Facultad de Estudios Superiores (FES) Acatlán
Facultad de Estudios Superiores (FES) Acatlán
“Me golpeaba y aun así me quedé”, “Me bajó de su auto en medio de la nada y aun así me quedé”, “Me insultó, me humilló y aun así me quedé”, “Un día me dijo que me mataría y aun así me quedé”. ¿Por qué se quedaron? Esa es la pregunta que muchas personas se hacen al escuchar estas historias, pero la verdadera pregunta debería ser: ¿por qué tantas mujeres aprenden a quedarse?
Desde niñas nos enseñaron que el amor es entrega, sacrificio y paciencia infinita. Porque nos hicieron creer que amar es aguantar, nos educaron para poner el amor por encima de todo, incluso de nosotras mismas. La razón por la que muchas mujeres permanecen en relaciones tóxicas es resultado de la socialización patriarcal del amor, que limita nuestra capacidad para autodefinirnos, refuerza la subordinación y coloniza nuestros afectos. Desde esta perspectiva podemos concebir al amor romántico como construcción patriarcal.
Las mujeres percibimos al amor romántico como la fuente más grande de amor. Pero, ¿qué es el amor romántico? Podríamos decir que es una concepción colectiva que nos dice que el amor debe ser una relación de pareja en la que muchas veces los demás, generalmente hombres, te salvan y te complementan. Y se nos hace creer que debe ser lo más importante de nuestras vidas, el centro de nuestra existencia. Esta visión nos bombardea desde niñas con cuentos de princesas rescatadas por príncipes y la idea de bodas perfectas; es una ficción que se nos ha enseñado a seguir.
La crítica a tu tía exitosa pero sin pareja con el “¡ay, pobrecita!” es la imagen que no debemos seguir, por ejemplo. Nos dicen que amar es aguantar, que debemos sacrificarnos por la otra persona, y que el amor ideal está ligado al sufrimiento y la espera. Que no debemos enfocarnos en nosotras.
Dentro del sistema patriarcal este ideal de amor tiene un propósito claro. De acuerdo con la filósofa Simone de Beauvoir, las mujeres hemos sido históricamente vistas como el “otro”, definidas en función del hombre. En lugar de ser sujetos autónomos, las mujeres somos presentadas como una especie de complemento al hombre, algo que no existe plenamente sin él. El amor romántico, entonces, refuerza esta concepción. Al hacer que las mujeres centren su vida emocional y social en una relación de pareja con un hombre, se les despoja de su independencia y de su capacidad para definirse fuera de esta relación. Esta socialización nos lleva a quedarnos en relaciones dañinas, además refuerza la dependencia emocional y la idea de que el amor todo lo justifica y que sin el amor de un hombre no somos nada.
El patriarcado necesita que las mujeres crean que su realización depende de la relación con un hombre. Pienso que si lográramos liberarnos de la presión de este ideal amoroso, nos enfocaríamos en nuestro propio crecimiento y en áreas como el arte, la política, los negocios, el trabajo y el aprendizaje, o en lo que nos guste pero como seres autónomos. Sin embargo, eso no le conviene al patriarcado. Este sistema prefiere que sigamos atrapadas en relaciones tóxicas, perdonando, aguantando y dedicando toda nuestra energía a una idea distorsionada del amor. Es preciso descolonizar nuestras emociones.
La pensadora María Lugones, en su teoría del colonialismo del cuerpo, argumenta que las mujeres, al igual que las poblaciones colonizadas, hemos sido sometidas a una serie de estructuras de poder que moldean tanto nuestro cuerpo como nuestras emociones. Esta colonización no sólo implica la dominación física, sino también la imposición de una forma de afectividad que perpetúa la sumisión y la aceptación del abuso. Según Lugones, el patriarcado ha educado a las mujeres para que acepten el amor condicionado al sufrimiento, la subordinación o el sacrificio personal. Esto lleva a que algunas mujeres se queden atrapadas en relaciones tóxicas, pues su visión del amor está distorsionada por el peso de estas estructuras coloniales. El patriarcado nos enseña a aceptar relaciones abusivas y dañinas como parte de nuestra responsabilidad en tanto mujeres que aman. Esta “colonización de los afectos” nos impide ver el amor como algo que debería nutrirnos y empoderarnos, y nos hace aceptar el sufrimiento como parte del “verdadero amor”.
La descolonización de nuestros cuerpos y afectos, como señala Lugones, es fundamental para poder liberarnos de esta idea distorsionada del amor y empezar a redefinirnos fuera de las expectativas patriarcales.
Debemos de dejar de construir nuestra identidad a partir de las demandas de los hombres, ya que sacrificamos la posibilidad de un autodescubrimiento genuino y de la creación de un espacio propio en el que podamos ser dueñas de nuestras narrativas y decisiones. Audre Lorde, en su obra Sister outsider, ofrece una crítica a la falta de autodefinición de las mujeres, especialmente aquellas que viven múltiples formas de opresión. Según Lorde, las mujeres debemos rechazar las construcciones externas de identidad y aprender a definir quiénes somos en función de nuestras propias experiencias y deseos. La falta de autodefinición lleva a las mujeres a quedar atrapadas en relaciones que no les favorecen, pues no cuentan con una base sólida para establecer límites y reconocer lo que realmente necesitan en una relación. La autodefinición y el empoderamiento personal se presentan como procesos clave para salir de relaciones tóxicas. En este sentido, la única manera de no entrar en una relación tóxica o salir de una depende del autodescubrimiento.
Redefinir nuestra identidad dentro de este proceso de deconstrucción no es fácil ni lineal. Hace poco me identifiqué profundamente con una frase de Mujercitas, donde la personaje Jo expresa: “Las mujeres tienen mente y tienen alma, al igual que corazón, y tienen ambición y tienen talento, así como belleza, y ya me harté de que muchos digan que el amor es lo único para lo que servimos, ya me harté de eso, pero también me siento muy sola”. Esta frase resume una lucha interna constante, el desafío de romper con las estructuras patriarcales que nos han enseñado a existir sólo en función del amor romántico, mientras nos enfrentamos a la soledad que a veces acompaña el proceso de empoderarse y redefinir nuestra vida fuera de esos condicionamientos.
Liberarnos es todo un proceso, pero hay que hacerlo siempre recordando que si duele, no es amor. El verdadero amor es aquel que nos construye y no nos destruye. A medida que las mujeres nos asumamos como seres autónomos, nos alejaremos del mito del amor romántico como salvación y nos acercaremos a ser las heroínas de nuestra propia historia. Porque la revolución empieza en nosotras. Nuestras ambiciones, talentos y corazones no se reducen sólo al amor que otros nos brindan, sino al amor que somos capaces de darnos a nosotras mismas.
Por: Natalia Sánchez Méndez
La idea de un amor romántico es esclavizante
Por: Valentina Díaz Díaz
Representa complejidad, es subjetivo y depende del contexto social
Una respuesta
HOLAAAAAA AMIGAAAAAA, sigue escribiendo lo haces muuuy bies pero. sobre tu texto tiene buenas intenciones, pero se pierde en su propia grandilocuencia y repetición.si no que parece ser hecho de esa manera apropósito para despistar a lectores de poca experiencia narrativa. Parece más un manifiesto que un ensayo, pero sin la contundencia ni la frescura que un buen manifiesto necesita. Se siente como si estuviera compuesto más por consignas e ideas sin ningún propósito mas que impactar al lector sin buscar que este reflexione que por ideas verdaderamente elaboradas.
Los párrafos caen en lugares comunes ya mil veces recorridos en el discurso feminista contemporáneo, sin aportar nada nuevo o disruptivo a estos mismos . Hay un abuso claro de frases hechas como “la colonización de los afectos”, “autodefinirse”, “romper con el patriarcado”, “ser dueñas de nuestra narrativa”… que funcionan como slogans pero que, en si mismas no tienen sustancias , suenan vacías si no se les da un giro personal o crítico. logro vislumbrar que no hay riesgo intelectual ni critico : todo lo que se dice, ya lo han dicho otras antes —y mejor
.
pero aun así u texto tiene una pasión auténtica que se siente. Hay un compromiso emocional y político fuerte, y eso ya es mucho: escribir desde una convicción real es el primer paso para crear algo que importe. Además, logras enlazar ideas complejas . perdón si sentiste que fui algo agresivo lo lamento . al ver tu talento creí que era necesario darte a notar mi critica
con las mejores intenciones Kevin Adrian @adrianolvera200