La política es un camino sinuoso, un pantano lleno de cocodrilos que buscan tragar la mayor cantidad de presas posible, estos no se sacian y terminan por convertir al Estado en un apestoso drenaje. Cocodrilos con corbata y ratas de traje se pasean en las alcantarillas, como si de engordar y nadar entre mierda se tratara su labor. 

No cabe duda que la Cuarta Transformación que ha llevado a cabo el gobierno en turno ha logrado grandes cambios en el país y mostrarnos una alternativa al prianismo neliberal, siendo un paraguas para la izquierda y un parteaguas para la historia política de México, pero esto no es suficiente, ya que los cocodrilos siguen acechando. El político ideal para el neoliberalismo es un producto plástico de su misma fábrica; un empresario de traje, buenos modales, con “don de la palabra”, que sabe cómo combinar corbatas y escoger zapatos antes de saber representar las demandas de la mayoría y solucionar necesidades. Estatus, lujos, copas de vino, limpieza, alter ego, viajes en avión, diplomacia, hipocresía, cinismo y estupidez disfrazada con perfumes caros y sonrisas falsas ante las cámaras. Una idealización banal y pura abstracción doctrinaria.

A los políticos que el viejo régimen germinó les importa más el bienestar de las empresas que el del Pueblo, buscan lamer suelas de empresarios como Salinas Pliego, ratas gordas millonarias que no pagan impuestos, que destruyen el patrimonio de la nación, que roban los recursos naturales, gentrifican y privatizan todo lo que se pueda tratar como mercancía, hasta los derechos básicos del mismo ser humano, como la educación o la salud, dejando el bienestar de la población en manos extranjeras mientras ellos se enriquecen a base de la traición. 

Tendremos que deshacernos de estos seres escamosos, mantenerlos alejados de los huesos, y lo haremos votando por la izquierda en las próximas elecciones del país, cuyas representantes más reconocidas hasta el momento es la Dra. Claudia Sheinbaum para la presidencia, y Clara Brugada para la gubernatura de la CDMX. La pregunta es ¿cómo limpiaremos por completo este drenaje? 

Si lxs ciudadanxs confían en ellas y les dan su voto, las candidatas en cuestión deben limpiar las alcantarillas y radicalizar la Cuarta Transformación de la mano de las bases populares. Para esto su principal labor será representar y responder las demandas de la mayoría, que está compuesta básicamente por aquellos sectores más marginados. Esforzarse por entender y atender sus necesidades es primordial, desde apoyar al campo, a los grupos indígenas e impulsar la educación, hasta demandas que tienen que ver con perspectiva de género y disidencias sexuales. Al mismo tiempo deberán dejar de responder a las necesidades del gran empresariado, no pactar con ellos, no subordinarse ante el capital ni tratar de conservar ese sistema tan deficiente, sino buscar otras formas de llevar a cabo la economía construyendo un Estado del bienestar, el cual se implementen proyectos sociales como los Pilares o las Utopías, en donde haya sistemas de cuidados, recreación cultural, actividades deportivas, concientización sobre el medio ambiente y mucho más. 

Por otro lado, es urgente que las dirigentes busquen la democratización de los procesos electorales del partido e impulsen la participación política comunitaria de las bases ciudadanas. Esto gira entorno a tres ejes: el primero es cambiar los métodos de elección de dirigentes dentro del partido Morena, ya que el método por encuesta no tienen una correcta transparencia entre otras irregularidades; el segundo es buscar nuevas formas de organización de las bases, impulsando cuadros de formación política en las zonas barriales de todo el país,  donde cada habitante, desde jóvenes a adultos mayores, tengan un espacio donde hacer análisis de coyuntura y leer a grandes personajes como a Marx, Gramsci, Poulantzas o Paulo Freire; en tercer y último lugar, es indispensable preguntarle a lxs ciudadanxs cómo quieren que se les gobierne, es decir, preguntarles por su propio futuro, pues ¿cómo podemos llamarle democracia si lxs gobernadxs no decimos lo que queremos y expresamos lo que necesitamos? Este método ya lo implementó Clara Brugada junto con su gabinete de jóvenes, llevando a cabo una recopilación de demandas a través de brigadas en las universidades y diversos foros en distintos puntos de la ciudad, que culminó con la creación de un decálogo que le fue entregado el 13 de marzo del año en curso, en la emblemática plaza Tlatelolco. 

Finalmente, las candidatas deben comprometerse a no dejar que los cocodrilos y las ratas dirijan el rumbo de nuestro país, y la única forma de hacerlo es democratizando desde las bases hasta el interior del partido. Tenemos que dejar de surcar las aguas del pantano por miedo a ser devorados y en vez de eso buscar aguas cristalinas. Radicalizar la transformación es voltear a ver las demandas de las bases y escucharlas para la construcción de nuevos horizontes políticos, nuevas formas de gobernar y ejercer la democracia, nuevas formas de Estado en donde la y el ciudadano tengan de verdad injerencia sobre las decisiones que encaminen el rumbo del país, porque México es de lxs mexicanxs, del proletariado, de las disidencias, de los pueblos originarios, de las mujeres, de los estudiantes, y solo nosotrxs podremos saber qué es lo mejor para nuestro futuro.