Facultad de Estudios Superiores (FES) Acatlán
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El agua fluye por Paseo de la Reforma, la bóveda azul marino es iluminada por las luces artificiales de los edificios, de los automóviles y de las pocas estrellas. El viento se cuela entre los huesos mientras poco a poco la lluvia irrumpe en los paraguas. Hay impermeables y autobuses de la zona, son las siete en punto y la avenida Reforma se ve repleta por conductores estresados que intentan llegar temprano a casa. Oculto entre el bullicio se encuentra un recinto emblemático, el Museo Nacional de Antropología e Historia iluminado en su fachada y con los alrededores totalmente oscuros y húmedos que se alzan como resguardo del pasado. Ahí, esquivando charcos y cubriéndose la cabeza se distinguen a cuatro personas corriendo hacia la entrada.
Está por iniciar la presentación del nuevo dossier especial del Programa Universitario de Estudios sobre Democracia, Justicia y Sociedad (PUEDJS) de la UNAM: “LenguAbuelas, conocimiento, herencia y resistencia” y el mismo sonido de las hojas de los árboles parece llamar a entrar. La sala, que sigue el patrón de la lluvia de afuera, se llena poco a poco mientras John M. Ackerman, director del PUEDJS, comienza agradeciendo a los presentes, se presentarán tres mesas recordando la importancia del recinto, la palabra de los escritores y el cierre de la presentación.
La primera mesa en la que participaron Rocío Casariego, Directora de Desarrollo Intercultural y Bilingüe de la Secretaría de Cultura; Diego Prieto, director General del Instituto Nacional de Antropología e Historia; Eréndira Cruzvillegas, Titular de la Unidad de Asuntos Jurídicos de la Secretaría de Cultura; y Mardonio Carballo, poeta, actor y periodista, quien dijo que con este dossier especial de la revista Tlatelolco se contribuye a hacer oír la voz de los que no se escuchan, pero sin caer en la folklorización, pues, para que en una país exista democracia debe haber justicia y pluralidad.
En la segunda mesa participaron las y los autores, que le dieron contenido al dossier con sus textos, poemas y ensayos en sus lenguas nativas. Primero participa Yoloxochitl Añorve, hablante de la lengua ñomdaa de Xochistlahuaca, Guerrero. Sus palabras fluyen como el agua entre sus labios a un ritmo pausado y con esencia tranquila, hablando en su lengua de origen y después en castellano, diciendo que “los abuelos son los que siguen hablando. Cuando ellos empezaron a fallecer por el COVID-19 volvimos al monte, dejamos el pueblo, ahí no llega el virus, nos dejó de dar miedo”. Cuenta a su vez que el cerro era percibido como la soledad, y allá entre las montañas se encuentra el manantial, su lengua, pues es “la palabra del agua”.
Después de invitar a leer el cuento “Nosotros no éramos de aquí” da paso al siguiente participante, que es Rolando Ch’ijk’ hablante de la lengua bat’s il k’op en Oxchuc, Chiapas. Su voz, a diferencia de su predecesora, es directa, los sonidos caen y se elevan con rapidez, el autor mueve las manos y su palma golpea de vez en cuando el mantel de la mesa, mientras habla de su texto “El buen comer de la familia tseltal Mulex de Oxchujk”. Rolando narra cómo en su cultura la comida es importante al igual que agradecer y por eso sus primeras palabras dan gracias al señor sol y a la señora luna junto a la lluvia que permanece fuera del recinto. Para él, “los abuelos detectaron el saber comer y ellos hablan del abismo a mediodía donde pueden tomar pozol y conectarse con la comida. Dejarla en el plato es faltar al respeto”.
La siguiente ponente es la co-escritora de “La lengua totonaca: el necesario aprendizaje en la práctica”, Irlanda Ramos Ramos quien comparte el crédito del artículo con su hermano Federico Ramos Ramos. Sus palabras nacen de sus cuerdas vocales que alargan la sílaba a mitad de la palabra y se vuelven suaves al final. Al igual que sus compañeros, ella también inicia en su lengua natal y confiesa que no aprendió a escribir en su lengua hasta la universidad, aunque en su infancia se hablaba totonaco en casa y fuera de ella en español, ya que “los niños ya no hablan totonaco en la ciudad desde que se comenzó a radicar aquí, por eso se debe practicar en la vida diaria”.
La tercera mesa continúa con el cierre reflexivo, donde Ambrosio Velasco y Juan Manuel Contreras, miembros del Consejo Editorial de la Revista Tlatelolco, explican a las nueve con quince de la noche, la importancia de la visibilidad de la lengua sin romantizar los dialectos, y, sobre todo, tener muy claro que, no todo es hablar inglés, en México hay una gran riqueza lingüística y cultural.
Una vez terminado el evento, todos se levantan de sus asientos, afuera sigue lloviendo y el frío comienza a calar en los huesos, mientras las personas que quedan en el recinto salen para tomar el camión, el metro o el coche que los espera. La luna, antes oculta por las luces artificiales, ahora se muestra con grandeza en el cielo.
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