1 de mayo) y el día del maestro (15 de mayo) para convocar a una jornada nacional de lucha que incluyó una megamarcha, un paro nacional indefinido y un plantón en el Zócalo de la Ciudad de México. Al respecto de esto, mucho se ha especulado en los medios de comunicación y en los círculos cercanos al actual presidente sobre las demandas de la CNTE y su legitimidad.
De manera concreta podemos mencionar que sus demandas son:
La gran movilización nacional de la CNTE encabezada por el plantón del Zócalo y secundada por las movilizaciones en estados como Chiapas, Oaxaca, Michoacán y Guerrero, ha provocado que AMLO y diversos miembros de su gabinete atiendan directamente las demandas de los y las maestras combativas. Esto puede considerarse como una muestra de fuerza de la CNTE y una “derrota política de AMLO” que, al considerarse la cabeza de un gobierno, tiene que dar solución a las demandas sólo mediante la presión, cuando debería ser por convicción y consecuencia política.
A pesar de todo, AMLO recibió a la CNUN de la CNTE el pasado martes 4 de junio, lográndose acuerdos importantes e históricos para el magisterio. Aunque falta confirmarlos y, sobre todo, esperar que el gobierno los cumpla, mencionamos a continuación los principales: aumento salarial del 13%; revisión del Impuesto sobre la Renta (ISR) en el salario magisterial; acceso a plazas a los normalistas recién egresados sin examen por la Unidad del Sistema para la Carrera de las Maestras y los Maestros (USICAM). AMLO se comprometió a presentar una iniciativa de ley para recuperar la jubilación por años de servicio (mujeres 28 años, hombres 30) y reinstalación de compañeros cesados (hasta en un 93%). Queda pendiente el asunto de las UMA; se acordó realizar reuniones mensuales y, en la última, incorporar a Claudia Sheinbaum como virtual presidenta electa. Esto es, sin duda, obra de la protesta, la organización, la presión y la movilización del magisterio combativo y no una concesión del gobierno de AMLO. Sin duda, representa un gran avance, pero ha sido a costa de mucho sacrificio y compromiso de las bases democráticas magisteriales.
A pesar de estos logros en la negociación, el tema a resaltar es también el de la represión y la contención de la protesta social. La represión de la que fueron objeto los profesores y profesoras de la sección 22 de la CNTE a un costado del palacio Nacional, no debe tener cabida en un gobierno que dijo que habría libertad de expresión y de protesta; es injustificable frente a un movimiento que –como lo ha reconocido el propio presidente– ha “resistido el vendaval neoliberal” y en el 2018 fue un actor importante para el triunfo del mismo AMLO. Es inconcebible al tratarse de un gremio que ha sido –y seguirá siendo– un fuerte dique frente a la derecha, y que más que oponente debería ser considerado, desde el gobierno, un aliado en el proceso de transformación y en el más amplio esfuerzo por contener cualquier tipo de rearticulación de la derecha.
Recordemos que la CNTE recibió el embate, tanto de la derecha como de la izquierda políticas, durante las campañas electorales. El pasado 19 de mayo se realizó la denominada “marea rosa” que fue una manifestación de sectores de la derecha que invitaron a Xóchitl Galvez, candidata presidencial del PRI, PAN y PRD a la presidencia de la república y a Santiago Taboada, candidato, por la misma coalición, a la jefatura de gobierno de la Ciudad de México. Los asistentes rompieron el cerco (que había puesto una empresa contratada por los propios organizadores para aislar el plantón de los maestros) y fueron agredidos verbal y físicamente por los seguidores de los candidatos de oposición. Posteriormente, el 29 de mayo, la CNTE se vio presionada por el cierre de campaña de Claudia Sheinbaum, candidata de Morena, PT y PVEM a la presidencia de la república, y se le conminó a dejar libre el Zócalo. La CNTE no cedió, argumentando que el espacio público es de todos, pero aceptó replegarse para que el acto se llevara a cabo. El plantón tampoco estuvo exento de agresiones por parte de los seguidores de Claudia y de los medios de comunicación afines a la 4T.
Este fin de sexenio nos muestra claramente dos caras de la izquierda mexicana, una izquierda política partidista que basa su acción en el terreno electoral, gobiernista e institucional y que tiene en Morena su máxima expresión y; una izquierda popular movimientista que basa su acción en la organización, la protesta y la movilización, priorizando el espacio público como escenario para la disputa y la confrontación, cuyas expresiones más visibles son la CNTE y el magisterio democrático, los zapatistas y el CNI-CIG, los padres y madres de Ayotzinapa, las madres buscadoras y las luchas en defensa del territorio y los megaproyectos y, por supuesto, los movimientos estudiantiles.
Las enseñanzas de la izquierda política son importantes si consideramos que se cierra el paso a la oposición que deseaba regresar al antiguo régimen de privilegios, de saqueo de las riquezas nacionales y de corrupción, y se manda un mensaje claro: que por ahora la derecha no tiene cabida ni posibilidades en un momento donde se apunta a una trasformación, así sea moderada. Donde se equivoca es en minimizar, invisibilizar y deslegitimar a la izquierda popular movimientista.
Las enseñanzas de la izquierda popular movimientista son amplias, muestra contundentemente que es a través de la lucha, la organización y la movilización que se pueden ganar y mantener los derechos del pueblo y de los trabajadores independientemente de quien gobierne, que se debe defender la vida y el territorio, que la democracia es algo que rebasa por mucho el proceso electoral, que son posibles otras alternativas al neoliberalismo y que la 4T deja graves pendientes y vacíos que se podrían haber subsanado con voluntad política y con una verdadera perspectiva y posición de izquierda.
La CNTE está más viva que nunca, al grito de “Gobierne quien gobierne, los derechos se defienden” está demostrando que la izquierda popular movimientista es un campo de acción política y social necesaria en tiempos donde se pretende hacer creer que AMLO (ahora también Claudia Sheinbaum), MORENA y la 4T son la encarnación casi única de la izquierda y la transformación que proponen es la única vía posible.
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Una respuesta
Los trabajadores de la educación activos , jubilados y pensionados estamos firmes en la lucha constante para beneficio de todos,organizados y llevar a cabo acciones y unidos venceremos aún siendo la 4T. Hemos demostrado y apoyado de manera mínima los jubilados y pensionados y debemos estar tomados encuentra en nuestras peticiones y necesidades deseo se nos considere, en sus pliegos uno de ellos es aumento en nuestra mesada,algún bono y solución de los créditos hipotecarios , en sus petitorios nosotros los hemos apoyado que sea de manera conjunta. Gobierne quien gobierne los derechos se defienden. A seguir luchando camaradas.