Esta ventana es para mirar dentro de nosotrxs a través del arte y la creatividad.
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Celeste Guadalupe Piña Morales | Escuela Nacional de Ciencias de la Tierra
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Marian González García

Facultad de Estudios Superiores Acatlán

Estudiante de derecho por vocación, amante de las letras por elección

Tótem, en memoria del olvido

Número 11 / OCTUBRE - DICIEMBRE 2023

Sobre el dolor y la rabia de las personas buscadoras

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Marian González García

Facultad de Estudios Superiores Acatlán

ANTÍGONA

 Sin que nadie me llore, 

sin amigos, sin himeneo, desgraciada, 

me llevan por camino ineludible.

Ya no podré ver, infortunada, 

este rostro sagrado del sol, nunca más. 

Y mi destino quedará sin llorar, 

sin un amigo que gima. 

Sófocles

 

La lógica más simplista y funcional, señala que si una persona no está muerta entonces está viva. Sin embargo, el documental experimental: Tótem (2022), obra del colectivo Unidad de Montaje Dialéctico, nos presenta lo antagónica que puede tornarse dicha conclusión en el contexto de un país expresivamente violento como lo es México. 

Las cifras de personas desaparecidas en este país aumentan proporcionalmente al vacío, la angustia y el dolor que el no estar presentes provoca en sus familias, quienes demandan la aparición material de sus seres amados, ya sea para sostener un abrazo con lágrimas de felicidad en los ojos, o tal como en Antígona de Sófocles, ante la necesidad de un cuerpo para aceptar y llorar la pérdida. 

Este documental mexicano, desarrolla la complejidad del estatus de los desaparecidos. Un rastreo histórico denota sus orígenes entre los años sesenta y setenta, cuando el ser humano descubrió que la muerte es el rasgo distintivo de la violencia, por lo que, sin muerte no existe la barbarie, es lo que reflexionaron. Es así que provocar la ausencia de algunos, se convirtió en la respuesta política más aceptable para el continente latinoamericano. A través de una técnica narrativa impecable y sutil, se nos permite entender la oscura magnificencia de las escenas construidas en torno a esta práctica, que permite volverlas simbólicas, pues el miedo es el mejor amigo de quienes desean dominar a otros. Aunque lograr una desaparición perfecta es irrealizable. 

Testigos de lo inasequible de un crimen perfecto son las madres buscadoras. Mujeres movilizadas por la esperanza, que recorren enormes distancias a pie, buscando a sus hijas e hijos, pero sin limitar los roles que éstos desempeñarían en la estructura familiar o social, de encontrarse presentes. La falta de expertise pericial se suple con el fervor que corre por sus cuerpos, aquello les permite hiper desarrollar el sentido de la vista, pues basta con vislumbrar una diminuta falla en el paisaje, un montículo no orgánico, rastros de tierra removida, huellas de excavación rústica, objetos, prendas o huesos despostillados, para detener su marcha y obligarlas a investigar en el área. 

Tótem (2022) supera el axioma del género documental, pues si bien a través del ensamble de fragmentos de las lentes de otros logra un reflejo fidedigno de la realidad mexicana, también lo vuelve su propio objeto de estudio, de reflexión conceptual, de resistencia y de sanación. Las memorias deslavadas provocan una ruptura lógica que produce un nuevo tiempo verbal: el presente perpetuo, atemporal, tan absurdo como la ilación entre lo visual y el acompañamiento vocal de la mayor parte del film, que en un primer momento puede parecer conflictiva, al igual que los saltos temporales, sin embargo, refleja un buen manejo de producción que lejos de alterar el flujo del largometraje, es una bocanada refrescante que mantiene la atención de la audiencia y constriñe a cuestionarse “¿hay algo más que no estoy viendo?”, logrando evitar con esto la obviedad.

A la par del desarrollo de este ensayo audiovisual, el espectador descubre la historia de una dupla de arqueólogas, acompañadas por su equipo de filmación y el apoyo de un presidente nacido en la tierra de la Cultura Madre. Un proyecto federal persiguiendo una leyenda. 

Se cuenta de boca en boca, que en los años cincuenta fue descubierta en la propiedad de un ranchero tabasqueño, una majestuosa cabeza colosal de tres metros de alto y varias toneladas de peso, rastro inequívoco de los olmecas. Es así que el cotilleo llegó a oídos del gobierno, quien de inmediato ofreció una compensación económica a cambio de aquel tesoro que merecía ser exhibido con los más amplios honores. Una vez adquirida, el problema era mover semejante pieza de su lugar de origen a su destino, para lo cual la vía terrestre fue rápidamente descartada, siendo un barco de madera que navegara por el Río Grijalva la mejor opción. El viaje transcurría sin contratiempos, hasta que la lluvia hizo de las suyas. El tótem nacional, el símbolo de los olvidados, fue devorado por las fauces del río, lo cual lleva a cuestionarse, de ser real: ¿Aún está allí?, ¿El tiempo y las circunstancias nos lo arrebataron para siempre?, ¿Qué pasaría si la cabeza olmeca se condensó y es ahora parte de los vapores de lo ausente?.

El totemismo era una forma de conmemorar la vida de los ancestros, a través de monumentos erigidos verticalmente para ser visibles. La comunidad arqueológica ha aceptado que las cabezas olmecas cumplían el mismo cometido. Su antítesis es el fenómeno de la desaparición forzada, que se rige por los principios de invisibilidad y olvido, que desciende por la tierra en fosas clandestinas. 

Hay un sutil acompañamiento y trabajo sonoro, a cargo de Sinewavelover (Carlos Edelmiro), no hay una paleta de colores dominante, ni grandes movimientos de cámara. El poder de Tótem (2022) descansa en su narrativa a modo de parábola, en el poder de su elevado contenido ensayista, en las almas que espera tocar y en los cambios que una sociedad espera conseguir algún día. 

La disputa con la gobernanza y lo político, no sólo en México sino en toda Latinoamérica, se da en la informalidad de las calles, se da a través del contrapeso en la formalidad de los poderes de la unión, pero la Unidad de Montaje Dialéctico nos recuerda que la libertad de un guión cinematográfico, desarrollado en sesenta y cinco minutos, puede ser la crítica más cruda y sublime para golpear a un Estado. El cine es político cuando las circunstancias lo ameritan. Está inerte hasta que un director desea despertarlo para dilucidar lo necesario ante los ojos de quien desee mirar.

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