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Esta ventana es para mirar dentro de nosotrxs a través del arte y la creatividad.
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Afta Putta Gunawan/Pexels
Ivette Bautista Mejía

Ivette Bautista Mejía

Escuela Nacional Preparatoria Plantel 9

Mi nombre es Ivette, me gusta que me digan Álex, soy fanática de la escritura, la lectura y el dibujo

Deseos adolescentes en un boulevard de sueños rotos

Número 4 / ENERO - MARZO 2022

¿A quién se le ocurrió que un adolescente puede elegir que quiere hacer de su vida?

Ivette Bautista Mejía

Ivette Bautista Mejía

Escuela Nacional Preparatoria Plantel 9

Todos pasamos por ahí, no lo nieguen, por esa época en la que eres lo suficientemente adulto para elegir qué carrera vas a escoger pero no lo suficiente para ir al cine sin supervisión de tus padres. ¿Cómo es eso?, nadie lo sabe.

Todos fuimos niños, por lo tanto recordamos cómo era decir a los 5 años que ibas a ser superhéroe, a los 5 y medio, bombero, a los 6 futbolista, a los 6 y medio, astronauta y a los 7 policía, (porque lo hiciste). Y luego, llegas a los 15 y te das cuenta de que no soportas a los policías, le tienes pavor al fuego, eres tan hábil para el fútbol como un ajedrecista, que para ser astronauta debes pasar un exhaustivo entrenamiento que no aguantarías ni en un millón de años y que evidentemente, no vives en un libro y por lo tanto no puedes ser un superhéroe; entonces te preguntas, ¿qué voy a estudiar?

Y yo me pregunto… ¿A quién se le ocurrió que un adolescente puede elegir que quiere hacer de su vida?

Porque entre que te das cuenta de que no sirves para ninguna carrera y que la ayuda de los adultos responsables a cargo de tu vida no es de mucha ayuda, ¿por qué? Porque de verdad parece que si no es lo que ellos quieren no puedes estudiar nada; ah, pero eso sí, si les dices que no quieres estudiar lo que ellos dicen viene el sermón de: “Pues escoge lo que quieras pero no te quejes si no te gusta”, más que consejo, parece regaño, ¡no inventen!

Ahora… hay los que por algún extraño motivo tienen bien firme la idea de que van a hacer de su vida y ya tienen trazados hasta sus planes post-jubilación. ¿Cómo lo hacen? Nadie les dice nada pero ya lo saben, ¿por qué? Quieren ser médicos, ingenieros, arquitectos, militares, etcétera.

Hay, por otro lado, los que requieren de consejos porque están entre dos o más carreras pero ninguna tiene que ver en nada con la otra, sus opciones son ser biólogo, ingeniero o abogado… Y tal vez tiene aptitud para tres carreras pero para lo que es bueno no le gusta y pues estamos en un inmenso círculo vicioso.

Finalmente, estamos aquellos a los que verdaderamente no nos quieren apoyar pero ni aunque su vida dependa de ello (literalmente), y esos somos… los que queremos ser músicos, poetas, escritores, actores, cantantes, bailarines, etcétera; y todos los que leen esto saben cual es el primer pero que pone cualquier adulto: “Te vas a morir de hambre” (lo dijeron a corito, ¿verdad?); no falta el creativo que responde “Bueno, pobre pero feliz” y viene seguido de: “De felicidad no vive la gente” o su variable “De sueños no vive la gente”, para rematar con un doloroso “Busca una carrera/un trabajo de verdad”.

Personalmente creo, que no es justo arrancarle las alas a una persona que aún no puede volar. Ser actor, escritor, bailarín o artista en general debería ser una profesión tan válida como ser médico, está bien que no todos nacemos con el talento, pero si alguien quiere ser contador y no da una en matemáticas le dicen: “Pues échale ganas, tú puedes, inténtalo”, en cambio si quieres ser cantante y tienes voz de gallo a media mañana la respuesta es: “Eso no es lo tuyo, mejor ve buscando otra opción”. ¡Y pues no! ¡Oigan! Yo también puedo practicar, yo también puedo aprender, yo también puedo mejorar, pero… ¿por qué yo no puedo recibir apoyo? Simple, “porque no es realista”.

¿Y saben una cosa? También es porque los mayores ven en esto los sueños que ellos no pudieron cumplir: son muchos las personas que de niños quisieron ser futbolistas, y son pocos los que lo lograron, pero  tienen “una carrera respetable” y cuando ven a su siguiente generación decir que van a ser deportistas se encargan de menoscabarlo. “No eres suficientemente bueno”, “necesitas más trabajo” “eres muy torpe”, y otros tantos, generando más médicos infelices, más contadores amargados, y en general, más profesionistas de título pero no de corazón.

Eso pasa porque las ganas de ser artista son solo eso, “Deseos adolescentes”, son “una fantasía más”, representado como una vieja historia. La vida adulta solo piensa en dos cosas: dinero y tiempo; lo cual los lleva a pensar que un adolescente que no sabe qué quiere hacer de su vida es un haragán que no va a llegar a ningún lado y que los juegos de niños son una pérdida de tiempo porque no aprendes nada que se pueda ocupar para la vida diaria.

Algo que los adultos repiten mucho es que tener éxito como artista es cuestión de suerte, lo cual no es del todo mentira, pero en general ser un profesionista de éxito es cuestión de suerte, si no tienes éxito, eres uno más en las inmensas filas de profesionistas del mundo, pero si no tienes éxito como artista eres un fraude, un perdedor. Es cierto que algunos escritores famosos no estudiaron, y los que lo hicieron no tienen el mismo éxito, pero la oportunidad se les presentó a todos, a todos les llegó un poco de éxito, a algunos al momento, otros años después; algunos lo pudieron ver, otros murieron sin verlo, unos son éxito mundial, todo el mundo los conoce, otros, son reducidas las personas que llevan sus obras de boca en boca, unos empezaron jóvenes y dedicaron su vida a ello, otros fue su sueño que cumplieron al final de sus vidas; hubo quienes tuvieron un solo éxito que no pudieron replicar, hay quienes tienen miles de éxitos, tantos que necesitas un apartado exclusivo para ellos.

El punto es que es válido decir que vas a ser artista, es válido decir que prefieres mendigar por un poco de dinero y comida que vivir rodeado de dinero encerrado en un laboratorio, un hospital o una oficina ocho o diez horas al día haciendo algo de lo que te quejas 24/7. Es válido ignorar a todos los que dicen que no llegarás a ningún lado y después demostrarles que pudiste hacerlo. Es válido volver con la cabeza gacha y admitir “no pude hacerlo”,

Dime qué prefieres, prefieres decir, “No pude hacerlo, pero lo intenté”, o decir “¿Y qué hubiera pasado si lo hubiera intentado?”. Recuerda que el hubiera no existe, tu presente es ahora, y tus decisiones dependen de ti, no de los demás.

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