Escuela Nacional Preparatoria Plantel 9
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En el patio de la Prepa 9, el 31 de octubre a las siete de la mañana fue la entrada para que todos los participantes del concurso de ofrendas empezaran a montar.
Un grupo de quince, que juntaba personalidades de cinco distintos grupos, entraban y salían desesperados. Buscaban y cargaban sus materiales: flores, cartones, comida, bancos, papel y, ¿un tren?
Así es señoras y señores, un intento de réplica de la máquina 501 arribaba junto a ellos; al principio todo era confusión, el resto de los presentes no entendía lo que pasaba, ¿qué era eso?, ¿qué planearon?, ¿quiénes son todos estos sujetos vestidos de ferrocarrileros?
Los minutos se volvían horas y todo tomaba forma; un gran tren negro con una locomotora, tres vagones, un portal y también su calaverico conductor hacían una gran aparición, inclusive se oían reclamos decepcionados de que “ya estaba claro el ganador”.
Una locomotora con una cabina en la que podías entrar a tomarte fotos y sonar la campana, con la chimenea decorada con calaveras, la parte delantera forrada de flores de cempasúchil, las ruedas grandes fingiendo tener huesos en lugar de rines y las pequeñas simulando ser panes de muerto. Y claro, sin faltarle el logo de los ferrocarriles mexicanos.
Un primer vagón de pasajeros, con esqueletos asomándose por las ventanas, en la parte alta, la ofrenda con su esplendor se mostraba. (Aunque sí, tal vez el arco no ayudaba).
Segundo vagón, una línea del tiempo, de todos los accidentes ferroviarios que han ocurrido, adornado con objetos personales característicos de los accidentados.
Último vagón, una simulación de prisión en honor al movimiento Ferrocarrilero de 1959, adornado con polillas simulando las almas de los difuntos que llegaron acompañando al tren.
Un pequeño arco que simulaba ser el portal al Mictlán se apoyaba en el último vagón, aunque tampoco era la gran decoración.
Maestros y compañeros pasaban a observar, muchos dijeron que tenía todas para ganar; la emoción y la ilusión del grupo se adueñó, pues la victoria era, para todos la razón.
Un rato para esperar, el grupo se dividió, clases y otros proyectos no les permitió continuar, en un momento se reunieron, una cooperación rápida y todos comieron pizza; complicidad y risas, un descanso merecido e incluso una historia compartida.
Vestimenta acorde a la ocasión, en el grupo había una guardagujas, un sindicato, un ferrocarrilero muerto y un jefe de estación, además se unió, un compañero disfrazado de asesino que nadie supo cuando llegó; el sindicato y los dos de estación hicieron una reunión, el asesino iba en el vagón prisión mientras que el muerto venía llegando para la ocasión.
17:30, inicia la premiación, llegan las maestras llamando para que se unan todos a la celebración; fila para entrar al auditorio, todo lleno sin más, de los quince que empezaron solo siete se quedaron al final, una cadena de esperanza para obtener el ansiado primer lugar. Y sin embargo, la alegría jamás llegó, entre las menciones a ellos no se les llamó.
Llegó la hora de desmontar, dolor, tristeza y decepción, el trabajo de semanas para nada les sirvió; y los compañeros se acercaron, todos dando felicitación, pues aunque no habían ganado, sí que generaron emoción. Y entonces resucitó la alegría porque aunque no habían sido ganadores, ni siquiera sorteados en las menciones, para muchos eran, del pueblo los campeones.
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Una respuesta
Tuve la fortuna de estar en este evento. Días antes habían comenzado con la producción, se les podía ver en los patios trabajando y al ver el resultado esperábamos que su éxito fuera reconocido y aunque no se les mencionó, mucha gente pudo disfrutar de una sesión de fotos en esta ofrenda. Fue una idea muy original y para muchos seguirá siendo la ganadora de aquel año.